lunes, 31 de diciembre de 2012
viernes, 28 de diciembre de 2012
Violencia y expresión
Lo que ha sucedido hace unos
días en una escuela primaria de Connecticut, EEUU ha vuelto a levantar la
polémica sobre el control de las armas y el nivel de violencia social al que se
puede llegar en la actualidad.
Es difícil entender qué
puede llevar a un muchacho de 20 años a entrar a una escuela para matar a niños
y profesores. Cualquier intento de explicación parece insuficiente porque hay
diversos factores involucrados que interactúan de manera compleja y sería irresponsable
hacer un diagnóstico apresurado.

También se ha relacionado a
estos hechos el uso constante de juegos de video violentos como factor causal
de actos violentos en jóvenes. Si bien los juegos de video expresan altos
índices de violencia, estos son jugados por millones de niños y adolescentes
sin llevarlos necesariamente a imitar en la vida real lo que hacen en la
realidad virtual. Desde siempre los juegos agresivos han sido parte de la vida
de los niños, antes con pistolas de juguete y ahora con armas guiadas por
mandos remotos, sin llevar necesariamente a los niños a actos de violencia.
Incluso podría decirse que, en algunos casos, ciertos juegos pueden permitir a
los niños expresar sus impulsos agresivos canalizándolos adecuadamente.
Lo individual no puede
dejarse de lado. Se ha mencionado una necesidad de destacar a cualquier costo
pero ello es solo un aspecto, otro intento de explicación unidimensional y
simplista. Las características personales y familiares, las experiencias
vividas, las dificultades, los temores, las frustraciones y necesidades
insatisfechas de cada persona son particulares, complejas y diferentes en cada
caso. Estas deben ser analizadas profundamente para entender lo ocurrido.
No obstante, las conductas
violentas en general tienen un aspecto común: la falla en control de impulsos y
la imposibilidad de expresar las vivencias, las emociones o frustraciones por
una vía adecuada. Cuando una persona no puede hablar de lo que le preocupa,
afecta o duele emocionalmente, corre el riesgo de llevar a la acción lo que no
puede elaborar, tramitar o resolver. Es imprescindible tener la posibilidad de
hablar de lo que sentimos, expresar nuestros
estados internos, las vivencias subjetivas, para no llegar a la violencia.
Espejito, espejito ...
¿Cuántas veces es adecuado
mirarse en el espejo diariamente? Probablemente no hay un número exacto que
ponga un límite pero si usted no puede dejar de hacerlo en cada espejo, vidrio,
pantalla o cuchara, tal vez es demasiado. La obsesión por mirar nuestro reflejo
ha existido siempre como da cuenta el mito de Narciso. La bruja de Blanca
Nieves es otro ejemplo de la obsesión por consultar al espejo y constatar si la
imagen que proyectamos es la mejor. Ambas historias nos advierten que la
vanidad tiene consecuencias negativas. Sin embargo, ello es justamente lo que
se privilegia actualmente. La conducta de mirarse en el espejo constantemente
puede revelar una contemplación excesiva de los rasgos físicos o una búsqueda
frenética por detectar defectos físicos, signos de la edad o cualquier cambio exterior.
Hay una necesidad permanente de confirmar que proyectamos una imagen perfecta,
lo que está avalado por la cultura. Es saludable preocuparse por la imagen con
mesura, la autoestima física es parte constitutiva de la autoestima global pero
no lo es todo como vende la sociedad actual. Hay que aprender a valorar otros
aspectos que no se aprecian en el espejo y entender que lo que vemos allí es solo
un reflejo y no la esencia de lo que somos.
*Imagen Narciso de Caravaggio
jueves, 13 de diciembre de 2012
Prejuicios y discriminación
Todos los días somos
testigos directos o indirectos de actos de discriminación. Es objeto de
discriminación toda persona que es considerada “diferente” en algún aspecto, al
grupo al que el discriminador pertenece. Se discrimina por sexo, edad, raza,
enfermedad y un sinnúmero de otras características. Pero ¿Por qué ocurre esto?
Los seres humanos tendemos a
dividir en grupos a todos los que están alrededor. Se hace una división entre
los se identifican como similares a uno (grupos personales) y los que se
consideran diferentes por una o varias características (grupos ajenos). Este proceso se llama categorización social y
crea, casi inmediatamente, sesgos en los grupos que se consideran disímiles, lo
que lleva fácilmente a la creación de prejuicios y la posterior discriminación.

Se han formulado algunas teorías
para intentar explicar cómo se originan los prejuicios. La teoría de
frustración-agresión señala que las frustraciones vividas por algunos grupos
generan hostilidad que se dirige hacia otros que están en minoría o en una
posición desventajosa socialmente. Otra teoría atribuye los prejuicios a una
personalidad autoritaria o intolerante. No se acepta nada que se aparte de las
reglas establecidas. Hay un pensamiento inflexible que se vuelve hostil ante
todo lo que viole las reglas y encuentra justificaciones a su modo de proceder.
No obstante, todos en mayor o menor medida, tenemos prejuicios que dirigen
nuestra actitud y conducta frente a ciertos hechos. Es un fenómeno que se da en
todas partes y se forma desde la infancia a partir del modelo de los padres y
sociedad.
¿Qué se puede hacer? ¿Tener
información que desmienta nuestros prejuicios es suficiente? No necesariamente.
Ello se puede apreciar con el temor respecto al contagio de VIH y la discriminación
que puede desencadenar por este. Es necesario ser conscientes de nuestros prejuicios,
los temores que los sostienen y relativizar nuestras ideas preconcebidas
permanentemente para poder cambiar de actitud y modificar nuestra conducta
frente a los demás.
domingo, 9 de diciembre de 2012
Madurez emocional
Es usual escuchar a
las personas referirse a la madurez o inmadurez de los demás, especialmente de los
jóvenes. Las frases “este chico(a) es un inmaduro(a)” o “le falta madurar” son
bastante conocidas por todos pero ¿Qué significa tener madurez? El término
“maduro” se utiliza para designar un estado de plenitud y logro de
potencialidades, alcanzar un desarrollo óptimo de los recursos personales. No
obstante, no se puede definir una edad específica para lograr madurez emocional
porque dependerá de muchos factores, y algunas personas, tal vez no lleguen a
alcanzarla completamente. Entre las características asociadas a una persona
madura pueden destacarse ser responsable de sus actos, tener capacidad para
tomar sus propias decisiones, tolerar la frustración y lograr un buen control
de impulsos. Además aceptar las críticas, conocer sus limitaciones, lograr
autonomía emocional y económica, vincularse con las personas satisfactoriamente,
no depender de otros pero ser consciente de la necesidad de apoyo, ser
reflexivo y capaz de aceptar las opiniones de los demás, entre otras. Se puede
lograr madurez en ciertas áreas y seguir siendo inmaduro en otras. Por ejemplo,
una persona podría ser madura social o laboralmente pero inmadura en el aspecto
afectivo o al revés. Será importante identificar las oportunidades para crecer
como persona en cada caso.
Propósitos de año nuevo

Al cerrar un ciclo es
natural revisar lo avanzado y plantearse nuevas metas para el siguiente año. Es
saludable proponerse cambios para mejorar las condiciones de vida y promover el
crecimiento personal y profesional. Estos propósitos pueden ser diversos y cada
uno definirá los que considere más importantes para los próximos doce meses: personales,
laborales, familiares o económicos. Lo importante de este ejercicio es que nos brinda
una ruta a seguir, una imagen de lo que se quiere lograr y una visión de llegada.
Sin embargo, todos estarán
de acuerdo con que no es fácil cumplir lo que se promete a inicio de año, sobre
todo si se trata de metas que son muy ambiciosas o deseos que no necesariamente
dependen de nuestro control.
Por ejemplo se pueden
establecer algunas metas generales que, muchas veces, están contrapuestos a nuestros
hábitos cotidianos como dejar de fumar, bajar de peso, hacer ejercicio, entre
otras. Este tipo de objetivos serán difíciles de cumplir si uno no hace cambios
radicales en sus actitudes, conductas y actividades; y fácilmente llevarán al
desánimo y desmotivación.
El no cumplir las metas
puede ser difícil de asumir pero es necesario hacer una evaluación y preguntarse
qué tan realistas fueron nuestras metas y si fuimos lo suficientemente
constantes durante el año para alcanzarlas.
Cuando los objetivos son muy
altos corremos el riesgo de abandonarlos a mitad de camino o posponer el inicio
del cambio. Seguramente estará pensando que el próximo año sí las cumplirá. No
se preocupe, pasa a la mayoría pero ¿Cómo hacer para lograr resultados
efectivos el próximo año?
Primero es necesario escoger
metas específicas y reales. Si una persona se propone correr una maratón cuando
ni siquiera tiene el hábito de caminar será un objetivo desproporcionado a sus
posibilidades. Tal vez deba empezar por plantearse una rutina diaria de
caminata y luego empezar a correr poco a poco e ir midiendo su resistencia mes
a mes. Es conveniente plantearse metas que puedan ser medidas cuantitativa o
cualitativamente. De esta manera, los resultados parciales obtenidos incrementarán
nuestra motivación y nos empujarán a seguir adelante con lo que se ha
propuesto. Sea cual sea la meta que se haya trazado no olvide que la constancia
será siempre la clave.
domingo, 2 de diciembre de 2012
Tabaquismo
El consumo de tabaco fue
considerado por varias décadas un signo de distinción, de misterio, de rebeldía,
lo que se reflejaba claramente en las películas del siglo XX. Fumaban los
personajes “interesantes” y ello fue el modelo para muchos adolescentes que se
iniciaron en ese hábito. Sin embargo, incluso ahora que las políticas contra el
cigarro han cambiado radicalmente, miles jóvenes empiezan el consumo antes de
los 20 años. De acuerdo a cifras del Ministerio de Salud, 9 de cada 10 adolescentes
ya han consumido tabaco a los 19 años. Aquí parecen interferir otros factores
como la curiosidad o presión grupal, además de un intento de sentirse adultos.
¿Cómo evitar que ocurra? Las campañas
disuasivas como las fotografías que se incluyen en las cajetillas de cigarros
no parecen tener el efecto deseado. Como suele suceder con otros hábitos y
conductas nocivas o riesgosas, la información es recibida y conocida pero no
parece cambiar la conducta significativamente. Todos saben que fumar está asociado
a diversas enfermedades crónicas, no obstante, es un hábito que es difícil de
cambiar porque una vez iniciado, tiene un componente adictivo alto. Tomando en
cuenta esto, la educación preventiva desde el hogar y las escuelas debería ser
el centro de las políticas globales contra el tabaquismo.
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