Todos los días somos
testigos directos o indirectos de actos de discriminación. Es objeto de
discriminación toda persona que es considerada “diferente” en algún aspecto, al
grupo al que el discriminador pertenece. Se discrimina por sexo, edad, raza,
enfermedad y un sinnúmero de otras características. Pero ¿Por qué ocurre esto?
Los seres humanos tendemos a
dividir en grupos a todos los que están alrededor. Se hace una división entre
los se identifican como similares a uno (grupos personales) y los que se
consideran diferentes por una o varias características (grupos ajenos). Este proceso se llama categorización social y
crea, casi inmediatamente, sesgos en los grupos que se consideran disímiles, lo
que lleva fácilmente a la creación de prejuicios y la posterior discriminación.
Si bien son conceptos son diferentes,
prejuicio y discriminación están relacionados. Los prejuicios son una actitud
aprendida hacia otros que incluyen sentimientos negativos (como temor, odio, aversión),
creencias erróneas extendidas (estereotipos) y una tendencia conductual. La
discriminación, por otro lado, es una conducta. Son actos injustos que se
dirigen hacia un grupo en particular. Ello puede expresarse de diversas
maneras, algunas sutiles como la preponderancia de cierto aspecto físico en la
publicidad; y otras más groseras como no permitir el ingreso de algunas
personas a determinados sitios públicos.
Se han formulado algunas teorías
para intentar explicar cómo se originan los prejuicios. La teoría de
frustración-agresión señala que las frustraciones vividas por algunos grupos
generan hostilidad que se dirige hacia otros que están en minoría o en una
posición desventajosa socialmente. Otra teoría atribuye los prejuicios a una
personalidad autoritaria o intolerante. No se acepta nada que se aparte de las
reglas establecidas. Hay un pensamiento inflexible que se vuelve hostil ante
todo lo que viole las reglas y encuentra justificaciones a su modo de proceder.
No obstante, todos en mayor o menor medida, tenemos prejuicios que dirigen
nuestra actitud y conducta frente a ciertos hechos. Es un fenómeno que se da en
todas partes y se forma desde la infancia a partir del modelo de los padres y
sociedad.
¿Qué se puede hacer? ¿Tener
información que desmienta nuestros prejuicios es suficiente? No necesariamente.
Ello se puede apreciar con el temor respecto al contagio de VIH y la discriminación
que puede desencadenar por este. Es necesario ser conscientes de nuestros prejuicios,
los temores que los sostienen y relativizar nuestras ideas preconcebidas
permanentemente para poder cambiar de actitud y modificar nuestra conducta
frente a los demás.
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