Había olvidado completamente los cuentos que hacía cuando tenía trece años. Las clases de literatura del colegio nos inspiraban a escribir nuestras propias historias. Recuerdo que Jorge Eslava, nuestro profesor en esa época, nos introdujo en el relato corto con el famoso cuento del dinosaurio.
Hace un par de días encontré un cuaderno de esa época en una vieja caja. Poco pulidos pero llenos de entusiasmo, aquí van tres intentos de cuento de 1986.
Me faltaba poco para llegar a la cima. Subía y subía pero no llegaba. Paré un rato, estaba mareada. Perdí el equilibrio y caí. Yo sentía que caía, caía y caía pero no llegaba al suelo. Era una sensación horrible, parecía que el cuerpo se me quedaba arriba. Cuando ya estaba a pocos metros del suelo grité, grité con toda mi fuerza; de pronto, desperté con un grito y me encontré en mi cama. El reloj daban las dos y media de la madrugada, ahora esperaba dormir tranquila.
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Metamorfosis
Estaba subiendo un árbol que era muy grande. Me demoré semanas en poder subir pero subía tan lento que parecía que me arrastraba. Cuando llegué a la copa del árbol me enredé en un hilo blanco que me cubrió. Pasé enredado varias semanas hasta que el hilo se puso más suave y lo rompí. Empecé a mover mis brazos y me fui volando.
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Retrato*
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* título posterior