El avance de la ciencia ha
permitido mejorar la calidad de vida de las personas y salvar muchísimas
también. Los trasplantes de órganos y tejidos son claros ejemplos de ello. La
cantidad de personas que pueden recuperar su salud es innumerable pero los
avances médicos no siempre van a la par del cambio de actitudes de las
personas. La ciencia brinda las herramientas necesarias para mejorar las
condiciones de los que esperan un trasplante pero para que ello pueda hacerse
realidad se necesita una cultura de donación de órganos; y ello requiere
sensibilizar y concientizar a las personas sobre el beneficio colectivo de la donación
de órganos.
¿Qué determina que una
persona esté dispuesta a donar sus órganos o los de un familiar fallecido?
Definitivamente no es un asunto sencillo, hay diversos factores implicados en
este tema. En primer lugar, la falta de información sobre el procedimiento y
los detalles es un punto en contra para la donación. No es casualidad que los
países con mayor acceso a una buena educación tiendan a tener índices más altos
en este sentido.
Sin embargo, la voluntad de
donar órganos no solo es cuestión de contar con la información necesaria, el temor
y la desconfianza son otras variables que se deben tomar en cuenta. Muchas
veces se mantiene la esperanza de que los familiares puedan recuperarse cuando
ocurre una muerte cerebral, aunque se les haya dicho lo contrario. El dolor de
perder a un familiar es enorme y difícilmente las personas pueden pensar en la
posibilidad de la donación en esos momentos, a menos que ya haya estado
estipulado previamente y la familia dé el consentimiento.
Las creencias religiosas
también influyen en la decisión favorable o desfavorable a la donación. Algunos
estudios señalan una relación positiva entre el nivel de religiosidad y la
actitud temerosa hacia la muerte con la menor disposición a donar órganos.
Otros estudios han intentado
correlacionar también ciertos rasgos de personalidad con la disposición a la
donación. Aunque los resultados no son concluyentes, la actitud favorable hacia
la donación parece estar relacionada con una conducta prosocial, mayor
solidaridad y empatía. Es necesario tener un sentido de comunidad y ayuda al
prójimo, un elevado altruismo y preocupación por los otros, además de un alto nivel
de desprendimiento. No es una tarea fácil pero es posible crear conciencia del
beneficio que puede implicar para todos. Nadie está libre de necesitar un
trasplante en algún momento de su vida.
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