Varias frases populares
asocian la felicidad con el dinero: “el dinero no da la felicidad pero es lo
que más se acerca a ella”, “el dinero no brinda felicidad pero ayuda a
comprarla” o “el dinero no puede hacer que seamos felices pero es lo único que
nos compensa de no serlo”. Si bien se repite una y otra vez que el dinero no
asegura la felicidad, todos estos los refranes terminan asociándolo a una
suerte de remedio o sustitución de esta. El mundo está organizado de tal forma
que se tiende a pensar que ser felices está directamente relacionado a tener
objetos materiales. Si esa es la definición de la felicidad entonces el dinero
es vital para alcanzarla. Es cierto que un sueldo alto puede cubrir las
necesidades básicas y brindar tranquilidad a las personas para disfrutar de
diversos aspectos de su vida pero allí termina la relación. Si no fuese así,
los millonarios serían felices y los pobres infelices e innumerables veces
observamos lo contrario. La felicidad está asociada a la satisfacción personal.
La gente más feliz es la que se siente plena con lo que logra y disfruta de
ello. Tiene que ver más con una actitud optimista hacia la vida y la capacidad
de valorar cada momento.
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