A la mayoría de personas les
gustan los animales aunque no todos tienen o han tenido, alguna vez, una
mascota. No obstante, los que comparten su vida con algún perro, gato, conejo,
ave u otro animalito; saben lo afortunados que son.
Las mascotas traen múltiples
beneficios a las personas. El vínculo que se forma con estos pequeños
compañeros es diferente y especial. El cariño que brindan las mascotas es constante
y desinteresado. Siempre están allí para acompañar y acurrucarse junto a su
“humano”. Y es que para disfrutar plenamente de una relación como esta no es
posible ser amo y tratar a los animales como una posesión más. Es un vínculo en
el que se da y se recibe por igual.
Compartir la vida con una
mascota es, ante todo, una responsabilidad. Es deber de las personas cuidar de
los animales a su cargo y cubrir todas sus necesidades básicas. A cambio, ellos
brindan compañía, sosiego, apoyo en momentos de pesar y alegría con sus tiernas
acciones.
Diversos estudios se han
centrado en los beneficios que traen las mascotas para la salud de las
personas, especialmente a los adultos mayores, al punto que se les considera
como una medicina preventiva. Acariciar una mascota produce efectos relajantes
en la persona, lo que favorece la disminución de la presión arterial. Además de
mitigar la soledad, también favorece que el adulto mayor se enfoque en el
cuidado de estos, estimule la comunicación y se sienta útil y motivado, lo que
beneficia la autoestima y bienestar psicológico general.
Todas las personas que
tienen la suerte de tener una mascota saben que, el solo hecho de verlas al
llegar a casa luego de un largo día, mejora instantáneamente su humor y permite
dejar de lado todos los problemas para disfrutar de un simple juego con una pelota,
cuerda o un palo de madera. Compartir con ellos ayuda a eliminar el estrés
cotidiano y promueve el ejercicio, además de estimular la expresión de
emociones.
Seguramente algunas personas
leerán estas líneas pensando en los gastos y dificultades que pueden
desprenderse de convivir con un compañero perruno o gatuno. Por supuesto es un costo extra, en
términos de dinero y obligaciones diarias con ellos. Además, no faltan los
amigos que señalen el mueble raído de la sala y sentencien que no se tendrá
nunca una casa decorada cual revista que se pueda presumir; pero lo que
probablemente piensan los amantes de las mascotas, es que ningún sillón les
producirá nunca la felicidad que le brindan esos compañeros de cuatro patas.
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