La indignación es un
sentimiento intenso y visceral pero también natural y necesario. Pero ¿por qué es
importante experimentar una sensación así? La indignación se produce ante un
acto que es considerado injusto, ofensivo o perjudicial. Se expresa por el
enfado, el enojo o la ira frente a un agravio. La in-dignación expresa que se
ha afectado la dignidad; y esta, es el respeto y estima que tiene alguien de sí
mismo y merece que otros consideren. La palabra “digno” viene del latín valioso.
Una persona digna es una persona con valor. Conservar la dignidad es mantener
el honor y hacer respetar los propios derechos como persona. Ello también vale
para los demás, por supuesto. Si otra persona es tratada de manera indebida o
injusta nos sentiremos indignados si somos capaces de ponernos en su lugar.
Diversas situaciones sociales llevan a experimentar indignación y es
imprescindible indignarse ante las injusticias para poder actuar frente a ellas.
No obstante, es fundamental aprender a canalizar ese sentimiento para no proceder
impulsivamente. Una emoción tan intensa puede llevar a reaccionar sin mediación
o procesamiento racional alguno y desembocar en agresión y violencia. Por ello,
es necesario transformar la indignación en el motor que lleve a acciones
constructivas y a cambios favorables para todos.
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