Si bien no se puede hablar
de un perfil de personalidad específico entre los jugadores patológicos, se puede
identificar algunos rasgos asociados a este problema como una conducta
impulsiva, la búsqueda de sensaciones y riesgos, poca capacidad para enfrentar
la realidad, necesidad de excitación constante, entre otros. Se considera que
la ludopatía es un problema de control de impulsos. La persona no puede regular
el deseo de jugar y lo hace constantemente a pesar de las pérdidas económicas
que le ocasionan. Los síntomas del juego patológico son similares a los
definidos para el abuso de drogas, por eso la ludopatía es considerada una
adicción sin sustancia. El juego provee fascinación y placer momentáneo pero
luego se cae en angustia. Dentro de los
criterios diagnósticos se describen los siguientes: preocupación reiterada por
jugar, necesidad de aumentar la frecuencia de las apuestas para conseguir la
excitación deseada, intentos infructuosos y repetidos de reducir o parar el
juego, irritabilidad durante los momentos de abstinencia, utilización del juego
para escapar de problemas o para mitigar un estado deprimido, intentos
repetidos de recuperar el dinero luego de perderlo, ocultar el problema,
recurrir a engaños o fraudes para seguir jugando y arriesgar relaciones
significativas. La aceptación del problema es el primer paso para la
recuperación.
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