En esta época en la que los
divorcios son más comunes que décadas atrás, es más probable que se den nuevas
uniones entre personas que ya tienen hijos. Las familias ensambladas se caracterizan
por estar formadas por dos personas, en la que una o ambas, tienen hijos de una
relación o matrimonio anterior.
Este tipo de familias se
enfrentan a retos diferentes que los que se plantean los que se casan por
primera vez y sin hijos. Cada uno de los miembros de la pareja ha pasado por
una pérdida importante, ya sea una separación amigable, difícil o viudez. Los
hijos también han tenido que procesar el divorcio o muerte de uno de los
progenitores y cada uno lo habrá enfrentado de manera distinta.
Consolidar una nueva
relación en estos términos implica paciencia y tacto. Esto no es fácil, sobre
todo al inicio, y puede haber factores que dificulten el proceso como la
negativa de los hijos a que el padre (o madre) retome su vida amorosa o las
fantasías de que sus progenitores vuelvan a unirse.
Es recomendable asegurarse
que todos los miembros de cada familia hayan resuelto los duelos previos para
poder adaptarse satisfactoriamente a la nueva estructura familiar. Será
imprescindible entonces ponerse en el lugar de los diferentes miembros de la
nueva familia y hacer lo posible por satisfacer sus necesidades afectivas. Hay
que tomarse las cosas con calma y no apresurar la convivencia.
De hecho, cuando se da el
tiempo suficiente para que los hijos se conozcan y se adapten a la pareja de su
padre o madre, lo más probable es que se sientan parte de la familia, ganen
nuevos hermanos que serán tan queridos como los propios y una figura parental
estable que cumpla su rol con cariño.
Por otro lado, la
preocupación porque los hijos de ambos se lleven bien no debe impedir fortalecer
el vínculo de pareja. La estabilidad de la pareja será lo que permitirá que la
familia se constituya de manera sólida.
Algunas pautas básicas para
lograr una buena convivencia son establecer reglas justas para todos los
miembros de la familia. Trate a los hijos de su pareja con los mismos
parámetros que a los suyos, no haga diferencias visibles entre ellos.
Fomente la comunicación, las
actividades comunes y solidaridad entre estos. Poner límites claros, así como brindar
y recibir el respeto de todos los integrantes de la familia favorecerá una
buena convivencia.
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