Los que han nacido antes de
la década de los 80, seguramente recuerdan las nubes que se formaban dentro de
las casas, bares, cafeterías y hasta aulas de clase por el humo de los cigarros.
En esos tiempos en los que no había calado aún la conciencia del daño que
producía fumar, los niños tenían que acostumbrarse al desagradable olor del
cigarro y convertirse en fumadores pasivos irremediablemente.
Es recién en 1987 que la OMS
instaura el Día Internacional del No Fumador y con ello se inician las campañas
masivas para concientizar a la población sobre los efectos negativos del
tabaco, no solo para los fumadores sino también para todas las personas que están
alrededor de estos. Desde ese momento se ha visto una disminución progresiva de
las personas que fuman. La ley que prohíbe hacerlo en lugares públicos y las
campañas de información que se han realizado consistentemente han logrado modificar
la actitud de muchas personas frente al tabaco pero ¿qué ocurre en los hogares?
¿Los hijos de fumadores adquieren también este hábito?
Definitivamente la conducta
no sancionada en el hogar y que, por el contrario, es reforzada por las figuras
significativas puede favorecer el inicio del consumo de tabaco en los hijos a
pesar de que los padres no estén de acuerdo. No hay que olvidar que el
aprendizaje por observación es uno de los más efectivos. No obstante, esto no
se dará en el 100% de los casos. Algunos hijos tal vez rechacen el tabaco justamente
por haber estado expuestos al humo permanentemente.
Asimismo hay otros factores
involucrados en la adquisición del hábito de fumar. La adolescencia y sus
características particulares juegan un papel importante en este caso. Esta etapa
se caracteriza por la búsqueda de identidad, la importancia del grupo de amigos
y curiosidad especial por asuntos que los hagan sentir adultos; y fumar sigue
siendo un signo de madurez para muchos adolescentes, a pesar de las campañas
informativas sobre el tema. Además el grupo de amigos ejerce una presión
constante en los jóvenes para iniciar ciertas conductas y la sensación de
invulnerabilidad, que acompaña a los adolescentes, juega en contra del mensaje
sobre los efectos negativos que acarrea el cigarro.
¿Qué hacer? Una conducta
originada por diversos factores debe ser prevenida también desde diferentes
frentes. Además de las campañas permanentes que deben darse desde el nivel
primario, es necesario conversar en el hogar sobre lo dañino que es fumar y dar el ejemplo
respectivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario