Todos los que tienen hijos
saben lo importante que es inculcarles principios morales y normas para vivir
en sociedad y relacionarse satisfactoriamente con otras personas. Valores como
la honestidad, la responsabilidad, la colaboración, entre otros; son
indispensables en la formación de los niños y adolescentes.
La familia, la escuela y la
sociedad son los principales agentes socializadores, que en mayor o menor
medida, trasmiten los principios con los cuales guiar la propia conducta, así
como los ideales a los que aspirar en nuestro contexto social.
En este sentido, el dinero,
que generalmente se asocia con el éxito, ocupa un lugar privilegiado y los
niños lo aprenden desde muy temprano. Otro ideal común en nuestra sociedad es
el del joven emprendedor, aquel que inicia un negocio y gana dinero. En varios
colegios, incluso, se han incorporado programas destinados a ello. No es
extraño entonces, que los pequeños estén orientados a buscar “cachuelos” y
ganar propinas por realizar diferentes labores o actividades.
Algunos padres optan por pagar
a los hijos por realizar diferentes tareas en el hogar como lavar el carro,
dictar clases a los hermanos u otras. Cada familia se organizará de diferente
manera y tendrá sus propias costumbres, patrones de relacionamiento y
negociación. No obstante, es imprescindible diferenciar las responsabilidades
propias de cada niño, las tareas que cada miembro debe realizar como parte de
la familia y lo que se considera un “trabajo extra” ocasional fuera de los deberes
habituales.
Por ejemplo, cada niño debe
ir aprendiendo desde pequeño a hacerse cargo de su aseo personal y sus
pertenencias. A medida que va creciendo puede ir asumiendo algunas tareas en la
casa como botar la basura, ir a comprar o ayudar con alguna otra labor
doméstica. Estas actividades que son parte de la rutina y la organización
familiar no deberían ser pagadas. Si usted empieza a darles dinero por ordenar
su cuarto, hacer la tarea o terminar el almuerzo, pronto sus hijos creerán que
toda recompensa es monetaria y no harán nada sin ganar dinero.
Lo que es peor, no aprenderán
valores como colaboración y responsabilidad. En estos casos es necesario que
las recompensas sean sociales. Es decir, brindarles un reconocimiento verbal o
un premio simbólico (no monetario) por su ayuda. Ello no impide que promovamos
iniciativas para ganar dinero con otras actividades ocasionales como ayudar en
el trabajo de los padres, vender manualidades u otras alternativas de acuerdo a
su edad; pero no olvide siempre tener en perspectiva los valores que está
promoviendo.
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