Uno de los aspectos más
característicos de la sociedad actual es el uso masivo de la tecnología y los
medios virtuales. Estos pueden facilitar el trabajo y las actividades de la
vida diaria pero también han cambiado la manera de interactuar de las personas,
especialmente de los más jóvenes quienes han crecido en la era de internet.
Las redes sociales se han
vuelto el escenario en el que se encuentra gente, se forman parejas y hasta se
terminan relaciones. Cuando conocen a alguien en una fiesta, los jóvenes se
añaden a diversas redes sociales inmediatamente y quedan en “encontrarse” en el
chat para conversar. El espacio virtual es ahora el “nuevo barrio”.
Más allá de juzgar esta
modalidad (a los adultos que no están inmersos en este mundo les cuesta
entender esta nueva dinámica); sería provechoso
intentar entender por qué las redes sociales han ganado tanto espacio entre los
adolescentes. Por supuesto, es un fenómeno complejo que no responde a un solo
factor causal pero aquí algunas hipótesis.
Para muchas personas es más
sencillo relacionarse a través de una pantalla, especialmente al inicio de una
relación. Las señales no verbales que usualmente te delatan en las primeras
citas están cubiertas. No quedan expuestos los nervios, la timidez, el rubor en
el rostro. Ello permite, además, que algunos se animen a hablar más de ellos
mismos.
El mundo virtual plantea una
paradoja, uno se siente lejos, y a la vez, cerca del otro. Esto facilita la aproximación
en cierta medida pero puede conllevar riesgos también porque los límites se
vuelven difusos en esta nueva realidad compartida (virtual); lo que lleva a mostrar,
en ocasiones, más de lo que se quisiera amparados en la “distancia” geográfica
y a la vez, animados por la “cercanía” emocional que se experimenta en ese espacio.
Además la inmediatez que
permite una interacción constante satisface la necesidad de estar “conectado”
con otros permanentemente y no deja sentir la falta, aunque ello puede resultar
más perjudicial. Es saludable mantener cierta distancia que preserve la
individualidad. Se debe aprender, también, a estar solo con uno mismo. Además
es imprescindible consolidar los vínculos en la realidad. Es allí donde es
posible corroborar la atracción mutua, las intenciones reales del otro y la
profundidad de la relación. Felizmente la mayoría de personas son capaces de
utilizar conscientemente los medios virtuales y construir una intimidad física
y emocional adecuada en el mundo real.
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