Se inicia el último bimestre
del año académico y para muchos estudiantes la suerte está echada. Si su
rendimiento escolar ha sido deficiente, lo más probable es que ellos, y sus
padres, estén preocupados por la posibilidad de perder el año.
En la mayoría de colegios la
repitencia escolar es un tema común y usualmente se considera responsabilidad exclusiva
del alumno. Es el estudiante el que debe dar la talla y rendir igual que el
resto. Sin embargo, estudios pedagógicos señalan que cada niño aprende a su
ritmo y de manera diferente. Por lo tanto, lo ideal es acompañarlos en su proceso
de aprendizaje particular sin presionarlos para que logren su máximo potencial.
Lamentablemente el sistema educativo actual, que generalmente es masivo, no
permite el seguimiento cercano de cada alumno. Los que se quedan atrás deben
volver a estudiar todo el programa una vez más.
¿Es esto beneficioso o
perjudicial? Se puede alegar que si el alumno no ha aprendido los contenidos necesarios
que le corresponden, lo recomendable es que haga otro intento. No obstante, si
las condiciones son las mismas, es probable que el fracaso se dé una vez más.
Por ello, es necesario examinar cuáles son las dificultades y en qué áreas se
expresan para intervenir oportunamente y lograr un cambio real.
Lo ideal, por supuesto, es
prevenir la repitencia y actuar desde los primeros meses del año. Si el colegio
no brinda una atención especializada entonces será recomendable buscar un
especialista que programe un trabajo focalizado para llenar los vacíos
académicos y mejorar el aprendizaje del niño.
Es importante tomar en
cuenta que la repitencia puede traer más dificultades al alumno si no se le
brinda el soporte educativo y emocional necesario. Pueden manifestar problemas
de comportamiento, baja autoestima, desadaptación socio-emocional con sus
compañeros (tendrá que integrarse a un nuevo grupo además de concentrarse en su
desempeño académico). Todo ello puede afectar sus logros, justamente en las
áreas que debe reforzar.
Por ello, lo más
recomendable es hacer un balance de pros y contras. Si por ejemplo, el alumno
es menor que el resto de sus compañeros o su nivel madurativo no permite que afronte
los retos del año, estará en desventaja con el grupo y ello lo puede llevar a
fracasar en algunas áreas. En estos casos, será mejor colocarlo en el nivel que
le corresponde lo más temprano posible.
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