lunes, 28 de julio de 2014

Cuentos del baúl

Había olvidado completamente los cuentos que hacía cuando tenía trece años. Las clases de literatura del colegio nos inspiraban a escribir nuestras propias historias. Recuerdo que Jorge Eslava, nuestro profesor en esa época, nos introdujo en el relato corto con el famoso cuento del dinosaurio. 

Hace un par de días encontré un cuaderno de esa época en una vieja caja. Poco pulidos pero llenos de entusiasmo, aquí van tres intentos de cuento de 1986.



El sueño*

Me faltaba poco para llegar a la cima. Subía y subía pero no llegaba. Paré un rato, estaba mareada. Perdí el equilibrio y caí. Yo sentía que caía, caía y caía pero no llegaba al suelo. Era una sensación horrible, parecía que el cuerpo se me quedaba arriba. Cuando ya estaba a pocos metros del suelo grité, grité con toda mi fuerza; de pronto, desperté con un grito y me encontré en mi cama. El reloj daban las dos y media de la madrugada, ahora esperaba dormir tranquila. 

------------------------

Metamorfosis


Estaba subiendo un árbol que era muy grande. Me demoré semanas en poder subir pero subía tan lento que parecía que me arrastraba. Cuando llegué a la copa del árbol me enredé en un hilo blanco que me cubrió. Pasé enredado varias semanas hasta que el hilo se puso más suave y lo rompí. Empecé a mover mis brazos y me fui volando. 

-----------------------



Retrato*


Llegué a mi casa más cansada que nunca. Introduje la llave, abrí la puerta suavemente. Con lo que primero me topé fue con un cuadro muy extraño, nunca lo había visto. Era el retrato de un viejo con una vestimenta del siglo pasado. Tenía en la cara una expresión de maldad que me causaba miedo. Traté de olvidarme y me fui a dormir. Al día siguiente al despertarme me lo encontré colgado frente a mi cama. Esta vez era otro señor y con una sonrisa irónica. Me fui, regresé en la tarde, el cuadro tenía de nuevo una cara de maldad pero esta vez era una señora. Lo tomé con miedo, subí las escaleras hasta el desván y lo tiré ahí. Cerré la puerta con llave y candado. Me fui a dormir pero no podía hacerlo. Me sentía encerrada. Subí al desván muy despacio, abrí el candado. Apenas entré se cerró la puerta. traté de abrirla y no pude. Me resigné. Ahora estaba sentada frente a mi retrato que me sonreía.

-----------------------
* título posterior