jueves, 30 de mayo de 2013

El cigarro y los hijos

Los que han nacido antes de la década de los 80, seguramente recuerdan las nubes que se formaban dentro de las casas, bares, cafeterías y hasta aulas de clase por el humo de los cigarros. En esos tiempos en los que no había calado aún la conciencia del daño que producía fumar, los niños tenían que acostumbrarse al desagradable olor del cigarro y convertirse en fumadores pasivos irremediablemente.
Es recién en 1987 que la OMS instaura el Día Internacional del No Fumador y con ello se inician las campañas masivas para concientizar a la población sobre los efectos negativos del tabaco, no solo para los fumadores sino también para todas las personas que están alrededor de estos. Desde ese momento se ha visto una disminución progresiva de las personas que fuman. La ley que prohíbe hacerlo en lugares públicos y las campañas de información que se han realizado consistentemente han logrado modificar la actitud de muchas personas frente al tabaco pero ¿qué ocurre en los hogares? ¿Los hijos de fumadores adquieren también este hábito?

Definitivamente la conducta no sancionada en el hogar y que, por el contrario, es reforzada por las figuras significativas puede favorecer el inicio del consumo de tabaco en los hijos a pesar de que los padres no estén de acuerdo. No hay que olvidar que el aprendizaje por observación es uno de los más efectivos. No obstante, esto no se dará en el 100% de los casos. Algunos hijos tal vez rechacen el tabaco justamente por haber estado expuestos al humo permanentemente.
Asimismo hay otros factores involucrados en la adquisición del hábito de fumar. La adolescencia y sus características particulares juegan un papel importante en este caso. Esta etapa se caracteriza por la búsqueda de identidad, la importancia del grupo de amigos y curiosidad especial por asuntos que los hagan sentir adultos; y fumar sigue siendo un signo de madurez para muchos adolescentes, a pesar de las campañas informativas sobre el tema. Además el grupo de amigos ejerce una presión constante en los jóvenes para iniciar ciertas conductas y la sensación de invulnerabilidad, que acompaña a los adolescentes, juega en contra del mensaje sobre los efectos negativos que acarrea el cigarro.

¿Qué hacer? Una conducta originada por diversos factores debe ser prevenida también desde diferentes frentes. Además de las campañas permanentes que deben darse desde el nivel primario, es necesario conversar en el hogar  sobre lo dañino que es fumar y dar el ejemplo respectivo. 

Aspectos psicológicos de la infertilidad

Aún en la actualidad que hay un porcentaje creciente de personas que deciden no casarse, y algunas otras optan por no traer hijos al mundo, la sociedad sigue apostando por la familia nuclear con hijos como la norma a la que todas las personas, más temprano o más tarde, deben alinearse.

Es por ello que cuando una pareja se establece, se espera como parte de un proceso natural, que “agranden la familia”; y cuando se presentan dificultades para lograr un embarazo ello sea fuente de tensión y malestar para ambos cónyuges. Por supuesto, cada pareja enfrentará la noticia de manera particular en función de cuán importante es ello en su plan de vida. Mientras mayor sea el deseo de tener un hijo, más elevado puede ser el nivel de estrés que sienta la pareja frente a la infertilidad.

Algunas reacciones comunes son experimentar un shock inicial y negar el problema. Es probable que busquen diferentes opiniones antes de aceptarlo y se sientan culpables por lo que están viviendo y responsables por la dificultad o alberguen resentimientos contra la pareja que no puede engendrar.

Estudios psicológicos con parejas que estaban realizando un tratamiento para lograr un embarazo han descrito la presencia, en uno o en ambos, de algunas características psicológicas negativas como baja autoestima, pobre imagen y confianza en sí mismos y sensación de sentirse incompletos o con algún defecto. Además se ha encontrado estado de ánimo deprimido, ansiedad y miedo. La relación de pareja y la vida sexual también suele verse afectada en varios casos. Sin embargo, estas reacciones no se darán en todos los casos ni con la misma intensidad.


No se puede generalizar estos resultados a todas las parejas que tengan dificultades de fertilidad, pero sí hay un subgrupo que puede presentarlas y ello está relacionado con diversos factores de riesgo como dificultades psicológicas pre existentes, el género (las mujeres suelen estar más presionadas socialmente), dificultades previas en la relación de pareja y efectos secundarios del tratamiento médico para la infertilidad. En estos casos es necesario contar con apoyo psicológico. Será decisiva la actitud positiva de la pareja para afrontar el diagnóstico y tratamiento. La comunicación entre ambos, el soporte mutuo y la voluntad de disfrutar la vida en pareja, sea cual sea el resultado del tratamiento, serán puntos vitales para sobrellevar adecuadamente este proceso.

El cuidado del cuidador

Cuidar a un enfermo o persona mayor es una tarea difícil que implica paciencia, resistencia y constancia. Las personas que se encargan de un pariente con una dolencia crónica están bajo un nivel de estrés permanente y tienden a dejar de lado su vida personal, social y laboral. Diversos estudios señalan que la exigencia de la tarea lleva al cuidador principal a experimentar varios problemas físicos y emocionales. Se ha encontrado evidencia de mayores tasas de hipertensión, cefaleas, alergias e incremento de glucosa, colesterol y triglicéridos. En el aspecto psicológico los cuidadores suelen presentar trastornos de sueño, síntomas de depresión, ansiedad, ira, desesperanza y preocupación por el futuro. Por supuesto, no todos experimentarán dichas dificultades. Estas se exteriorizarán en mayor medida cuando se presentan factores de riesgo como asumir más tareas de las que se pueden manejar, no pedir o no aceptar ayuda de otros, descuidar su bienestar físico y psicológico por cuidar al enfermo, entre otras. A menudo las personas que cuidan a un familiar se muestran abatidas por sentirse agobiadas y se creen egoístas por dedicarse a sus propias necesidades e intereses pero ello es erróneo. Los cuidadores deben cuidarse a sí mismos para tener la fuerza, la capacidad y la disposición para velar por su familiar satisfactoriamente. 

lunes, 20 de mayo de 2013

Hábitos alimenticios


Cada familia tiene sus propias costumbres. Algunas son muy deportistas o playeros, otras tienen miembros que son ávidos lectores, fanáticos de la televisión o cinéfilos, trasnochadores o madrugadores, entre otras muchas características que describen a un grupo familiar.
Asimismo, los hábitos de alimentación también son particulares a cada familia. Por ejemplo, en algunos hogares se acostumbra comer verduras todos los días y en otros, rara vez las incluyen en las principales comidas. Algunos privilegian el desayuno, otros prefieren saltarlo y esperar hasta el almuerzo. Si bien la mayoría conoce cuál es la manera más adecuada de alimentarse, no es sencillo cambiar algunos hábitos poco saludables. Ello toma tiempo y esfuerzo, y en el caso de la alimentación el cambio suele ser más difícil aún, ya que ella está ligada a lo afectivo.
La comida no solo es fuente de alimentación sino que está conectada a las emociones. Comer satisface el hambre pero también brinda placer y esa conexión está presente desde que nacemos. El bebé se alimenta y se calma al mamar. Se nutre de cariño a la vez que sacia su apetito. Por ello, no es extraño que la comida sea también fuente de gratificación emocional durante toda nuestra vida.
Esta conexión emocional se refleja también en los hábitos alimenticios de las familias. La comida es también una manera de compartir tiempo en familia y brindar cariño.
Es común que las personas se reúnan a comer fuera de casa periódicamente y no siempre se escogen las opciones más saludables, sino más bien las más sencillas. Lamentablemente en la mayoría de casos, las comidas más atractivas resultan casi siempre las menos adecuadas como es el caso de la “comida chatarra”. Esta es disfrutada por grandes y chicos por igual, aunque son estos últimos los que son incentivados por las empresas que incluyen juguetes en los menús infantiles.
A pesar que no es la opción más recomendable, consumir comida chatarra de vez en cuando, no tendría que ser un problema a menos que su familia sea muy cuidadosa en la alimentación. Cada familia tiene sus preferencias y estas suelen ser parte de las costumbres alimenticias que poseen. No obstante, si desea eliminar la comida rápida de su alimentación, puede cambiar sus hábitos si se lo propone seriamente. El secreto está en ser constantes y consecuentes. Si no quiere que sus hijos se habitúen a comer comida poco saludable, acostúmbrelos desde pequeños a otro tipo de alimentación. No la compre ni la consuma usted porque les estará dando el ejemplo a seguir. 

martes, 14 de mayo de 2013

Talleres para todos los gustos


La oferta de talleres recreacionales, educativos y  terapéuticos se multiplica cada día. Hay una infinidad de opciones para escoger de acuerdo a los gustos intereses y necesidades de cada persona. Desde los artísticos como pintura, música, escultura; los que desarrollan aspectos psicológicos específicos como habilidades sociales, inteligencia emocional, autoestima; hasta los que se enfocan en optimizar habilidades específicas como motivación, liderazgo, comunicación efectiva, etc. Tal vez se pregunte el porqué del nombre “taller” que hace pensar en un lugar donde se fabrican o reparan cosas y en qué consiste esta metodología tan difundida. La palabra taller viene del francés “atelier” que es el lugar donde se realiza un trabajo, generalmente manual, como artesanía o pintura.  Cuando se habla de talleres en ámbitos educativos se hace referencia a un tipo de metodología particular en la que se combina la teoría con la práctica y se aprende haciendo. Se participa activamente y se trabaja sobre una tarea específica. El taller es una actividad cooperativa y de aprendizaje conjunto en la que se reflexiona, analiza y se busca soluciones adecuadas a los problemas. En el aspecto psicológico, favorece la expresión de emociones a través de diferentes dinámicas que buscan que la persona sea consciente de diversos aspectos por una vía más vivencial.

Volver al trabajo luego de la maternidad


La maternidad cambia todo en la vida de las mujeres. De pronto un nuevo ser ocupa todo tiempo y pensamiento de la flamante madre.  Entre la contemplación del retoño, la preocupación por hacer todo correctamente (darle de mamar, cambiarle los pañales, bañarlo, estimularlo, etc.) no queda tiempo para nada más, ni siquiera para dormir.

Felizmente al pasar los días los horarios se van organizando, los ritmos de madre y bebé se sincronizan a medida que la madre va conociendo a su bebé, y adquiriendo seguridad en sí misma y su capacidad de cuidado.

Luego de dos o tres meses un tanto difíciles, y cuando parece haberse logrado un nuevo equilibrio en casa, aparece un nuevo cambio: se acaba el permiso de maternidad y hay que regresar al trabajo.

La vuelta al mundo laboral luego de la maternidad plantea un nuevo reto para la madre pero no es una tarea imposible. En la actualidad un gran porcentaje de mujeres que tienen hijos trabaja, muchas de ellas por necesidad económica pero también hay una buena porción de mujeres que quieren seguir desarrollando su línea de carrera. Ambas opciones son igualmente válidas, aunque la sociedad siga insistiendo en una imagen de madre bastante alejada de la realidad.

La maternidad y el trabajo no tienen por qué ser incompatibles. Si bien ser madre y trabajadora es una tarea complicada, esta doble labor es vivida de manera diferente por cada mujer. La forma de experimentar y enfrentar esta nueva situación dependerá de si la madre tiene un trabajo a tiempo completo, a medio tiempo o trabaja de manera independiente. Además de ello, algunas mujeres pueden sentirse agobiadas por la idea de tener que dejar a su bebé para irse a trabajar mientras otras pueden estar ansiosas por regresar a su trabajo porque temen perder el puesto, quieren volver a su rutina laboral o quieren escapar unos momentos de la ruleta eterna: comida, chanchito, cambio de pañal. 

Si bien hay diversos motivos, hay un aspecto común en todos los casos: el sentimiento de culpa que experimentan las mujeres. Ya sea por dejar a su bebé para trabajar o por dejar el trabajo y su carrera de lado por encajar en el papel de “buena madre” que dicta la sociedad.

Es necesario decidir sin culpas lo que se quiere hacer realmente, ya sea regresar o no al trabajo y cuándo o cómo hacerlo. Por supuesto se deben tomar en cuenta los pros y contras de todas las opciones y barajar las posibilidades que se tengan a mano. Finalmente, lo importante es que la madre se sienta plena y satisfecha con su decisión, porque ello favorecerá que esté más contenta y le dé lo mejor de sí misma a su bebé en los momentos que pase con este.

martes, 7 de mayo de 2013

Ataque y huída


Si alguna vez salió corriendo al escuchar un ruido fuerte o le dio un manazo a alguna persona que la asustó de manera imprevista, quiere decir que su mecanismo de reacción ante el peligro funciona. Este se pone en práctica automáticamente cada vez que nos encontramos en una situación que evaluamos como peligrosa y nos lleva a huir o atacar. Toda una serie de procesos se desarrollan inmediatamente en nuestro cerebro, específicamente en el sistema límbico, el cual activa un sistema de alarma que nos prepara para sobrevivir. Se agudiza la percepción, se incrementa la presión arterial, se intensifica el metabolismo, la sangre va hacia los músculos, sube la glucosa y aumenta la actividad mental. Las emociones se disparan, especialmente el miedo y la ansiedad. La evaluación cognitiva que hagamos de la situación nos llevará a tomar una acción que tendrá como objetivo preservar la vida. No obstante, la evaluación que realicemos y la conducta que sigamos no siempre será la más adecuada. Por ejemplo, luchar con un ladrón que tiene un arma para evitar que se lleve nuestras pertenencias. La reacción idónea ante un peligro dependerá de la circunstancia en la que nos encontremos, el análisis que realicemos de las posibles maneras de actuar y la opción que escojamos finalmente.

Tipos de familia y su influencia en el bienestar de los niños


Existen diversos tipos de familias, cada una con sus características particulares: las biparentales, en la que se cuenta con la presencia de ambos padres; las monoparentales, en las que los niños viven con un solo progenitor, ya sea la madre o el padre; las extendidas, que incluyen a los abuelos, tíos, primos u otros miembros de la familia; las ensambladas, que se forman cuando uno de los padres entabla un nuevo compromiso con o sin otros hijos; entre otras.
De acuerdo a las cifras del “Mapa Mundial de la Familia 2013” en el Perú el 66% de los niños crecen con ambos padres, el 24% con un solo padre y el 10% sin ningún padre. Además el 51% de hogares corresponden a familias extendidas.

No obstante, a pesar de la diversidad que existe, se suele pensar que la única estructura familiar que favorece el bienestar emocional de los niños es la que cuenta con la presencia de ambos padres. Esta idea es compartida por la gran mayoría de personas como demuestran también los datos recogidos por el informe mencionado. En este se registra que el 93% de adultos en el Perú cree que los niños necesitan vivir con ambos padres para crecer felices.

¿Ello significa que hay un tercio de hogares con niños que son infelices por el tipo de familia que tienen?, ¿todos los niños que crecen con la presencia de sus dos padres tienen asegurado su bienestar emocional y desarrollo pleno?
El tipo de familia en el que uno se cría es un factor más de muchos que influyen en la salud emocional de los hijos, y no el único. El mismo informe señala que en muchos países la estructura familiar parece no ser tan relevante para predecir algunos aspectos como el nivel de educación de los menores. Y es que existen diversas situaciones que pueden influir positiva o negativamente en la salud familiar. Un hogar con un solo padre que está emocionalmente disponible, es empático con las necesidades de sus hijos y abierto a la comunicación, influirá positivamente en el bienestar de estos y les brindará el soporte emocional que requieren.
Por otro lado, una familia nuclear completa que presenta una dinámica disfuncional, en la que hay violencia familiar, poca capacidad de los padres para involucrarse emocionalmente con los hijos o pautas de crianza inadecuadas, puede generar diferentes dificultades psicológicas en los niños. 
Hay muchos tipos de familias, las más adecuadas para el bienestar de los niños son las que desarrollan vínculos sólidos, ofrecen cariño incondicional, brindan comprensión y apoyo; sin importar cuantos miembros la conformen.