sábado, 12 de diciembre de 2009

Trozos de Realidad

Antibióticos

Ya no recuerdo cuando llegué aquí. Sólo cuento las gotas del suero que caen con un ritmo estable. Sólo eso puedo controlar…




De pronto, la tranquilidad del cuarto se rompe con la irrupción de una enfermera:



- A ver mamás, tienen que ponerse de acuerdo. No podemos complacer a todas. Si una quiere aire acondicionado y otra no, ¿Cómo hacemos?



Trato de argumentar en mi rudimentario portugués que el aire está muy frío. Todas las madres explican su punto de vista y finalmente se decide apagarlo.



El cuarto vuelve a la calma. Cada niño en su cama desde donde ven la televisión. Unos minutos después, otra visita. Es la madre de Arturo, un niño del otro cuarto de pediatría. Entra contorneándose, buscando las miradas. Es difícil que pase desapercibida ya que es la única madre que usa taco aguja Nº 9 en el lugar. Ella cruza el umbral de la puerta pero inmediatamente después voltea y regresa a su cuarto. La madre de Rafael dice: como no hay ningún papá se regresa. ¿Te has dado cuenta Ana?, me pregunta.

Yo río y asiento sin dejar de ver las gotas del suero. El llanto de otro niño rompe nuevamente el breve silencio. Trato de calcular cuántas gotas más faltarán para que retiren el medicamento de la vena de mi hijo. Luego pienso que no importa, acaba esta dosis y en seis horas comienza todo de nuevo.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Locas por Edward



“Sí, estoy enamorada de un vampiro ficticio, destellante y frío, ¿Y?” dice uno de los varios stickers para auto que se han creado a propósito de la fiebre desatada por el reciente estreno de la película basada en la segunda novela de la Saga Crepúsculo.


Desde la publicación de la primera novela de Stephanie Meyer, millones de mujeres en el mundo han sucumbido a la trama romántica de la historia que mezcla lo sobrenatural con lo cotidiano, a los vampiros y hombres lobos con los humanos.


No es novedad que las historias de vampiros se hagan de miles de seguidores. Sin embargo, ésta en particular, parece haber captado la atención de las adolescentes y mujeres jóvenes especialmente, y no del público habitual de las historias de este género.


¿Cuál es la particularidad de esta historia que hace que todas las seguidoras de Crepúsculo hayan caído enamoradas de Edward?


Los vampiros han sido ya descritos antes como seres seductores e irresistibles, lo que los hacía particularmente atrayentes para sus víctimas. Los hombres lobo, por otro lado, también presentan en historias anteriores ciertas características deseables en su forma humana que permiten construir el drama romántico de los personajes principales. Por lo tanto, hay algo más en Crepúsculo que atrapa en menor o mayor medida a la mayoría de mujeres.


Creo que una posible explicación de este fenómeno se debe a la condensación de las fantasías románticas femeninas lograda por Meyer. Ésta, como su personaje principal en Crepúsculo, Isabella Swan, ha sido una ávida lectora de los clásicos románticos como Romeo y Julieta, Cumbres Borrascosas, Sensatez y Sentimientos, y otras más de Austen y las hermanas Bronte.


Crepúsculo entonces, nos muestra una especie de Romeo y Julieta contemporáneo pero con un toque sobrenatural. Dos adolescentes que viven su primer amor contra todos los obstáculos. Sin embargo, a diferencia de la novela de Shakespeare, Bella y Edward no luchan contra la oposición familiar sino contra sus propios instintos. No es una lucha con lo externo sino con lo interno.


Bella pasa por encima de su instinto de supervivencia al saberse enamorada de un vampiro que desea su sangre más que nada en el mundo. Edward, por su lado, lucha contra su “sed” de sangre humana, que ha podido controlar durante casi 100 años porque no quiere sentirse un monstruo, pero que resulta irresistible en el caso de Bella porque es “como su marca personal de heroína” como lo describe él mismo.


Sabemos que lo prohibido siempre nos atrae, ¿y hay algo más atractivo que un romance imposible, con cierto toque de peligro y de misterio, entre personajes tan diferentes?


Bella es descrita como una adolescente descoordinada y ensimismada, que no gusta de ser el centro de atención, pero que es madura emocionalmente y fuerte de carácter. Edward es el chico físicamente perfecto, pero distante e indiferente; y por si fuera poco, con misteriosos talentos.


Las fantasías románticas femeninas aparecen por doquier. El chico irresistible que creemos casi imposible de conquistar pero que nos salva milagrosamente, dejando ver sus dones especiales. El galán torturado y peligroso que soñamos con salvar y reformar. El hombre que nos ama por encima de sus impulsos y que haría lo que sea por nuestra seguridad y nuestro amor. El que puede cumplir “literalmente” con la promesa de estar juntos para siempre, y que incluso es capaz de aceptar nuestra indecisión amorosa entre él y su “enemigo”, al que además agradece por protegernos mostrando su amor incondicional.


Tal vez estas fantasías reflejen el típico orden cultural convencional de la heroína que debe ser salvada constantemente por su fragilidad (humana y no femenina en este caso), y el caballero andante noble y fuerte que nos defiende y profesa amor eterno; pero junto a esto, también se muestra a la heroína valiente y capaz de dar su vida por salvar a otros. Efectivamente, es ella la que en la batalla final salva a los dos clanes (vampiros y hombres lobo) de la amenaza externa. La muchacha inteligente y asertiva, que es capaz de luchar por sus deseos incluso ante el amor de su vida.


Se amalgaman así en Crepúsculo, fantasías femeninas antiguas y modernas, convencionales y de vanguardia, lo que permite a un público femenino diverso, conectarse con la historia desde un aspecto o varios de ellos, asegurando así un éxito editorial y de taquilla.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Tan Lejos Tan Cerca


Muchos pensadores desde la antigüedad se han ocupado de delimitar lo real y lo irreal. Algunas definiciones señalan que Realidad es todo lo que es percibido mediante los sentidos. Otras señalan que realidad es la existencia verdadera de una cosa. Sin embargo, sabemos que los sentidos pueden ser falibles. Nos permiten captar muchos estímulos pero también están influidos por factores personales, grupales y culturales de cada individuo que median la interpretación de lo que se percibe.
Otro tipo de Realidad es la que planteó el psicoanálisis hace más de 100 años al introducir el concepto de Realidad Psíquica para diferenciarlo de la Realidad material. La Realidad Psíquica designa lo que la persona considera como real en su mente. Las fantasías y deseos inconscientes, las resistencias y conflictos que conviven dentro de la mente de una persona y que ésta considera como coherentes y verdaderos. Esta realidad interna nos lleva a actuar de determinada manera con otras personas y el contexto a nuestro alrededor.
La Realidad Psíquica entonces, no pretende ser compartida como es el caso de la Realidad externa, material, “objetiva”, sino que es particular y única. La Realidad Psíquica es individual y verdadera en cada caso, ya que solo puede analizarse a sí misma.
Por otro lado, hace un par de décadas, asistimos a la emergencia de un nuevo tipo de Realidad: La Realidad Virtual. En ésta, asistimos a una nueva manera de entender lo real. Mediante la simulación de medios ambientales y mecanismos sensoriales por computadora, la persona puede sumergirse en un mundo artificial e incluso relacionarse con otros que también están inmersos en éste. Sin embargo, estas relaciones no están mediadas por el contacto sensorial directo, aunque a pesar de ello, ofrecen una “cercanía” muchas veces mayor a la que podría darse en la vida real.
Se plantea, entonces, una paradoja en la que la persona se puede sentir muy lejos y a la vez muy cerca de otra. Dos psiquismos se vinculan, dos Realidades psíquicas únicas. Los límites entre uno y otro individuo se vuelven difusos en esta nueva realidad compartida (virtual) y ello puede llevarnos a mostrar, en ocasiones, más de lo que uno quisiera, a revelar contenidos de nuestra propia Realidad Psíquica bajo el amparo de la “distancia” geográfica y a la vez, animados por la “cercanía” emocional.
Entonces, ¿Qué es Realidad?, ¿Cuál de las tres tiene más veracidad?
Todas pueden brindarnos mucha información pero ninguna es completamente verdadera o 100% objetiva. De eso no hay duda, pero ¿en cuál confiamos más cuando nos relacionamos con otra persona?
Creo que generalmente nos sentimos más cómodos con un encuentro con otro en la realidad concreta y material, ya que a pesar de ser subjetiva e interpretable, como las otras dos, puede ser corroborada por terceras personas, lo que nos brinda una “prueba de realidad”, nos da más seguridad al momento de compartir una experiencia. Nos provee de información no verbal, que consideramos más confiable para interpretar el comportamiento de nuestro interlocutor. Nos pone los pies en la tierra, nos saca de la fantasía de lo virtual (donde se muestra solo lo que se quiere mostrar) o de nuestros contenidos psíquicos (que pueden idealizar una situación o un objeto). Nos permite relacionarnos físicamente…corroborar ciertas hipótesis sensoriales… En ese sentido, la realidad material nos permite un encuentro “más real” pero no necesariamente más intenso.

miércoles, 19 de agosto de 2009

El Mito del Héroe. ¿Y las Heroínas?


Este ensayo tiene como propósito analizar el Mito del Héroe desde la perspectiva de género. Tanto en el libro de Rank (1909) como en el de Campbell (1949), se toma como prototipos de héroes a personajes masculinos y sólo se mencionan a algunas heroínas de forma limitada, y en la mayoría de casos, incluidas dentro del concepto de héroe.

Dado esto, el objetivo que persigo es encontrar si las heroínas están sujetas a la misma evolución que el héroe según los postulados de Rank y Campbell, o hay diferencias significativas que nos permitirían hablar de un “Mito de la Heroína” aparte.

Para llevar a cabo este análisis, he tomado tres personajes femeninos. Antígona, que corresponde a la mitología clásica griega, Juana de Arco, un personaje histórico, y; Blanca Nieves, heroína proveniente de la “fantasía”.

Se podría objetar la inclusión de estos personajes. Sin embargo, Juana de Arco a pesar de ser un personaje histórico está impregnada también de las creencias de la época, lo que le da características de leyenda. Blanca Nieves por otro lado, es parte de los cuentos de hadas, que según Campbell (1949) comparten el mismo origen que los mitos.

Ahora ¿estos personajes pueden ser clasificados como heroínas? Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra heroína proviene del griego ήρωϊνη y tiene tres acepciones: a) Mujer ilustre y famosa por sus grandes hechos, b) Mujer que lleva a cabo un hecho heroico, y c) Protagonista de una obra de ficción.
De acuerdo a esta definición, los tres personajes pueden ser catalogados como heroínas.

Campbell (1949) habla del héroe e incluye a personajes masculinos y femeninos en su definición: “El héroe, por lo tanto, es el hombre o la mujer que ha sido capaz de combatir y triunfar sobre sus limitaciones históricas personales y locales y ha alcanzado las formas humanas generales, válidas y normales.”

Por otro lado, a pesar de haber diferencias entre el mito y el cuento de hadas, como lo señala Bettelheim (1977), estas diferencias se centran en algunos aspectos solamente, como el final de la historia. El cuento de hadas tiene casi siempre un final feliz a diferencia del mito. Además el mito nos trasmite el sentimiento de que se da un hecho único, que no podría haberle ocurrido a ninguna otra persona; en cambio lo que ocurre en el cuento de hadas, a pesar de ser improbable e insólito, se presenta como algo que podría sucederle a cualquier persona.

Sin embargo, Bettelheim (1977) a pesar de centrarse en las diferencias entre uno y otro, observa que muchos autores señalan que ambos, el mito y el cuento de hadas tienen un origen común: “…los mitos y los cuentos de hadas derivaron de, o dan expresión simbólica a, ritos de iniciación u otros ritos de pasaje, tales como la muerte metafórica de un yo, viejo e inadecuado, para renacer en un plano superior de existencia.” Campbell (1949) señala: “…los símbolos de la mitología no son fabricados, […] Son productos espontáneos de la psique y cada uno lleva dentro de sí mismo, intacta, la fuerza germinal de su fuente.”

Campbell (1949) se centra en las semejanzas entre los mitos y los cuentos de hadas. Señala que los mitos como los cuentos de hadas, parten de una historia común, un monomito. “Es asunto propio de la mitología y de los cuentos de hadas revelar los peligros específicos y las técnicas del oscuro camino interior que va de la tragedia a la comedia.”

Rank (1909) habla de una leyenda patrón que comparten la mayoría de los mitos sobre el nacimiento del héroe y en la que se basan otros mitos, cuentos de hadas y novelas literarias, entre otras. “Innumerables cuentos de hadas, relatos y poemas de toda época, hasta la literatura dramática y novelística más reciente, muestran importantes temas individuales, bien diferenciados, de este mito.”

Rank (1909) describe los hechos que se dan alrededor del nacimiento del héroe y describe muchas historias que parten del mismo prototipo. “…los mitos […] son estructuras de la facultad humana de la imaginación que en determinada época fueron proyectadas, por ciertas razones a la esfera celeste”. Rank (1909) señala que muchos autores plantean el mismo origen para el cuento de hadas.

La leyenda patrón que describe Rank (1909) es la siguiente:
“El héroe desciende de padres de la más alta nobleza; habitualmente es hijo de un rey. Su origen se halla precedido por dificultades, tales como la continencia o la esterilidad prolongada, o el coito secreto de los padres, a causa de prohibición externa u otros obstáculos. Durante al preñez, o con anterioridad a la misma, se produce una profecía bajo la forma de un sueño u oráculo que advierte contra el nacimiento, por lo común poniendo en peligro al padre o a su representante. Por regla general, el niño es abandonado a las aguas en un recipiente. Luego es recogido y salvado por animales o gente humilde (pastores) y amamantado por la hembra de algún animal o una mujer de modesta condición. Un vez transcurrida la infancia, descubre su origen noble de manera altamente variable; y luego, por un lado, se venga del padre, y por el otro, obtiene el reconocimiento de sus méritos, alcanzando finalmente el rango y los honores que le corresponden.” (p. 79-80)

Campbell (1949), por otro lado, describe un monomito que se centra en las aventuras del héroe, desde su llamado hasta el regreso:
“El héroe mitológico abandona su choza o castillo, es atraído, llevado o avanza voluntariamente hacia el umbral de la aventura. Allí encuentra la presencia de una sombra que cuida el paso. El héroe puede derrotar o conciliar esta fuerza y entrar vivo al reino de la oscuridad (batalla con el hermano, batalla con el dragón; ofertorio, encantamiento), o puede ser muerto por el oponente y descender a la muerte (desmembrado, crucifixión). Detrás del umbral, después, el héroe avanza a través de un mundo de fuerzas poco familiares, y sin embargo extrañamente íntimas, algunas de las cuales lo amenazan peligrosamente (pruebas), otras le dan ayuda mágica (auxiliares). Cuando llega al nadir del periplo mitológico, pasa por una prueba suprema y recibe su recompensa. El triunfo puede ser representado como la unión sexual del héroe con la diosa madre del mundo (matrimonio sagrado), el reconocimiento del padre-creador (concordia con el padre), su propia divinización (apoteosis) o también, si las fuerzas le han permanecido hostiles, el robo del don que ha venido a ganar (robo de su desposada, robo del fuego); intrínsecamente es la expresión de la conciencia y por ende del ser (iluminación, transfiguración, libertad). El trabajo final es el del regreso. Si las fuerzas han bendecido al héroe, ahora éste se mueve bajo su protección (emisario); si no, huye y es perseguido (huída con transformación, huída con obstáculos). En el umbral del retorno, las fuerzas trascendentales deben permanecer atrás; el héroe vuelve a emerger del reino de la congoja (retorno, resurrección). El bien que trae restaura al mundo (elíxir).” (p.223-224)


Ambos autores señalan que cada historia enfatiza algunos aspectos del prototipo y puede suavizar o eliminar otros, pero siguen el mismo patrón en todos los casos. Además, se van cambiando algunos aspectos a la luz de las creencias locales y la época.

Tomando estas dos descripciones de la historia del héroe empezaremos a analizar a nuestras heroínas.

Antígona
Antígona es hija de Edipo, nacida de la unión con su madre, Yocasta. Antígona acompañó a su padre ciego, tras su destierro de Tebas. Cuando sus hermanos, Polinices y Eteocles, murieron uno a manos del otro, luchando por el reino de Tebas, Creonte, hermano de Yocasta, asumió el reino y prohibió el entierro de Polinices por ser el agresor. Antígona se negó a aceptar esta prohibición y honró el cadáver de su hermano con un funeral simbólico, pero fue descubierta y por orden de Creonte, emparedada viva, aunque estaba prometida a su hijo Hemón. Ella misma se colgó, y Hemón se apuñaló junto a su cuerpo (Howatson, 1999).
Sófocles escribió la obra Antígona (441 A.C. aprox.) que comienza luego de la prohibición del entierro de Polinices por Creonte. Vamos a basar nuestro análisis del personaje, en esta obra.

En la obra de Sófocles es claro que Antígona transgrede las leyes de su pueblo y las obligaciones de su sexo y se enfrenta al Rey-tirano, a pesar de saber que la posible consecuencia de sus actos será la muerte.

No puedo evitar pensar en la procedencia del nombre a la luz de sus acciones. El nombre Antígona me remite a Anti-góna (da) y buscando la etimología de ambas palabras encontramos lo siguiente: La palabra anti- viene del griego άντι que significa opuesto o con propiedades contrarias (Real Academia Española, 2001).
La palabra gónada viene también del griego γσνή que significa generación y el sufijo –άς, -άσος (Real Academia Española, 2001).
La palabra γσνή además tiene otras acepciones: nacimiento; procedencia, origen, linaje, familia, raza, gente, pueblo; descendencia, prole, posteridad; lugar de nacimiento, patria; generación, edad, época (Pabón de Urbina, 2000).

Podemos entonces, entender mejor el significado del nombre Antígona, que revela sus características: anti-origen (va en contra de su sexo) o anti-época (no sigue los patrones de feminidad), y anti-pueblo (ya que no comparte las leyes de su pueblo, de los hombres).

Analicemos las características de Antígona de acuerdo al mito del héroe. En primer lugar, observamos que Antígona procede de origen noble, es hija de reyes. Su nacimiento y el de sus hermanos estuvieron precedidos por la advertencia de un oráculo, pero no prevenía sobre ella sino sobre su padre. Sin embargo, la advertencia sobre la maldición que da el oráculo a Edipo, parece caer también sobre su descendencia. “Oh Ismene, mi propia hermana, de mi misma sangre, ¿sabes que Zeus no dejará de cumplir en nosotras ninguno de los males que nos vienen de Edipo mientras vivamos?.” Dice Antígona, y luego esto le es recordado por Corifeo “Llevaste tu osadía al colmo, y fuiste a caer con una gran caída sobre el alto pedestal de la Justicia, hija. Estás expiando alguna falta paterna.”

No tenemos muchos datos sobre su infancia sólo sabemos que acompaña a su padre en el destierro de Tebas. En este caso, el destierro lo escoge ella, pero igual que en la leyenda patrón, desaparece por un tiempo y luego regresa y enfrenta al rey-tirano. Su triunfo sería el recordar a todos que la ley divina está sobre la ley de los hombres. Que la igualdad y la justicia están por encima de los actos insensatos. “Con mucho, la sensatez es la primera condición de la felicidad. “

Es claro que Antígona no se conduce como es esperado en una mujer. Esto hace que se tome por sorpresa el hecho de haber sido ella la que se atrevió a desobedecer las órdenes. El enfado de Creonte se exacerba por este hecho: “A mí, mientras esté con vida, no habrá de mandarme una mujer. […] En consecuencia, he de prestar apoyo a las disposiciones dadas y no he de quedar vencido bajo ningún concepto por una mujer. Mejor es, si es preciso, sucumbir ante un varón. Así no se nos llamaría inferiores a una hembra.”

¿Por qué arriesgar su vida por su devoción al hermano? Pomeroy (1987) señala que el poder del hermano de la madre y los estrechos lazos entre hermano y hermana es un aspecto común en las sociedades matrilineales.
Frymer-Kensky (1992) señala que uno de los roles que se observan en los personajes femeninos de los mitos, las diosas por ejemplo, es la devoción a los hermanos como sucede con el mito sumerio de la diosa Amageshtinama. Esta al morir su hermano suplica que se lo devuelvan y por su gran amor a éste se le concede su resurrección en cierta época de cada año.
Otros roles típicos de las diosas son el rol de madre y el rol de mujer no domesticada como Innana. Luego, los cambios sociales y políticos y la predominancia del patriarcado, modificaron los mitos femeninos y sobrevivieron casi exclusivamente las diosas madres.

Antígona es una obra que expresa la conducta apropiada de hombres y mujeres. Pomeroy (1987) señala que debido a las limitaciones de la conducta femenina “normal”, las heroínas que actúan fuera de los estereotipos son señaladas como masculinas.

Las heroínas, por lo general, deben adoptar características del sexo dominante para lograr sus objetivos. Pomeroy (1987) resalta que en al obra de Sófocles, Antígona, utiliza un pronombre masculino para referirse a sí misma y también Creonte se refiere a ella de esa manera. “Yo no soy un hombre, ella es el hombre si hubiera logrado tal triunfo sin ser castigada.”

Antígona muestra sus características masculinas también en el hecho de preferir morir por un hermano y no por un esposo o por un hijo. “Muerto mi esposo, otro hubiera podido tener, y un hijo de otro varón si lo perdía. Pero estando padre y madre ocultos en el Hades, no hay hermano que pueda nacer jamás.” Sin embargo, al final de su vida, lamenta el hecho de morir virgen, soltera y sin hijos.

Por otro lado, a la luz del monomito de Campbell encontramos algunas semejanzas. La aventura de Antígona se inicia con la llamada de la aventura, la llamada de su conciencia. Antígona cruza el umbral a lo prohibido, no sólo por el entierro de su hermano, sino también cruza el umbral de lo esperado para su sexo. Campbell (1949) señala: “La aventura es siempre y en todas partes un pasar más allá del velo de lo conocido a lo desconocido; las fuerzas que cuidan la frontera son peligrosas, tratar con ellas es arriesgado, pero el peligro desaparece para aquel que es capaz y valeroso.” Cuando el héroe regresa de su aventura debe sobrevivir al impacto del mundo (Campbell, 1949). Esto no ocurre con Antígona, pero escoge morir y seguir lo que le dicta su conciencia, defender sus valores de amor y lealtad a la familia y seguir la ley divina. “De su incumplimiento no iba yo, por temor al capricho de hombre alguno, a recibir castigo entre los dioses.”
La consecuencia final general es, como se señala en la última parte de la obra, que debe primar la sensatez, pero también en cierto modo, que las mujeres que no se comportan de acuerdo a lo estipulado para su sexo, son castigadas.

Juana de Arco
Si bien Juana de arco es un personaje histórico, su historia es en parte mítica y ha sido influenciado por las creencias de la época en la que vivió y por la religión. Esto se puede observar en diferentes versiones de su historia.

Para este ensayo hemos tomado una versión más cercana a los hechos históricos y otra extraída de la religión.

Juana de Arco nació en Donremy, Francia (1412 aprox.) en una familia de campesinos. Pasó su infancia ocupándose de los rebaños y las tareas domésticas. Era una persona muy religiosa y piadosa. Durante su infancia comenzó a escuchar unas voces que le dicen que debía llevar al Delfín al trono. Al principio, no hace caso del llamado pero luego busca la forma de llegar a Carlos VII para combatir y sacar a los ingleses de Francia.

Al llegar a Chinon, donde estaba el Delfín, es expuesta a varias pruebas (Carlos VII pone un suplente para despistarla, las autoridades religiosas le hacen una larga evaluación y luego se verifica su virginidad) y sale victoriosa con la ayuda de Dios (que a través de santos la guían).

Vestida de hombre y con el cabello muy corto va a la batalla y rápidamente vence a los ingleses en diversas ciudades. Carlos VII logra ser coronado y ella quiere seguir peleando, adquiere poder y el rey negocia secretamente con los ingleses y le tienden una emboscada. Es capturada por los ingleses y juzgada por la Inquisición. Se le acusa de hereje y es quemada viva.

Esta es a grandes rasgos la versión histórica del personaje. Sin embargo, observamos en la versión religiosa, cómo se han adecuado algunos datos a posteriori que mitifican el personaje. Según la versión religiosa, Juana de Arco nace el “Día de Epifanía” en 1412. La versión histórica, en cambio, señala que no hay seguridad ni siquiera en el año que nació. Tampoco se conoce su verdadera edad.
Otra diferencia se observa en el hecho de vestirse de hombre. La versión histórica recoge este hecho simplemente como un dato más. En cambio, la versión religiosa enfatiza que Juana se viste de hombre y se corta el pelo para proteger su “virtud”. Es decir, su virginidad como la prueba de la veracidad de su historia para la Iglesia, ya que parece exaltar la virginidad en la mujer como requisito para la santidad.

¿Qué datos son históricos y que datos son parte del mito? Es indudable que la historia fue modificándose al pasar el tiempo y fue acercándose al prototipo de mito descrito por Rank y Campbell.

Podemos observar, en primer lugar, que si bien Juana nació en un hogar campesino, por ser enviada por Dios como la elegida para guiar a Francia contra los ingleses, tiene un origen divino. Se encuentra además una profecía que vaticinaba la llegada de la “doncella de Lorena” que iba a guiar a Francia en la guerra.
Siguiendo con Rank (1909), Juana descubre su misión (su verdadero origen) durante su niñez y combate a los ingleses obteniendo los honores y reconocimiento que se merece.

También encontramos muchas similitudes con el monomito de Campbell (1949). El llamado a la aventura comienza cuando aún es niña. Primero hay una negativa al llamado pero luego cede ante la insistencia de las “voces”. Campbell (1949) habla más adelante de la ayuda sobrenatural y el cruce del primer umbral. Estos se relacionan con la guía de las santas que ayudan a Juana y la visita a Braudicourt en la que Jean de Metz promete llevarla a Chinon a ver al Delfín. Luego se inician las pruebas. En el caso de Juana son: la suplantación del Delfín que se esconde en la multitud de la corte, la evaluación con la jerarquía religiosa y la prueba de virginidad. En todas, Juana sale triunfante con la ayuda sobrenatural.
Finalmente llega la reconciliación con el padre, en el hecho de lograr su tarea y permanecer fiel a sus creencias, puede ser entendida de esa forma. La apoteosis y la gracia de la victoria, el triunfo sobre los opositores.
Sin embargo, luego se produce una negativa al regreso. Juana quiere seguir luchando y no regresar al mundo real. Campbell (1949) señala que al regresar al mundo el héroe debe enfrentarse a la sociedad. “Todavía debe enfrentarse a la sociedad con su elíxir que destroza el ego y redime al vida y soporta el golpe de respuesta de las dudas razonables de los duros resentimientos y de la incapacidad de las buenas gentes para comprender.”
Creo que esto resume bastante bien la muerte de Juana. El rey y la corte empiezan a preocuparse con el poder que adquiere Juana y es vendida a los ingleses. Ella permanece fiel a sus creencias y soporta el golpe de las dudas. Es quemada viva pero veinticinco años después se le declara inocente de todos los cargos. Finalmente en 1909 se le beatifica y es canonizada como Santa Juana de Arco.
Aquí encontramos en cierta forma una resurrección. “…el héroe vuelve a emerger del reino de la congoja (retorno, resurrección).”

Para terminar con este personaje queremos puntualizar algunos datos más. Llama la atención que Juana como Antígona, tienen que adoptar formas y expresiones masculinas para ser escuchadas, para ser tomadas en cuenta. Antígona con su actitud y su lenguaje, Juana, con su coraje, su valentía y fuerza en la batalla, así como con sus ropas y corte de pelo de hombre.

Sin embargo, en ambos casos, éstas características son las que las llevan a la condena. En el caso de Juana, luego de haber firmado una retractación en la que admite ser hereje, que jamás escuchó voces y que no se volvería a vestir de hombre; es enviada nuevamente a la cárcel donde se dice que roban sus ropas y es obligada a vestirse nuevamente de hombre. Este hecho es el que la condena finalmente a la hoguera. Es curioso como la condena por el poder, por ser peligrosa para los ingleses, por sus cualidades de guerrera, se simbolice en la vestimenta. Se la condena por hacerse pasar por hombre.


Blanca Nieves
El caso de Blanca Nieves es diferente al de Antígona y Juana de Arco. Este personaje puede ser llamado heroína por ser la protagonista de una obra de ficción, pero no tiene las características de las dos anteriores.

Bettelheim (1977) se ha ocupado del análisis de este cuento señalando que se evidencia el proceso de crecimiento y los conflictos edípicos, que se demuestran en la rivalidad con la madre (madrastra).
Es importante señalar que cuando el espejo empieza a señalar a Blanca Nieves como la más hermosa y despierta los celos de la reina, ella tenía siete años. Se traen a escena entonces los conflictos del crecimiento, las pruebas que se deben pasar y las cosas que hay que dejar atrás.
Sin embargo, no nos vamos a detener en el análisis del cuento en sí, sino en las similitudes de esta historia con las tesis de Rank (1909) y Campbell (1949), así como los aspectos de género inmersos en la historia.

Podemos observar entonces que Blanca Nieves tiene un origen noble (princesa), aparece una profecía (espejo) que advierte a la reina (madrastra y única figura parental) sobre el peligro para ésta. Luego como se señala en el mito del héroe, Blanca Nieves es expulsada del reino y condenada a morir. El cazador, se apiada de ella, como sucede en los mitos, y la deja libre. Cambia el corazón y las entrañas de Blanca Nieves por las de un animal y se las lleva a la reina para probar el asesinato. Blanca Nieves pasa los años al cuidado de los enanitos, quienes son las figuras protectoras y la previenen de los peligros. Es descubierta por la reina y envenenada. Sin embargo, aparece el príncipe que la salva al mover la urna, se casa con ella y de esta manera, alcanza el triunfo y se venga de la madrastra.

Campbell (1949) señala varios datos que encajan con esta historia. Este autor señala que mientras los héroes míticos alcanzan un triunfo macroscópico, los héroes de cuentos de hadas tienen un triunfo doméstico, para su propia vida. Esto es señalado también por Bettelheim (1977) al explicarnos que generlmente los héroes de cuentos de hadas tienen nombres comunes y tratan sobre lo que pasan todos los niños al crecer.

La llamada a la aventura en el caso de Blanca Nieves, es la llamada a los cambios de la adolescencia. Es el “despertar del yo”.
Al iniciar la aventura el héroe entra en un territorio desconocido. Campbell (1949) señala que esto se representa de muchas formas: “Esta fatal región de tesoro y peligro puede ser representada de varias formas: como una tierra distante, un bosque, un reino subterráneo, […] pero siempre es un lugar de fluidos extraños y seres polimorfos, tormentos inimaginables, hechos sobrehumanos y deleites imposibles.” En el caso de Blanca Nieves es el bosque y las criaturas que viven en él (los enanos). Estos son los que le brindan la ayuda sobrenatural. Estos seres guardianes unen en sí mismos todas las ambigüedades del inconsciente (Campbell, 1949).
Para Bettelheim (1977), los enanos representan las personas que no han crecido que han quedado en la pregenitalidad. En este sentido, Blanca Nieves se convierte luego en la protectora de éstos desarrollando en cierto modo, sus características maternales.

Siguiendo la historia, las pruebas aparecen con los engaños de la madrastra para asesinarla. Los enanitos la salvan dos veces y le advierten que tenga cuidado. Finalmente es envenenada con la manzana y permanece dormida (encantada) durante largo tiempo. Bettelheim (1977) entiende esto como el período de la latencia y luego despierta a la adolescencia, a la vida sexual en el matrimonio con el príncipe. Campbell (1949) habla de pasar al mundo desconocido y luego regresar al mundo con el elíxir. “…la criatura del destino tiene que afrontar un largo período de oscuridad. Este es un momento de extremo peligro, impedimento o desgracia. Es lanzado a sus propias profundidades interiores o hacia fuera, a lo desconocido; de cualquier modo, todo lo que toca es la oscuridad inexplorada.” En este caso, Blanca Nieves trae el elíxir de su propia vida: el despertar a la adultez, al amor, a la sexualidad. La reconciliación con el padre, puede ser entendida en este caso, como la disposición para el príncipe. Al aceptar al príncipe, acepta simbólicamente a la figura paterna.

Blanca Nieves, a diferencia de Antígona y Juana es víctima de las circunstancias. Asiste pasiva a los cambios que le ocurren, y es el tiempo y la figura masculina la que la devuelve a la vida. Su papel es completamente femenino, ella no busca activamente el triunfo, representado por el acceso al matrimonio, sino que es el hombre el que la rescata. Su don es su belleza y gracias a ésta, alcanza el triunfo. “Y cuando el aventurero, desde este punto de vista, no es un joven sino una doncella, ella es quien, por medio de sus cualidades, su belleza o su deseo, está destinada a convertirse en la consorte de un ser inmortal” (Campbell, 1949).

Es interesante también, como en Blanca Nieves, la lucha no se da contra un personaje masculino, como en Antígona contra Creonte y Juana de Arco contra los soldados ingleses y luego contra la Inquisición (personajes masculinos). En el caso de Blanca Nieves, la lucha se da contra la madre-madrastra. La venganza se lleva a cabo sobre ésta (ser reina y más hermosa). Campbell (1949) señala. “…el hijo contra el padre por el dominio del universo, y la hija contra la madre para ser el mundo dominado.”

Blanca Nieves lucha contra la madre y se contenta con ser el mundo dominado y, curiosamente, es la única de nuestras tres heroínas que sobrevive. Muestra la conducta que deben seguir las mujeres y la promesa es la felicidad para siempre.

Antígona y Juana de arco, luchan por el dominio y el poder, contra el orden establecido. El patriarcado está simbolizado en las figuras masculinas contra las que luchan, o más bien de las que se defienden. Son heroínas “masculinas” aunque conservan ciertos rasgos femeninos como la devoción de Antígona por el hermano y la fidelidad de Juana a su Dios.
Según Graña (1994) los héroes masculinos se caracterizan por su actividad agresiva y su nobleza de propósitos e intenciones. Los nobles designios del héroe los colocan siempre sobre las normas éticas y morales del común de los hombres. En este sentido, Antígona y Juana de Arco, obedecen a leyes divinas, no a leyes humanas. Blanca Nieves en cambio, no transgrede las normas, obedece las reglas de la sociedad y de su sexo. Se comporta como una típica heroína femenina según Graña (1994), con pasividad y resignación. El heroísmo pasivo, la resignación, la devoción y la fidelidad, son las virtudes de las mujeres. Las virtudes que la sociedad espera de ellas.

Para terminar, quiero señalar que si bien, en las tres historias presentadas, las heroínas siguen muchos de los aspectos descritos para el héroe, por Rank y Campbell, hay ciertas diferencias que se centran en las tareas y las acciones esperadas para las mujeres.

En todos los casos, se hace por lo menos una mención a la belleza. No se puede dejar de ver a la belleza como el don femenino por excelencia. En segundo lugar, todas las heroínas son vírgenes. En el caso de Juana de Arco, es claro que es un requisito para ser tomada en serio. En el caso de Antígona, la mención a este hecho señala también que su conducta masculina la privó del “triunfo del matrimonio”, a diferencia de Blanca Nieves que se prepara para éste.

La virginidad, entonces, es uno de los aspectos esenciales de la heroína, le da legitimidad desde el punto de vista patriarcal. Sin embargo, los mitos de las heroínas expresan no sólo un mensaje para la humanidad, sino para las mujeres en particular.

Campbell (1949) señala que los mitos del fracaso nos señalan la enseñanza práctica para las personas. Se podría plantear una moraleja final para las tres historias: “Si eres mujer, no puedes luchar por el dominio del universo. Si lo haces vas a ser condenada a morir.”


Referencias bibliográficas

BETTELHEIM, B. (1977). Psicoanálisis de los Cuentos de hadas. Barcelona: Editorial Critica.
CAGLIANI, M. (…) Juana De Arco. En página web sobre Juana de Arco.
CAMPBELL, j. (1949). El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito. México: Fondo de Cultura Económica.
CRANE. W. (1976). Cuentos de Grimm. Barcelona: Editorial Lumen.
ENCARTA. (2003). Enciclopedia Multimedia Encarta.
FRYMER-KENSKY, T. (1992). In the wake of the goddesses. Women, culture, and the biblical transformation of pagan myth. New York: The Free Press.
GRAÑA, R. (1994). Representacoes mitologicas e mitologias psicoanalíticas sobre a masculinidade e a feminilidade. En: Feminidad y Masculinidad. XX Congreso Latinoamericano de Psiconálisis. Lima: Fondo editorial. Biblioteca Peruana de Psicoanálisis.
GUINEA, W. (1964). Vidas de los santos de Butler. Vol II. México: Collier´s International. En: Página Web de Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María.
HOWATSON, M.C. (1999). Diccionario abreviado de la Literatura Clásica. Madrid: Gran Bolsillo Alianza Editorial.
MARTÍNEZ, H. (2000). Apuntes sobre el “mito del héroe” en psicoanálisis. En: Acta Psiquiátrica Psicoanalítica de América Latina. 46 (4): 336-344.+
NEUMANN, E. (1996). The great mother. An analysis of the archetype. Londres: Routledge.
PABÓN DE URBINA, J.M. (2000). Diccionario griego clásico – español. Barcelona: Vox. Décima octava edición.
POMEROY, S. (1987). Diosas, rameras, esposas y esclavas. Mujeres en la antigüedad clásica. Madrid: Ediciones Akal S.A.
RANK, O. (1991 [1909]). El mito del nacimiento del héroe. Barcelona: Editorial Paidós.
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. (2001). Diccionario de la Lengua Española. Madrid: Espasa. Vigésima segunda edición.
SÓFOCLES. (1969). Antígona, Edipo Rey, Electra. Madrid: Ediciones Guadarrama.

martes, 26 de mayo de 2009

¿Nene, nena qué vas a hacer cuando seas grande?

El proceso de encontrar nuestra vocación
El decidir lo que haremos el resto de la vida es una decisión difícil y compleja. En ella, intervienen diversos factores que no siempre son explícitos y que es necesario analizar para escoger adecuadamente nuestra vocación.
Es necesario tomar en cuenta los intereses personales, el nivel de motivación relacionado a ellos, las actitudes hacia el estudio y trabajo, así como las aptitudes intelectuales, y el contexto familiar y social.
Además de los mencionados, es importante tomar en cuenta la fase evolutiva en la que se encuentra la persona cuando decide su orientación vocacional.
La adolescencia es un período de cambios físicos, cognitivos, emocionales y sociales que se da entre los 12 y 18 años aproximadamente aunque los límites no son fijos.
El o la adolescente se encuentran de pronto con un cuerpo que no es el mismo, se desarrollan capacidades cognitivas, sus emociones son cambiantes y las relaciones sociales empiezan a ocupar el primer plano en su vida.
Los adolescentes tienen la tarea de enfrentar todos los cambios y decisiones propias de la adolescencia, definir lo que le gusta y lo que no, escuchar su propia voz sin seguir a los amigos, a adoptar ideas propias, entre otras cosas para poder entrar en la adultez.
Es en esta etapa en la que deberán integrar todas sus características personales e identificaciones infantiles para consolidar su identidad. Sin embargo, este proceso toma un tiempo variable dependiendo de cada persona, y en algunos casos, puede conllevar algunas dificultades.
¿Cómo pedir a una persona que aún no define quién es, qué lugar ocupa en el mundo y qué cosas le gustan, que decida una profesión?
En algunos casos, el proceso de consolidación de la personalidad e identidad, así como la elección vocacional se dan de forma paralela y no traen mayores dificultades. Sin embargo, muchas veces el o la adolescente se muestra ambivalente y es necesario orientarlo para que logre encontrar su propia vocación.
Es en estos casos, en los que se hace necesaria una evaluación psicológica y un proceso terapéutico focal que permita al adolescente descubrir:
Sus propias capacidades y aptitudes. Cada persona es única y muestra habilidades diferentes, tanto en el aspecto intelectual como en el aspecto social y emocional. Estas capacidades deben ser tomadas en cuenta a la hora de elegir una carrera, ya que ciertas profesiones se relacionan más con determinadas habilidades, ya sean verbales, numéricas o sociales. Por ejemplo una adolescente introvertida podría tener dificultades para dedicarse a una profesión que implique el contacto permanente con las personas.
Sus intereses profesionales. Es necesario conocer cuáles son los intereses personales de los y las adolescentes, así como las fantasías conscientes e inconscientes sobre las distintas profesiones pensadas ahora y en el pasado. Hay que evaluar qué soñaron ser cuando eran pequeños y qué sueñan ser en la actualidad.
Sus motivaciones. Es importante también analizar las motivaciones que llevan al adolescente a escoger determinada carrera. Muchas veces el nivel de motivación no es muy elevado y se debe evaluar si responde más a una motivación extrínseca como el estatus social de dicha profesión, la influencia del grupo o aspectos más situacionales como la cercanía del centro de estudios, la facilidad del acceso o ser la carrera familiar. Es importante descubrir las motivaciones intrínsecas de los y las adolescentes, ya que solo las motivaciones internas funcionan como un motor para realizar todas las actividades necesarias para llegar a nuestra meta.
Sus actitudes frente al estudio y trabajo. Nos debemos preguntar qué actitud tiene la persona hacia el estudio. Le gusta o no le gusta estudiar. Ello determinará también el tipo de carrera que escogerá o si buscará un empleo sin estudiar. Además de ello, es importante conocer cómo se enfrentará la persona al futuro trabajo, qué tipo de trabajo o empresa prefiere, ya que ello está íntimamente relacionado a la elección de carrera que se haga.
Su contexto familiar. Es importantísimo conocer qué espera la familia del adolescente. Muchas veces, la presión de los padres para que el adolescente siga una carrera determinada puede hacer que desista de escoger una alternativa más relacionada a sus intereses y deseos, lo que generalmente es una solución temporal ya que el joven puede sentirse frustrado de no estudiar algo que responda a sus intereses y motivaciones; y eventualmente abandonará los estudios para dedicarse a otra cosa.
Sus conocimientos sobre el mercado laboral. Es importante evaluar cuánto sabe la persona sobre las diferentes profesiones, así como las posibilidades de trabajo reales. Muchas veces se conocen profesiones de nombre y se tienen fantasías acerca de lo que realiza un profesional en determinada área que no necesariamente se ajusta a la realidad y responde a estereotipos compartidos. Por ejemplo, algunos adolescentes pueden elegir Arqueología pensando en que tendrán aventuras como Indiana Jones. De la misma manera, es importante conocer las características actuales del mercado laboral para conocer las posibilidades de trabajo al acabar los estudios.
El análisis de todas estas variables permitirá al adolescente tomar una decisión más consistente que responda a su vocación y ayude a consolidar su identidad y autoestima.
Estudios sobre la autoestima señalan que una correlación alta entre las aptitudes y los intereses de una persona determinarán una alta autoestima, ya que al realizar actividades en las que uno muestra el talento necesario, obtendrá resultados positivos y ello, influirá positivamente en la valoración propia.
Por ello es muy importante que se acompañe al adolescente en el proceso de elección de carrera sin presionarlo, ya que una persona que hace lo que ama y para lo que tiene aptitudes, se sentirá completa y realizada en su vida laboral y personal.

lunes, 18 de mayo de 2009

Lenguaje, Comunicación y Proceso Mental

No hay pensamiento sin lenguaje. El lenguaje, ya sea escrito, verbal o gráfico, nos permite expresar a otros nuestras ideas, pensamientos y visión de las cosas. Una persona que evidencia competencias verbales altas, nos muestra un tipo de pensamiento organizado, capaz de establecer relaciones adecuadas entre conceptos, así como un nivel óptimo de abstracción. Unido a ello, un alto desempeño verbal, brinda a la persona la posibilidad de interactuar con otros, expresar adecuadamente sus ideas y dejarse entender por los demás, además de intercambiar información relevante para coordinar tareas y lograr objetivos propuestos.

Es imprescindible entonces, evaluar minuciosamente la capacidad de la persona para organizar sus ideas, utilizar un vocabulario amplio y su habilidad para llegar a otras personas y persuadirlas, logrando que otros hagan suyas sus propias ideas.

Pero la comunicación efectiva y el lenguaje evidencian mucho más. Una persona que logra una capacidad de abstracción óptima y que refleja habilidades para solucionar problemas eficientemente, nos expresa que su procesamiento mental es apropiado.

Si tomamos en cuenta que la comunicación expresa el tipo de procesamiento mental de un individuo, podemos distinguir, siguiendo a Elliott Jacques (1995)
[1], 4 procesos básicos:

· Proceso Declarativo.- En este tipo de proceso la persona explica su posición brindando varias razones separadas unas de otras. No hay conexión que se pueda hacer entre ellas.
· Proceso Acumulativo.- Este proceso refleja la posibilidad de dar diferentes razones para explicar una posición determinada. Ninguna de las razones explica por sí sola la posición, pero todas juntas apuntan a una misma dirección, logrando una idea clara.
· Proceso Serial.- La persona explica su posición construyendo una línea de pensamiento con una secuencia de razones, en la que cada una lleva a la siguiente de manera lógica.
· Proceso Paralelo.- Este tipo de proceso evidencia la posibilidad de explicar una posición estableciendo distintas líneas de pensamiento que se mantienen en paralelo y llegan a conclusiones diferentes. Cada línea explicativa refleja un proceso serial.

Mientras más alto el nivel de procesamiento mental, mayores habilidades para organizar las ideas y capacidad de abstracción. Jacques (1995) señala además que los niveles jerárquicos más altos en una empresa u organización, tienden a correlacionar con los niveles más altos de procesamiento mental. Esto es fácilmente explicable, ya que las personas con tipo de procesamiento mental serial y paralelo, son capaces de solucionar problemas de manera lógica y secuencial, formulando diversas hipótesis y construyendo una causalidad que llevará a diferentes resultados. Esto permite prever consecuencias negativas antes de ejecutar acciones. Por lo tanto, estas son las personas que van a ser requeridas para puestos de mayor responsabilidad.

Ahora, ¿de qué manera uno puede lograr una medida confiable de las competencias verbales de una persona?

En el ámbito de la evaluación y selección de personal, contamos con diversas herramientas para evaluar diferentes capacidades y habilidades. Sin embargo, en el caso de las habilidades de comunicación, la forma en la que se expresa la persona durante la evaluación y entrevista, ya sea de manera verbal o escrita, nos permite explorar con mayor profundidad la organización del proceso de pensamiento.

Una persona que relata con orden sus ideas muestra orden en su pensamiento y expresará ese mismo orden a la hora de enfrentar diferentes tareas concretas. Es imprescindible entonces, estar atento a los diferentes niveles en los que la persona se expresa, desde el vocabulario que utiliza hasta la sintaxis con la que construye sus oraciones.

En ese sentido, una tarea como ésta, en la que se debe exponer diferentes ideas sobre un tema y lograr un sentido coherente, es una medida original y eficiente para evaluar profundamente la competencia verbal y el tipo de procesamiento mental de una persona.

[1] Jacques, Elliott (1995). Understanding Organization. En: Human relation, Vol. 48 (4).

jueves, 7 de mayo de 2009

El Juego y la Recuperación Emocional


El juego es parte imprescindible de la vida del ser humano, especialmente durante la niñez. Es a través del juego que conocemos el mundo y aprendemos nuevas habilidades. El juego nos permite también recrear situaciones cotidianas o imposibles, desarrollando nuestra imaginación y capacidad para simbolizar. Esta capacidad para representar y personificar también permite a los niños elaborar aquellas situaciones difíciles que pueden enfrentar como la separación de los padres, los temores o las enfermedades. Por ello es vital brindarles el espacio para jugar, para crear personajes que puedan vivir lo que ellos están sintiendo o experimentando. Es más sencillo resolver las dificultades si se vuelcan en un espacio seguro como la fantasía del juego, donde puede ensayar una y otra vez diferentes soluciones a una determinada situación. Un niño que es capaz de expresar en su juego todo aquello que está viviendo, está trabajando en su recuperación emocional.

lunes, 4 de mayo de 2009

La dualidad cuerpo-mente: Neurociencias y Psicoanálisis

Desde hace algunos años hay un interés por integrar la Neurociencia con el Psicoanálisis. Esto se refleja en la creación de la Sociedad Internacional de Neuro-Psicoanálisis. Ésta está formada por un grupo de investigadores que intentan unir los aportes del Psicoanálisis con los últimos descubrimientos de las Neurociencias.

Este interés responde, entre otras cosas, a la cercana relación que existe entre el cerebro y la mente. Solms (2003) señala:

“No es difícil entender por qué la relación entre Psicoanálisis y Neurociencias nos debe interesar. El Psicoanálisis es una ciencia de la mente, y nosotros sabemos desde tiempos antiguos que las actividades de la mente están de algún modo íntimamente conectadas con los tejidos del cerebro” (p. 184).

Para Panksepp (2000) el Psicoanálisis necesita anclar su pensamiento de una manera que promueva la evaluación empírica de las ideas y la Neurociencia necesita tomar a las dinámicas emocionales más seriamente. Es decir, este autor rescata la complementariedad de ambas disciplinas. La teoría psicoanalítica puede ayudar a guiar el pensamiento neurocientífico que trata las dinámicas emocionales que acontecen dentro de los tejidos neuronales. La neurociencia, por otro lado, puede proveer hechos que ayuden a la teoría psicoanalítica a acercarse a los métodos objetivos para formar parte de la disciplina empírica que caracteriza a la ciencias verdaderas (Panksepp, 2000).

“Para que nuestros conceptos tengan una base científica, debe ser posible cuantificarlos (tanto directamente o indirectamente) y especificar relaciones sistemáticas con otras variables que también puedan ser cuantificadas” (Panksepp, 2000. p.1).

No es difícil darnos cuenta por qué ciertos sectores de psicoanalistas están en desacuerdo con la integración entre ambas “ciencias”, en particular André Green. Panksepp comienza hablando de una complementariedad entre disciplinas diferentes, con diferentes métodos de estudio y diferentes aproximaciones a la dualidad mente-cuerpo, pero termina planteado que el Psicoanálisis debe anexarse, y hasta mimetizarse de cierta manera, con los métodos utilizados en las Neurociencias.

Las Neurociencias, por otro lado, aún siguen ancladas en el estudio del cerebro y lo anatómico, a pesar de haber desarrollado muchas tecnologías en el campo de las neuro-imágenes, especialmente, pero no han tenido un desarrollo similar en los procesos psíquicos (mente).

Cibils (2002) señala que el fascinante progreso tecnológico en el campo de las neuro-imágenes afianza los desarrollo en la comprensión del “dónde” (locus) y distraen del encare del “cómo” (mecanismos). “Nuestra capacidad de estudio funcional del cerebro es: ‘de una función en algún lugar’” (Cibils, 2002).

El Psicoanálisis, en cambio, se separó tempranamente del estudio del cuerpo (cerebro), aunque nunca lo perdió de vista del todo, y se dedicó a explorar la mente.

Solms (2003) señala que Freud marcó esta separación entre el Psicoanálisis y las Neurociencias en la “Interpretación de los Sueños” (1900) al señalar que siempre recomendó que los psicoanalistas debían permanecer alejados de las neurociencias. Sin embargo, Freud había intentado explorar la relación entre la Neurología y la Psicología, lo que se observa claramente en el “Proyecto de una Psicología para Neurólogos” (1895), aunque no le fue posible integrar sus hallazgos clínicos con la Neurociencia debido al poco conocimiento neurocientífico de esos días y a la ausencia de un método adecuado para relacionar los datos neurológicos y psicológicos que existían.

Es por ello, que Solms (2003) propone continuar el interés del Freud inicial, del Freud anterior a la Interpretación de los Sueños, e integrar ambas disciplinas. Para ello, propone introducir un método por el cual se pueda lograr esta tarea científica.

Lo que nos planteamos acá es que si regresamos al punto en que Freud exploraba esta posible integración (1895), podríamos objetar que en ese momento aún no había nacido el Psicoanálisis. ¿En qué momento podemos hablar de Psicoanálisis? Muchos dirían que desde 1897 con el abandono de la teoría de la Seducción, otros dirían que desde 1900 con la interpretación de los Sueños. Sea uno u otro, creemos que lo que marcó el inicio del Psicoanálisis fue el objeto de estudio, es decir la mente y el inconsciente específicamente. Esto llevó al consiguiente alejamiento del cuerpo.

Dado esto, ¿es posible hablar de una integración entre el Psicoanálisis y las Neurociencias sin que el Psicoanálisis pierda su objeto de estudio, o lo que Green (2000) llamaría el “espíritu” del psicoanálisis?

Creemos que una integración entre el Psicoanálisis y las Neurociencias es muy difícil, ya que la aproximación a la mente y el cuerpo es distinta en cada una de las disciplinas. Una integración, con un método de estudio único que refleje la relación mente-cuerpo, todavía no es posible sin que una disciplina quede subsumida en la otra. Sobretodo, tomando en cuenta que desde el Psicoanálisis hay un interés en esta empresa que no es correspondido totalmente en las Neurociencias (Panksepp, 2000).

Sin embargo, considerando la relación indisoluble entre mente y cuerpo y la importancia de acceder a un entendimiento holístico del ser humano, es necesario intentar vínculos entre ambas aproximaciones, promoviendo estudios interdisciplinarios que nos ayuden a enriquecer uno y otro campo. En este sentido, Paniagua (2002) señala que a la luz de nuevos hallazgos de investigación en Neurociencias, los psicoanalistas han cambiado algunas nociones que consideraban establecidas y a su vez, las observaciones de la psicología profunda, obtenibles sólo en la clínica psicoanalítica, han contribuido a la interpretación de los hallazgos de la Neurociencia.

Es indiscutible en este sentido, el avance en el estudio de las emociones por ejemplo, que nos ayudan a entender las bases biológicas y evolutivas de algunos procesos que ya se conocían a través de la práctica clínica.

Creemos que lo más adecuado no sería una integración, por lo menos no como la plantea Panksepp (2000), ya que podría implicar la pérdida de la identidad y objeto de estudio del Psicoanálisis, o como plantea Solms (2003) un método único de estudio; sino más bien una complementariedad entre disciplinas. Esta enriquecería uno y otro lado con estudios interdisciplinarios y una comunicación continua que permitirían dar otra mirada a los hallazgos de cada uno de los campos, integrando resultados, pero sin abandonar los métodos de estudio y técnicas particulares.
Referencias Bibliográficas
Cibils, D. (2002). Neurociencias y Psicoanálisis: aproximaciones posibles. Conferencia presentada en el 2° Congreso de Psicoanálisis y XII Jornadas Científicas. “El Cuerpo en Psicoanálisis. Diálogos con la Biología y la Cultura”. Montevideo, 10-12 de Mayo.
Green, A. (2000). What Kind of Research for Psychoanalysis? En: Sandler, J., Sandler, A., Davis, R. (Eds.). Clinical and Observational Psychoanalytic Research: Roots of a Controversity. London: Karnac Books.
_______. (2003). The pluralism of Sciences and Psychoanalytic Thinking. En: Leuzinger-Bohleber, M., Dreher, A., Canesgtri, J. (Eds.). Pluralism and Unity? Methods and Research in Psychoanalysis. London: The Internacional Psychoanalytic Association.
Leuzinger-Bohleber, M., Bürgin, D. (2003). Pluralism and Unity in Psychoanalytic Research: Some Introductory Remarks. En: Leuzinger-Bohleber, M., Dreher, A., Canesgtri, J. (Eds.). Pluralism and Unity? Methods and Research in Psychoanalysis. London: The International Psychoanalytic Association.
Paniagua, C. (2002). Neurobiología y Psicoanálisis. http://www.larebotica.es/larebotica/secciones/expertos/psicoanalisis/index.html
Panksepp, J. (2000). Las Emociones vistas por el Psicoanálisis y la Neurociencia: Un ejercicio de Conciliación. En:
http://www.genaltruista.com/notas/00000169.htm
Solms, M. (2004). Freud Returns. En: Scientific American, May, 2004.

domingo, 3 de mayo de 2009

Orientación Vocacional

Como psicólogas muchas veces escuchamos a padres quejarse de que la evaluación vocacional no sirve, que las opciones que recomiendan los tests son muy amplias o que no representan la vocación real de sus hijos.
En ocasiones esto es cierto, ya que las evaluaciones que se basan únicamente en los tests vocacionales solo recogen los intereses y aptitudes manifestados por los adolescentes y jóvenes, los que pueden ser diversos. Sin embargo, hay muchos otros factores que deben tomarse en cuenta para evaluar la vocación de una persona.
Es necesario, entre otras cosas, conocer el contexto familiar en el que vive el o la adolescente, las fantasías relacionadas a su futuro, a sus aptitudes, al estudio y al trabajo, su nivel de motivación y los estereotipos que expresa frente a las profesiones, entre otras cosas.
Además de ello, debemos analizar las fantasías que tienen los padres respecto a la carrera de su hijo o hija y la apertura hacia opciones diferentes a las suyas.
No es una tarea fácil ni rápida. Es más un proceso de búsqueda personal que debemos acompañar en un espacio de confianza, neutralidad y apertura. Es por ello que consideramos que la mejor opción para ayudar a una persona que se encuentra en este proceso es trabajar en un espacio terapéutico breve, ya sea individual o grupal.

viernes, 1 de mayo de 2009

Comentarios sobre el debate Green – Wallerstein

El objetivo de este ensayo es revisar dos posiciones diferentes, casi antagónicas, sobre la investigación dentro del psicoanálisis y analizar las implicancias epistemológicas al respecto.
Antes de plantear las dos posiciones es necesario señalar el contexto general de la investigación en psicoanálisis. La concepción de ésta está íntimamente ligada a la concepción de la ciencia o las ciencias.
En ese sentido, Leuzinger-Bohleber y Bürgin (2003) expresan que hay un entendimiento uniforme de la ciencia (entendida como unidad) que presume volverse la única y dominante definición de ciencia, debido a que aparentemente posee los criterios válidos universales de calidad científica. Este entendimiento de ciencia destruye la riqueza y variedad de algunos conceptos claves en psicoanálisis como las fantasías inconscientes y los conflictos, ya que éstos no son observables directamente debido a su ambigüedad y complejidad.
Esto ha llevado a que los miembros de las diferentes sociedades psicoanalíticas critiquen esta uniformidad de las ciencias, postulando, en algunos casos, una pluralidad de ciencias y métodos de comprobación.
Es cada vez más claro que no es posible concebir una unificación teórica para todas las ciencias. Este pluralismo conduce, de acuerdo a Hampe (2000) a un pluralismo de teorías, de experiencias, de valores epistémicos y de métodos (Leuzinger-Bohleber y Bürgin, 2003).
El contacto directo con aproximaciones empírico-cuantitativas en investigación, han desatado críticas de muchos miembros de la IPA. Entre los críticos, uno de los más acalorados es sin duda André Green. Las críticas de uno y otro lado, se relacionan y están influidas también, por las diferentes tradiciones locales en investigación, que diferencian, por ejemplo, a anglosajones de franceses y estadounidenses. Ello se refleja en los diferentes tipos de investigación que se realizan dentro del psicoanálisis.
De acuerdo a Leuzinger-Bohleber y Bürgin (2003) dentro del campo de la investigación en psicoanálisis, podemos distinguir tres clases de investigación:
1. Investigación Clínica
2. Investigación Conceptual
3. Investigación Empírica

La primera puede entenderse como el proceso circular de reconocimiento y generación de insights y conocimientos. Se compara continuamente el material clínico con los conceptos y modelos teóricos existentes. Este tipo de investigación plantea problemas metodológicos debido a su proceso circular. Las principales críticas están dirigidas a la influencia de la sugestión.
La investigación conceptual se define por la materia de investigación, es decir, los conceptos psicoanalíticos. Esa es la principal diferencia con la investigación clínica. Para ésta, los conceptos son herramientas, no el objetivo de su estudio.
La investigación conceptual se basa en la investigación sistemática de usos y significados de los conceptos psicoanalíticos, incluyendo los cambios que se den, tanto en el contexto de la clínica como fuera de ella.
La investigación empírica evalúa fuera de la clínica, teorías y modelos que son generados en la situación clínica, así como la evaluación de la eficacia de los tratamientos y de nuevas teorías producidas en la observación empírica, entre otras.
Esta última clase de investigación es la que más debates y discusiones ha gestado dentro de la comunidad psicoanalítica. Se suele oponer, en este sentido, la investigación clínica a la extra-clínica.
Sin embargo, éstas están íntimamente relacionadas como señala la siguiente cita:

“Las teorías o modelos que son evaluados extra-clínicamente (experimentalmente) han sido generados siempre en la situación clínica, por lo tanto basados en la investigación clínica” (Leuzinger-Bohleber y Bürgin, 2003, p.19).

Green y Wallerstein representan dos posiciones opuestas respecto al estatuto epistemológico del psicoanálisis, lo que implica el dato clínico, la teoría, los criterios de validación y comprobación. Examinaremos las ideas de cada uno a continuación.
Green (2000) muestra una posición clara frente a la investigación. Señala que junto a la riqueza de la experiencia clínica y el psicoanálisis, los descubrimientos de los investigadores son muy magros. La investigación, para este autor, resulta en una simplificación del conocimiento psicoanalítico.
Green (2000) expresa que hay una gran confusión en los descubrimientos de lo que está etiquetado como “Investigación”.

“No pude resistir abrir el Volumen 24 de la Edición Estándar, en el índice general de materias. El resultado no fue sorprendente para mí. No hay mención, en la búsqueda de textos de Freud, del término ‘Investigación’ (‘research’) “(Green, 2003, pp. 26).

Green (2003) señala que hay dos posibilidades por las que Freud no utilizó el término investigación (research). Una razón puede ser que no lo hiciera porque considerara todo su trabajo como investigación. Otra posible respuesta es que esa clase de investigación sobre la actividad psíquica fuera casi inexistente en su época. Creemos que ambas opciones pueden ser verdaderas.
Sin embargo, en el 2000 Green había señalado que Freud, en muchas circunstancias, contradijo los criterios científicos de su época con su investigación específica (specific investigation). Dado esto, no queda claro qué entiende Green por “investigación”. A primera vista, parece que no está de acuerdo con ningún tipo de investigación e incluso rechaza el término. Sin embargo, notamos que es muy cuidadoso con el lenguaje, al jugar con dos términos que básicamente señalan algo similar: ‘investigate’ y ‘research’.
¿No está definido el Psicoanálisis en primer término como un “método de investigación”? (Laplanche y Pontalis, 1993).
Para Green esto es cierto pero sólo para el tipo de investigación que está asociada al término “investigate”. Por otro lado, el término “research” es el que no considera parte del psicoanálisis, ya que se hizo vigente después a mediados del siglo XX y surgió como parte de las ciencias empíricas con las que no está de acuerdo para el psicoanálisis.
Aunque Green (2000, 2003) no lo menciona explícitamente, está de acuerdo con la investigación en psicoanálisis, pero sólo con la investigación que proviene de la clínica y que va de acuerdo a lo que él llama el ‘espíritu’ del psicoanálisis (“investigate”). Con ello, se refiere a la identidad esencial del trabajo psicoanalítico, que cualquier psicoanalista de tiempo completo puede entender, según señala.
Sin embargo, indica con respecto a la investigación clínica que los psicoanalistas deben ocuparse primero de lo que son, antes de investigar en sus pacientes. En cuanto a la investigación conceptual, para Green ésta es imposible si no está enraizada en la historia del psicoanálisis. Enfatiza que la investigación conceptual debe ser realmente conceptual y no descriptiva.
En relación a la investigación empírica, especialmente la observación de infantes, Green expresa que los datos genéticos y conductuales son para los conductistas, no para los psicoanalistas. A pesar que acepta el valor de otras disciplinas como la biología, sociología o psicología, expresa que éstas no están relacionadas con el psicoanálisis. La observación no es un método apropiado para el psicoanálisis.

“La observación madre-bebe o cualquier otra observación sólo puede observar las manifestaciones externas de cada participante. Lo que es expresado fuera y puede ser observado no es la traducción de lo que ocurre dentro, en el mundo interno inconsciente” (Green, 2003, p. 43).

En relación a la cita anterior, Green explica que la única cosa que se puede “observar” en psicoanálisis es el fenómeno psíquico. Para ello no se tienen herramientas directas, sólo recursos indirectos como el material verbal, los sueños, las fantasías.
Es claro entonces que para Green el único tipo válido de investigación es la que se deriva de la situación clínica. Sin embargo, es muy específico al separar lo que para él es investigación psicoanalítica y lo que no es, como observamos con la investigación conceptual. Plantea entonces que la investigación psicoanalítica debe respetar las particularidades del pensamiento psicoanalítico.
Propone entonces, introducir el concepto “pensamiento clínico”, debido a que considera erróneo considerar a la clínica solamente como la aplicación de otros factores básicos que deben ser científicamente investigados y alcanzar un estatus teórico. Para Green el núcleo central de la investigación debe ser el inconsciente y sólo la experiencia analítica, y más específicamente la sesión analítica, que es la condición indispensable para el estudio del inconsciente. Sin embargo, esta práctica, que puede ser vista como una investigación permanente, no encaja en los criterios usuales del método científico.

“Pienso que había una clase de causalidad específica en el pensamiento clínico el cual no puede ser reducido a otros modos de pensamiento que están más ligados a la ciencia” Green, 2003, p. 28).

Es decir, este tipo de pensamiento particular al psicoanálisis no puede operacionalizarse para formar parte de una ciencia general. Es más, la cita anterior nos remarca la posición de Green con respecto al estatuto científico del psicoanálisis. Este está alejado de la ciencia, por lo menos de la ciencia como se la entiende tradicionalmente.
Sin embargo, el pensamiento clínico crea conceptos capaces de tratar con las razones del inconsciente y sus parámetros, sus transformaciones, racionalizaciones, entre otras. Una de las características del pensamiento clínico, es que es dialógico. Es decir, no sólo trata con el paciente sino con el analista que tiene como tarea escuchar al paciente.

Wallerstein (2000) por su lado, señala que Freud mencionó que el psicoanálisis pertenecía propiamente a las ciencias y no a las humanidades. Sin embargo, para Green el psicoanálisis tiene un origen doble: por un lado la medicina y psiquiatría, y por otro la cultura: literatura, arte, historia de la civilización, entre otras.
Wallerstein (2000) expresa que si se va a progresar en el conocimiento construyéndolo en base a la observación y conceptualización, la investigación científica, en el sentido de idear métodos para evaluar las formulaciones y fenómenos inferidos es más plausible, y está más de acuerdo con la observación que las formulaciones alternativas.
Wallerstein (2000) señala además, que la ciencia no se define por su contenido sino por sus métodos de indagación, y que el reto de la investigación en psicoanálisis es conseguir progresos en el conocimiento, a través de métodos encaminados a mantener el ‘espíritu’ del psicoanálisis y no yendo en contra de éste. Expresa que a veces puede darse una sobresimplificación en la investigación, como señala Green (2000), pero por ello la búsqueda métodos adecuados es una meta por alcanzar.
En relación a ello, acepta que la investigación extra-clínica es útil e importante, aunque tienen sus propios problemas conceptuales y metodológicos, sobre todo en áreas interesantes como el estudio de la situación analítica. A pesar de ello, ésta no se debe dejar de lado y señala la importancia a volcarse más intensamente a verificar los datos derivados del consultorio, en consonancia con los requisitos de la ciencia empírica.
Es decir, encontrar métodos particulares dentro de la ciencia empírica que sean capaces y sensibles para evaluar los datos y conceptos provenientes de la práctica y teoría psicoanalítica.
Wallerstein (1997) se interesa particularmente por el concepto de predicción como principio básico para la investigación en psicoanálisis. Señala la importancia de seguir desarrollando un cuerpo de conocimientos científicos del psicoanálisis, defendiendo su estatus de ciencia. Expresa la importancia de esta tarea en la siguiente cita:

“Nuestra confianza en nuestra tarea tendrá que basarse no en el recuerdo de héroes del pasado sino en datos derivados de la observación, cuidadosamente reunidos, pues la pretensión del psicoanálisis de ocupar un lugar entre las ciencias empíricas se basa precisamente en este conjunto de procedimientos” (Wallerstein, 1997, p. 74).

Lo que está buscando Wallerstein, entonces es en cierta manera adecuar las particularidades del psicoanálisis a una ciencia general, que esté normada por una metodología empírica con criterios de verificación y comprobación, validez y confiabilidad, entre otras.
Green (2000) reclama que el proceso psíquico no puede ser observado y se refiere específicamente a la observación de infantes, señalando que el problema de ésta es que no puede separarse el marco teórico en el que son formalizados los descubrimientos. Es decir, no está de acuerdo con utilizar un marco general de ciencia unívoca para interpretar los datos, ya que se pierde la esencia del psicoanálisis. Se debe buscar entonces, otra manera de investigar en psicoanálisis.

“Nosotros seguimos en búsqueda de un método de investigación que sea coherente, no con el contenido del psicoanálisis sino con el tipo de pensamiento que es su verdadero objeto” (Green, 2000, pp. 37).

Estas dos posiciones representan a dos grupos, los que apuestan por una manera particular de investigar en psicoanálisis integrando todas las características y complejidades de esa disciplina, y los que buscan adaptar los métodos científicos empíricos a las complejidades del psicoanálisis con el fin de darle un estatus de ciencia dentro de una concepción científica general.

Creemos más plausible la primera, ya que permitiría conservar todas las particularidades y peculiaridades del psicoanálisis. Sin embargo, no creemos que por ello, se deba abandonar la pretensión de ciencia en psicoanálisis. Más bien se debe trabajar en encontrar los métodos de investigación específicos a este tipo de ciencia particular y definir un marco conceptual y epistemológico que ayude a demarcar claramente el psicoanálisis. Esto es particularmente importante, ya que se pueden señalar una diversidad de tendencias y escuelas psicoanalíticas. Por ello, antes de ocuparse de la diversidad de las ciencias los psicoanalistas deben preocuparse de la diversidad del psicoanálisis.
Sin embargo, no estamos de acuerdo con Green al señalar que la investigación empírica, y específicamente la observación de infantes, no puede enriquecer al psicoanálisis. Si bien la investigación empírica, puede simplificar en algunas ocasiones, los procesos y datos psicoanalíticos, ésta puede ser útil para validar de manera externa conceptos y procesos dentro del psicoanálisis.
Es decir, es muy importante encontrar los caminos adecuados para establecer la validez interna del psicoanálisis. Sin embargo, la investigación empírica nos permite acceder a una suerte de validez concurrente. Esto es, evaluar el mismo concepto o hecho desde dos métodos diferentes, para valorar las similitudes o diferencias en los resultados. Esto valida ambos métodos a la vez, lo que llevaría a una interdisciplinariedad que enriquecería sin duda al psicoanálisis.
Por otro lado, creemos que Green tiene una actitud cerrada ante nuevas formas de trabajar en psicoanálisis, ya que para él sólo pertenece a la disciplina lo que viene del “diván” como señala en varias ocasiones. Nos preguntamos qué es lo que piensa del trabajo con familias y con grupos desde el psicoanálisis.
Pensamos que el potencial del psicoanálisis va más allá de la situación analítica, si bien ésta es la situación característica.
Además, tampoco estamos de acuerdo con su posición ante la observación. Creemos que sí se puede hacer observación dentro del psicoanálisis, y efectivamente se ha hecho. La experiencia de Freud con el niño del Fort Da, nos lo señala. Green astutamente recoge esta experiencia tomando en cuenta sólo la importancia del lenguaje en la situación para Freud. Sin embargo, es indudable que si Freud no hubiera observado la conducta del niño, no habría sido posible la elaboración de su explicación.
Lo mismo ocurre, creemos, en el mecanismo de la actuación. ¿Cómo puede dejar de lado Green la importancia de la observación en este mecanismo?
Wallerstein, por su lado, tiende a apoyarse en los inicios del psicoanálisis y su pretensión de ser una ciencia como la psiquiatría, medicina o biología.
Creemos que tanto Green como Wallerstein, tienden a tomar los pasajes de los textos que apoyan su punto de vista y dejar de lado los demás. Tal vez, el que ambos puedan referirse a Freud y psicoanalistas posteriores para apoyar sus ideas, nos señala que ambos tienen parte de razón y pueden ser parte de la misma “ciencia”.

Referencias bibliográficas
Green, A. (2000). What Kind of Research for Psychoanalysis? En: Sandler, J., Sandler, A., Davis, R. (Eds.). Clinical and Observational Psychoanalytic Research: Roots of a Controversity. London: Karnac Books.
Green, A. (2000). Science and Science Fiction in Infant Research. En: Sandler, J., Sandler, A., Davis, R. (Eds.). Clinical and Observational Psychoanalytic Research: Roots of a Controversity. London: Karnac Books.
Green, A. (2003). The pluralism of Sciences and Psychoanalytic Thinking. En: Leuzinger-Bohleber, M., Dreher, A., Canesgtri, J. (Eds.). Pluralism and Unity? Methods and Research in Psychoanalysis. London: The Internacional Psychoanalytic Association.
Freud, S. (1920). Más Allá del Principio del Placer. En: Obras Completas (Traducción López Ballesteros, 1981). Madrid: Biblioteca Nueva.
Leuzinger-Bohleber, M., Bürgin, D. (2003). Pluralism and Unity in Psychoanalytic Research: Some Introductory Remarks. En: Leuzinger-Bohleber, M., Dreher, A., Canesgtri, J. (Eds.). Pluralism and Unity? Methods and Research in Psychoanalysis. London: The Internacional Psychoanalytic Association.
Wallerstein, R. (2000). Psychoanalytic Research: Where do we disagree? En: En: Sandler, J., Sandler, A., Davis, R. (Eds.). Clinical and Observational Psychoanalytic Research: Roots of a Controversity. London: Karnac Books.

miércoles, 29 de abril de 2009

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