domingo, 29 de abril de 2012

Adicción y Juventud


La adicción es un problema de salud pública y los jóvenes son particularmente propensos a caer en esta conducta por ciertas características particulares de esta etapa. De acuerdo a la OMS, el uso de sustancias se inicia cada vez más temprano entre los jóvenes, lo que puede llevar a un abuso y dependencia de estas sustancias. La curiosidad, la búsqueda de sensaciones y la presión de los amigos, generalmente, empujan al adolescente a probar alguna sustancia e iniciar el abuso. Algunos factores personales y familiares además, pueden incrementar la conducta de consumo. Entre ellos, la baja autoestima, el pobre control de impulsos y la poca tolerancia a la frustración, podrían desencadenar que se establezca un consumo regular, ya que los efectos de las drogas proveen un “alivio” momentáneo de los problemas. Por otro lado, la falta de soporte familiar y una comunicación deficiente con los padres pueden agravar el abuso de drogas. Muchos jóvenes no se plantean el riesgo a largo plazo que puede traer la conducta de experimentación con drogas. Un estudio de CEDRO señala que el 36% de jóvenes universitarios no percibe ninguna posibilidad de daño en el uso de estas. Este dato debe ser tomado cuidadosamente en cuenta por los padres para prevenir el consumo de drogas en sus hijos. 

*Publicado el domingo 29 de abril de 2012 en el suplemento Mi Hogar de El Comercio.

jueves, 26 de abril de 2012

La importancia del juego


Algunos padres comentan con preocupación que su hijo solo se dedica a jugar durante todo el día. “Parece que está en otro mundo, en el que solo existen sus juguetes y muñecos”. En cierta forma es verdad, está en otro mundo. El pediatra y psicoanalista Donald Winnicott explica que el juego se desarrolla en una zona intermedia entre el mundo interno del niño y el mundo exterior.
El juego es parte imprescindible de la vida del niño. Es la expresión natural a través de la cual conocen el mundo y aprenden nuevas habilidades. Les permite desarrollar su imaginación y la capacidad para simbolizar. Es además, el lenguaje que utilizan para expresar las fantasías, los deseos y todas las experiencias que viven cotidianamente. La expresión verbal es la vía principal por la que los adultos logran entender y resolver sus dificultades, pero los niños generalmente expresan su malestar de otras maneras, que a veces  se pasan por alto, como es el caso del juego o la expresión gráfica.
Por ello, el juego es una herramienta útil para entrar en el mundo infantil y conocer sus preocupaciones y dificultades, así como sus fantasías e intereses. La terapia de juego se centra en analizar el proceso lúdico del niño, acompañándolo y ayudándolo a entender lo que le sucede. Mediante la representación de situaciones y la personificación de diferentes roles, los niños elaboran aquellas situaciones difíciles que pueden enfrentar, como la separación de los padres, los temores o las enfermedades. Por ello es vital brindarles el espacio para jugar, para crear personajes que puedan vivir lo que ellos están sintiendo o experimentando.
Es a través de la fantasía del juego que los niños pueden ensayar una y otra vez diferentes soluciones a una determinada situación y resolver sus dificultades. Por eso mismo, resulta preocupante cuando un niño no juega o lo hace de manera repetitiva y rígida, sin acceder a la capacidad simbólica. Cuando esto ocurre, el principal objetivo de la terapia es ayudarlo a desarrollar su capacidad para jugar, brindándole un espacio seguro para organizar su juego y a través de él,  expresarse libremente.
Un niño que es capaz de jugar es un niño saludable, y si además logra expresar en su juego todo aquello que está viviendo en la realidad, está trabajando en su recuperación emocional.

*Publicado el jueves 26 de abril de 2012 en El Comercio.

domingo, 22 de abril de 2012

Gracias a tod@s!!!!!!

Este espacio fue creado hace 3 años para reflexionar y discutir sobre diversos temas psicológicos. Hoy llegamos a   las 40 mil visitas. Gracias a tod@s ustedes por leer el blog. 



Ansiedad


La ansiedad es una respuesta emocional natural que se dispara cuando la persona percibe o interpreta una situación como amenazante o peligrosa. Es un sistema de alerta que tiene como función advertir y activar al organismo frente al riesgo y prepararlo para luchar, huir, evitar una situación temida o buscar apoyo. Se presentan diversos síntomas físicos como temblor, taquicardia, respiración agitada; todo ello sirve para preparar al cuerpo para la acción. Esto es imprescindible para la supervivencia. Sin embargo, en la mayoría de casos no estamos frente a un peligro inminente, sino frente a eventos estresantes (problemas familiares o laborales, por ejemplo) que impulsan igualmente las señales de alerta de nuestro cuerpo. Otras veces la ansiedad se dispara frente a peligros que pueden originarse dentro de la persona y no fuera de ella. En estos casos la respuesta de ansiedad es un síntoma de un conflicto psicológico que se interpreta como amenazante para la persona. Los impulsos o pensamientos inaceptables amenazan con irrumpir sin control y la persona experimenta ansiedad. Cuando se sobrepasan determinados límites, la ansiedad se convierte en un problema de salud y se puede configurar un trastorno de ansiedad. Las fobias, el trastorno obsesivo compulsivo y el trastorno de estrés post traumático son algunos tipos de  este trastorno.

jueves, 19 de abril de 2012

Conectividad permanente


Dos personas sentadas tomando café en silencio, cada una atenta a su celular comunicándose virtualmente con otras personas. Esta escena es cada vez más común. Las relaciones virtuales ocupan buena parte de nuestra vida diaria. Los celulares con conexión a internet son ahora los compañeros permanentes de las personas, sobre todo de los más jóvenes.

¿Cuáles son las posibles consecuencias de la conectividad permanente? Es cierto que el internet y las nuevas tecnologías están al servicio de las personas y facilitan la comunicación y el trabajo; pero en ocasiones, se tiende a  depender demasiado de estas, a tal punto que algunas personas pueden experimentar niveles altos de angustia cuando no están conectadas a la red o a su celular.

Estar siempre conectados, incluso cuando se realizan otras actividades como trabajar, compartir tiempo con alguien o mientras se ve una película, lleva a dividir la atención que prestamos. Se tiende a enfocarla en varias cosas a la vez, lo que implica que no podamos concentrarnos en ninguna de manera óptima. En algunos casos, ello puede ser peligroso, como cuando se contesta el celular mientras se maneja.

La conectividad permanente además, plantea la sensación de ser omnipresentes, permite recibir información instantáneamente, así como contestar y tomar decisiones al momento. Nadie se pierde de nada de lo que ocurre, no hay descanso. Se está siempre presente y disponible, y por supuesto, se pretende que los demás también lo estén. Ello puede acortar nuestra tolerancia a la espera en el mundo real. Si no lo cree, analice su conducta la siguiente vez que tenga que hacer un trámite presencial.

Por otro lado, estar conectado con otras personas virtualmente, alivia en cierta medida la sensación de soledad; pero esta no puede ser cubierta completamente porque no hay una presencia real. Ver una imagen de la persona y escribirle o escucharla, es parte del vínculo pero faltan otros aspectos como observar sus gestos, tocarla y todo lo que implica relacionarnos de manera más profunda con otro ser. Cuando el vínculo está limitado solo a lo virtual, la persona puede terminar sintiendo un vacío, porque a pesar de que uno esté “conectado” con otros, está aislado. Al final, paradójicamente, estar conectados permanentemente a las redes sociales, el correo electrónico y el internet, puede generar mayor desconexión en los contactos reales.

domingo, 15 de abril de 2012

Niños resilientes


Los niños, igual que cualquier adulto, se enfrentan a situaciones adversas que ponen en jaque sus recursos personales. Con su escasa edad y experiencia, deben enfrentarse a momentos difíciles en ocasiones como la muerte de un familiar, el divorcio de sus padres o una enfermedad crónica. Sin embargo, algunas características permiten hacer frente a las dificultades y recuperarse de una situación crítica. Ello se llama capacidad de resiliencia. Ahora, ¿Es posible promoverla? Efectivamente. Grotberg elaboró un modelo para identificar las actitudes necesarias para favorecer la capacidad de recuperarse de la adversidad. Estas incluyen tres áreas: el fortalecimiento del ambiente social, los recursos personales del niño y sus habilidades sociales. En primer lugar será necesaria la aceptación incondicional del niño, así como un vínculo estable con los padres u otras personas significativas; además brindarle apoyo, cuidado y un ambiente con reglas claramente establecidas. Dentro de los recursos personales, el desarrollo de la autoestima, la autonomía, el control de impulsos y la empatía; serán imprescindibles. Asimismo el optimismo y el sentido del humor actuarán como factores favorecedores de resiliencia. También desarrollar habilidades sociales satisfactorias y estrategias de afrontamiento para resolver los problemas satisfactoriamente. Por último, será importante darle sentido y significado al sufrimiento. Es decir, ayudarlo a elaborar la experiencia y seguir adelante.

jueves, 12 de abril de 2012

¿Qué es la normalidad?


El criterio para definir un comportamiento normal siempre ha sido complejo. La “normalidad” es un concepto relativo que varía de acuerdo a la cultura y el tiempo histórico en el que se vive. Es por ello que las clasificaciones de trastornos mentales se modifican y se van actualizando periódicamente. Es el caso del Manual de Trastornos Mentales (DSM por sus siglas en inglés) de la Asociación Psiquiátrica Americana, que está por publicar la versión V con diversas críticas. Algunos trastornos van a desaparecer y otros serán añadidos; pero tal vez la crítica más preocupante es la que señala que el objetivo de estos cambios es beneficiar a la industria farmacéutica, ya que estaría patologizando algunas conductas consideradas normales hasta ahora. Se señala, por ejemplo, que el proceso de duelo y la rebeldía se clasificarán en este próximo manual como trastorno mental, lo que llevaría a ampliar la población que requiera de un tratamiento farmacológico.
Es cierto que es necesario tener criterios estándares para poder realizar diagnósticos pero también es imprescindible entender a profundidad a cada persona, tomando en cuenta sus dificultades y también sus recursos personales para sobreponerse a sus problemas y aliviar su sufrimiento. No se debe utilizar ninguna clasificación de manera rígida porque impide la búsqueda de un entendimiento más completo de la persona y su cuadro clínico. Un manual de clasificación no puede tomar en cuenta todos los factores relacionados a los pacientes y los diferentes contextos culturales en los que viven. Por ello, muchos  profesionales se resisten a basar sus diagnósticos únicamente en clasificaciones como el DSM y prefieren evitar las etiquetas diagnósticas a la hora de tratar a una persona.
Ahora, hay ciertas pautas generales que pueden dar pistas de un comportamiento que se aleja de lo normal, como ciertos síntomas psicológicos que impiden realizar las actividades cotidianas y ocasionan sufrimiento. Otros criterios a tomar en cuenta son: el deterioro mental, la desadaptación, la conducta impredecible, la violación de normas morales o ideales compartidos, entre otras. Todo ello, sin embargo debe ser valorado por un profesional.
¿Qué es normalidad? En términos generales, es funcionar adecuadamente en el mundo, vincularse con las personas satisfactoriamente y disfrutar de las cosas sencillas de la vida. Freud lo resumía como la capacidad de amar, reír y trabajar. 

domingo, 8 de abril de 2012


PSICOMAIL
Impulso creativo
Por: Adhara Ampuero Sala
Muchas veces las personas se sienten empujadas a escribir, dibujar, hacer música  o realizar alguna actividad artística cuando están pasando por situaciones difíciles. Ello se presenta en algunos casos como una necesidad y un refugio personal. El auge de los blogs es un ejemplo de ello. Estas actividades generalmente permiten cierto alivio emocional, ya que se descargan y ordenan diversos contenidos de nuestra mente durante el proceso creativo. Las dificultades y el dolor pueden llevar, en ocasiones, a producir obras artísticas como es el caso de diversos poetas, escritores y compositores. Es lo que recientemente ha ocurrido a la cantante Adele, quien compuso su exitoso álbum musical durante el duelo por una ruptura amorosa. Ahora, ello no necesariamente implica que se deba sufrir para producir arte. Todas las personas tienen, en menor o mayor medida, deseos, impulsos y problemas inconscientes que resolver. A ese material recurre la mente para crear mediante el mecanismo de sublimación. Cuando un deseo o impulso no puede ser aceptado o realizado en la realidad, se satisface parcialmente cambiando su fin original hacia objetivos socialmente valorados como el arte. Se puede decir entonces que detrás de toda obra artística hay un conflicto psicológico que ha sido “sublimado”. La creación artística es una vía para elaborar conflictos, para estructurar la mente. Todas las personas tienen el potencial de hacerlo, solo es necesario encontrar la vía más afín a cada uno.

sábado, 7 de abril de 2012

Violencia entre pares


A menudo escuchamos a los adultos decir: “son cosas de niños” frente a las peleas o problemas entre estos. Es verdad que los niños suelen discutir y pelear a menudo cuando juegan o realizan alguna actividad conjunta. Ello es parte del proceso de socialización y corresponde a los padres y profesores enseñarles a resolver las disputas de una manera pacífica y asertiva. Sin embargo, cuando uno o varios niños amenazan, hostigan y se burlan constantemente de otro, estamos frente a un problema mayor.

La violencia entre pares, conocida como Bullying en inglés, se refiere a las conductas de acoso que se producen repetidamente hacia una misma persona. La violencia puede ser verbal, física, o ambas, y se realiza con una clara intención de molestar y humillar a la víctima. Generalmente el acosador es más fuerte, se cree más listo o mejor; y la víctima no se defiende ni denuncia el abuso ante los adultos. Es probable que crea que le irá peor si lo comenta y ello permite que la violencia continúe.

Puede pensarse que este tipo de violencia no es común, pero está más extendida de lo que se cree. Muchas veces pasa desapercibida, porque se manifiesta a través de insultos, amenazas, sobrenombres vergonzosos o aislamiento de la víctima del resto del grupo (“ley del hielo”); más que con agresiones físicas. También suele ser común en la actualidad, que el hostigamiento se realice en contextos que no son compartidos con los adultos, como las redes sociales.

El origen de este problema puede relacionarse a diversos factores como ciertas características psicológicas de los agresores. Es probable que estos sean víctimas de maltrato en sus hogares y estén repitiendo patrones aprendidos con otras personas. También se debe tomar en cuenta la cultura de violencia en la que vivimos y la lucha de poder que es inherente a las relaciones humanas. Algunos chicos pueden intentar afianzar su popularidad y fortaleza maltratando a otros más débiles.  Un tercer factor es la intolerancia hacia la diferencia. Cuando no se respetan otras características que difieren de lo esperado o deseable socialmente, surge la discriminación y la exclusión. Este aspecto es particularmente importante durante la adolescencia, etapa en la que la pertenencia al grupo es crucial para el desarrollo social. Los miembros de este, comparten características similares como base de la identidad grupal, esto los identifica y les brinda cohesión. Ello puede explicar por qué muchas veces el bullying suele presentarse como una agresión de varios jóvenes hacia un individuo y por qué pocos compañeros de la víctima lo defienden o denuncian el acto violento. Todos desean ser parte del conjunto.

No obstante, sea cual sea la causa, es necesario estar atentos a este problema para detectarlo rápidamente e intervenir. No se puede pasar por alto la violencia de ningún tipo, menos aún pensar que este tipo de problema se resuelve solo entre chicos. Todas las experiencias en la niñez y adolescencia son formadoras. El niño o adolescente está aprendiendo a relacionarse con las personas, está construyendo su autoestima y debe consolidar su identidad para pasar a la adultez. Las experiencias escolares son recordadas toda la vida, las dolorosas pueden traer consecuencias negativas a futuro.  






domingo, 1 de abril de 2012


PSICOMAIL

Génesis de un asesino

Por: Adhara Ampuero Sala

Los asesinatos son noticia de todos los días, ya sean los pasionales o los planificados cuidadosamente. El nivel de violencia en la sociedad está en escalada y se vuelve cada vez más común en todos los ámbitos. Esto hace preguntarse: ¿cómo se convierte alguien en asesino? Si bien el impulso agresivo es parte de la naturaleza del ser humano, no se puede decir que los homicidas nacen siéndolo. La tendencia criminal se desarrolla y se refuerza, en muchos casos, por un ambiente dañino y negativo, que privilegia la violencia como el medio válido para resolver los problemas. Hay diversos factores que pueden empujar a la persona a cometer un crimen y no se puede establecer una receta única para crear a un homicida. Sin embargo, estudios sobre la niñez de criminales han encontrado algunas características comunes: castigos, abusos y una disciplina injusta, hostil e inconsistente. Es decir, una misma conducta puede desencadenar una brutal golpiza o ninguna reacción, de manera que el niño no puede identificar un patrón adecuado o inadecuado en su comportamiento. Se encuentra además un alto grado de inestabilidad familiar, así como relaciones interpersonales deficientes caracterizadas por la falta de empatía y soporte emocional. Todo ello lleva a pensar en la importancia de invertir en la prevención en salud mental dentro de las familias.
*Publicado en el suplemento Mi Hogar de El Comercio. http://elcomercio.pe/impresa/notas/genesis-asesino/20120401/1395312