lunes, 26 de septiembre de 2011

Equilibrando trabajo y crianza

PUNTO DE VISTA
Por: Adhara Ampuero Sala Psicóloga clínica
Lunes 26 de Setiembre del 2011

En la actualidad la mayoría de mujeres debe trabajar fuera de casa, además de criar a sus hijos. Ello significa pasar varias horas fuera y confiar en otra persona el cuidado de los niños.
No es nada fácil equilibrar el rol de madre y el de profesional, pero puede hacerse. Para ello es preciso estar pendientes de lo que ocurre con los niños en todos los aspectos. Llame a sus hijos desde el trabajo continuamente para saber cómo están, es importante “estar presente” aunque no esté en casa. Aproveche los momentos que pueda compartir con ellos para estrechar vínculos.
Recuerde que es más importante la calidad que la cantidad de tiempo que pasa con ellos.
http://elcomercio.pe/impresa/pdf/1317013200/ECME260911a15/

domingo, 18 de septiembre de 2011

Me quiero, no me quiero

Uno de los conceptos más populares y extendidos en psicología es el tema de la autoestima. Es común ver ofertas de talleres para mejorarla y se escucha recurrentemente en el consultorio: “quiero aumentar mi autoestima”. Si bien no todo se reduce a ello, es cierto que un sentimiento de valía personal adecuado es clave para alcanzar un equilibrio emocional óptimo, ya que la autoestima está significativamente asociada a la satisfacción personal y al funcionamiento efectivo. Si una persona se siente valiosa, capaz, significativa y con éxito; tendrá más posibilidades de resolver los problemas que se le presenten y lograr las metas que se propone. Ahora ¿Por qué algunas personas logran valorarse a sí mismas, mientras otras parecen necesitar que otros les ratifiquen una y otra vez que son valiosas? La autoestima se va formando desde los primeros años de vida a partir de las actitudes y trato de la familia y otros significativos. A partir de ello, el niño o niña empieza a hacerse ideas sobre sí mismo que irá contrastando a lo largo de su vida. Si nos sentimos apreciados, queridos y respetados, aprendemos a apreciarnos, querernos y respetarnos. Este es un proceso complejo, largo y constante. Las etiquetas, los insultos y los fracasos, aunque se den solo en ocasiones, pueden hacer que se interiorice un sentimiento desaprobatorio hacia uno mismo y ello puede llevar a la persona a buscar aprobación constantemente en los demás.
*Publicado el domingo 18 de setiembre en el segmento Mi Hogar de El Comercio

domingo, 11 de septiembre de 2011

Juntos, pero no revueltos

A propósito de la columna anterior sobre el matrimonio, algunas personas pidieron que se tocara el tema de una nueva modalidad de pareja que parece estar ganando adeptos en otros países: vivir juntos pero separados (Living Apart Together, en inglés). Ello significa tener una relación estable en la que hay compromiso, afecto, respeto, se comparten las vivencias y dificultades, pero cada uno vive en su casa. ¿Es eso viable? Tal vez para algunos sea la solución ideal, ya que la relación no se desgasta por problemas cotidianos y dificultades de la convivencia. Esta modalidad parece ser más popular entre las parejas que han estado casadas y se acostumbraron a vivir independientemente o las que ya tienen hijos y prefieren no cambiar la dinámica familiar establecida luego de la separación. Pero ¿qué se pierde cuando no hay convivencia? Algunas personas pueden señalar que el compromiso no será el mismo si cada uno vive en su casa. Ello puede ser cierto en algunos casos, pero no en todos. Igualmente puede haber mayor compromiso entre los casados en relación a los convivientes, pero también podría darse el caso contrario. Probablemente no hay una opción única que sea válida para todos los casos. Lo que sí es crucial para el éxito de una relación es el grado de compromiso que se establece como pareja y ello no depende necesariamente de ubicación o papeles firmados.
(*)Adhara Ampuero es psicóloga clínica con maestría en psicoanalisis.
http://elcomercio.pe/impresa/notas/juntos-no-revueltos_2/20110911/1289115

domingo, 4 de septiembre de 2011

Matrimonio y algo más


Existe una clara diferencia entre hombres y mujeres cuando se trata de pensar en matrimonio. Mientras las mujeres sueñan con casarse, algunas incluso desde la primera cita; los hombres huyen del matrimonio como si fuera la peor de las tragedias. Ello no se da en todos los casos por supuesto, pero es una constante en las dificultades que se expresan en la terapia. Las mujeres sienten que si no se casan están dejando de cumplir con un objetivo de vida y pueden presionar a sus parejas para formalizar una relación. Los hombres, por su lado se resisten muchas veces a un compromiso serio, a pesar que lo desean, y pueden sentirse atrapados cuando se comprometen. Lo curioso es que analizando algunos estudios psicológicos, encontramos que las solteras se deprimen menos que los solteros, y las viudas mucho menos que los viudos. ¿Cómo se explica esto? Una posible explicación es que el matrimonio implica para las mujeres cambiar completamente su modo de vida. Al casarse, las mujeres se dedican a las tareas domésticas y a la crianza de los hijos además de su trabajo; y muchas de ellas, se ven atrapadas en una relación de subordinación frente a sus esposos. Los hombres, por su lado, siguen trabajando como lo hacían antes de casarse y delegan en las mujeres todas las labores domésticas, que antes realizaban sus madres. Viéndolo así, las mujeres son las que deberían huir del matrimonio.