martes, 26 de mayo de 2009

¿Nene, nena qué vas a hacer cuando seas grande?

El proceso de encontrar nuestra vocación
El decidir lo que haremos el resto de la vida es una decisión difícil y compleja. En ella, intervienen diversos factores que no siempre son explícitos y que es necesario analizar para escoger adecuadamente nuestra vocación.
Es necesario tomar en cuenta los intereses personales, el nivel de motivación relacionado a ellos, las actitudes hacia el estudio y trabajo, así como las aptitudes intelectuales, y el contexto familiar y social.
Además de los mencionados, es importante tomar en cuenta la fase evolutiva en la que se encuentra la persona cuando decide su orientación vocacional.
La adolescencia es un período de cambios físicos, cognitivos, emocionales y sociales que se da entre los 12 y 18 años aproximadamente aunque los límites no son fijos.
El o la adolescente se encuentran de pronto con un cuerpo que no es el mismo, se desarrollan capacidades cognitivas, sus emociones son cambiantes y las relaciones sociales empiezan a ocupar el primer plano en su vida.
Los adolescentes tienen la tarea de enfrentar todos los cambios y decisiones propias de la adolescencia, definir lo que le gusta y lo que no, escuchar su propia voz sin seguir a los amigos, a adoptar ideas propias, entre otras cosas para poder entrar en la adultez.
Es en esta etapa en la que deberán integrar todas sus características personales e identificaciones infantiles para consolidar su identidad. Sin embargo, este proceso toma un tiempo variable dependiendo de cada persona, y en algunos casos, puede conllevar algunas dificultades.
¿Cómo pedir a una persona que aún no define quién es, qué lugar ocupa en el mundo y qué cosas le gustan, que decida una profesión?
En algunos casos, el proceso de consolidación de la personalidad e identidad, así como la elección vocacional se dan de forma paralela y no traen mayores dificultades. Sin embargo, muchas veces el o la adolescente se muestra ambivalente y es necesario orientarlo para que logre encontrar su propia vocación.
Es en estos casos, en los que se hace necesaria una evaluación psicológica y un proceso terapéutico focal que permita al adolescente descubrir:
Sus propias capacidades y aptitudes. Cada persona es única y muestra habilidades diferentes, tanto en el aspecto intelectual como en el aspecto social y emocional. Estas capacidades deben ser tomadas en cuenta a la hora de elegir una carrera, ya que ciertas profesiones se relacionan más con determinadas habilidades, ya sean verbales, numéricas o sociales. Por ejemplo una adolescente introvertida podría tener dificultades para dedicarse a una profesión que implique el contacto permanente con las personas.
Sus intereses profesionales. Es necesario conocer cuáles son los intereses personales de los y las adolescentes, así como las fantasías conscientes e inconscientes sobre las distintas profesiones pensadas ahora y en el pasado. Hay que evaluar qué soñaron ser cuando eran pequeños y qué sueñan ser en la actualidad.
Sus motivaciones. Es importante también analizar las motivaciones que llevan al adolescente a escoger determinada carrera. Muchas veces el nivel de motivación no es muy elevado y se debe evaluar si responde más a una motivación extrínseca como el estatus social de dicha profesión, la influencia del grupo o aspectos más situacionales como la cercanía del centro de estudios, la facilidad del acceso o ser la carrera familiar. Es importante descubrir las motivaciones intrínsecas de los y las adolescentes, ya que solo las motivaciones internas funcionan como un motor para realizar todas las actividades necesarias para llegar a nuestra meta.
Sus actitudes frente al estudio y trabajo. Nos debemos preguntar qué actitud tiene la persona hacia el estudio. Le gusta o no le gusta estudiar. Ello determinará también el tipo de carrera que escogerá o si buscará un empleo sin estudiar. Además de ello, es importante conocer cómo se enfrentará la persona al futuro trabajo, qué tipo de trabajo o empresa prefiere, ya que ello está íntimamente relacionado a la elección de carrera que se haga.
Su contexto familiar. Es importantísimo conocer qué espera la familia del adolescente. Muchas veces, la presión de los padres para que el adolescente siga una carrera determinada puede hacer que desista de escoger una alternativa más relacionada a sus intereses y deseos, lo que generalmente es una solución temporal ya que el joven puede sentirse frustrado de no estudiar algo que responda a sus intereses y motivaciones; y eventualmente abandonará los estudios para dedicarse a otra cosa.
Sus conocimientos sobre el mercado laboral. Es importante evaluar cuánto sabe la persona sobre las diferentes profesiones, así como las posibilidades de trabajo reales. Muchas veces se conocen profesiones de nombre y se tienen fantasías acerca de lo que realiza un profesional en determinada área que no necesariamente se ajusta a la realidad y responde a estereotipos compartidos. Por ejemplo, algunos adolescentes pueden elegir Arqueología pensando en que tendrán aventuras como Indiana Jones. De la misma manera, es importante conocer las características actuales del mercado laboral para conocer las posibilidades de trabajo al acabar los estudios.
El análisis de todas estas variables permitirá al adolescente tomar una decisión más consistente que responda a su vocación y ayude a consolidar su identidad y autoestima.
Estudios sobre la autoestima señalan que una correlación alta entre las aptitudes y los intereses de una persona determinarán una alta autoestima, ya que al realizar actividades en las que uno muestra el talento necesario, obtendrá resultados positivos y ello, influirá positivamente en la valoración propia.
Por ello es muy importante que se acompañe al adolescente en el proceso de elección de carrera sin presionarlo, ya que una persona que hace lo que ama y para lo que tiene aptitudes, se sentirá completa y realizada en su vida laboral y personal.

lunes, 18 de mayo de 2009

Lenguaje, Comunicación y Proceso Mental

No hay pensamiento sin lenguaje. El lenguaje, ya sea escrito, verbal o gráfico, nos permite expresar a otros nuestras ideas, pensamientos y visión de las cosas. Una persona que evidencia competencias verbales altas, nos muestra un tipo de pensamiento organizado, capaz de establecer relaciones adecuadas entre conceptos, así como un nivel óptimo de abstracción. Unido a ello, un alto desempeño verbal, brinda a la persona la posibilidad de interactuar con otros, expresar adecuadamente sus ideas y dejarse entender por los demás, además de intercambiar información relevante para coordinar tareas y lograr objetivos propuestos.

Es imprescindible entonces, evaluar minuciosamente la capacidad de la persona para organizar sus ideas, utilizar un vocabulario amplio y su habilidad para llegar a otras personas y persuadirlas, logrando que otros hagan suyas sus propias ideas.

Pero la comunicación efectiva y el lenguaje evidencian mucho más. Una persona que logra una capacidad de abstracción óptima y que refleja habilidades para solucionar problemas eficientemente, nos expresa que su procesamiento mental es apropiado.

Si tomamos en cuenta que la comunicación expresa el tipo de procesamiento mental de un individuo, podemos distinguir, siguiendo a Elliott Jacques (1995)
[1], 4 procesos básicos:

· Proceso Declarativo.- En este tipo de proceso la persona explica su posición brindando varias razones separadas unas de otras. No hay conexión que se pueda hacer entre ellas.
· Proceso Acumulativo.- Este proceso refleja la posibilidad de dar diferentes razones para explicar una posición determinada. Ninguna de las razones explica por sí sola la posición, pero todas juntas apuntan a una misma dirección, logrando una idea clara.
· Proceso Serial.- La persona explica su posición construyendo una línea de pensamiento con una secuencia de razones, en la que cada una lleva a la siguiente de manera lógica.
· Proceso Paralelo.- Este tipo de proceso evidencia la posibilidad de explicar una posición estableciendo distintas líneas de pensamiento que se mantienen en paralelo y llegan a conclusiones diferentes. Cada línea explicativa refleja un proceso serial.

Mientras más alto el nivel de procesamiento mental, mayores habilidades para organizar las ideas y capacidad de abstracción. Jacques (1995) señala además que los niveles jerárquicos más altos en una empresa u organización, tienden a correlacionar con los niveles más altos de procesamiento mental. Esto es fácilmente explicable, ya que las personas con tipo de procesamiento mental serial y paralelo, son capaces de solucionar problemas de manera lógica y secuencial, formulando diversas hipótesis y construyendo una causalidad que llevará a diferentes resultados. Esto permite prever consecuencias negativas antes de ejecutar acciones. Por lo tanto, estas son las personas que van a ser requeridas para puestos de mayor responsabilidad.

Ahora, ¿de qué manera uno puede lograr una medida confiable de las competencias verbales de una persona?

En el ámbito de la evaluación y selección de personal, contamos con diversas herramientas para evaluar diferentes capacidades y habilidades. Sin embargo, en el caso de las habilidades de comunicación, la forma en la que se expresa la persona durante la evaluación y entrevista, ya sea de manera verbal o escrita, nos permite explorar con mayor profundidad la organización del proceso de pensamiento.

Una persona que relata con orden sus ideas muestra orden en su pensamiento y expresará ese mismo orden a la hora de enfrentar diferentes tareas concretas. Es imprescindible entonces, estar atento a los diferentes niveles en los que la persona se expresa, desde el vocabulario que utiliza hasta la sintaxis con la que construye sus oraciones.

En ese sentido, una tarea como ésta, en la que se debe exponer diferentes ideas sobre un tema y lograr un sentido coherente, es una medida original y eficiente para evaluar profundamente la competencia verbal y el tipo de procesamiento mental de una persona.

[1] Jacques, Elliott (1995). Understanding Organization. En: Human relation, Vol. 48 (4).

jueves, 7 de mayo de 2009

El Juego y la Recuperación Emocional


El juego es parte imprescindible de la vida del ser humano, especialmente durante la niñez. Es a través del juego que conocemos el mundo y aprendemos nuevas habilidades. El juego nos permite también recrear situaciones cotidianas o imposibles, desarrollando nuestra imaginación y capacidad para simbolizar. Esta capacidad para representar y personificar también permite a los niños elaborar aquellas situaciones difíciles que pueden enfrentar como la separación de los padres, los temores o las enfermedades. Por ello es vital brindarles el espacio para jugar, para crear personajes que puedan vivir lo que ellos están sintiendo o experimentando. Es más sencillo resolver las dificultades si se vuelcan en un espacio seguro como la fantasía del juego, donde puede ensayar una y otra vez diferentes soluciones a una determinada situación. Un niño que es capaz de expresar en su juego todo aquello que está viviendo, está trabajando en su recuperación emocional.

lunes, 4 de mayo de 2009

La dualidad cuerpo-mente: Neurociencias y Psicoanálisis

Desde hace algunos años hay un interés por integrar la Neurociencia con el Psicoanálisis. Esto se refleja en la creación de la Sociedad Internacional de Neuro-Psicoanálisis. Ésta está formada por un grupo de investigadores que intentan unir los aportes del Psicoanálisis con los últimos descubrimientos de las Neurociencias.

Este interés responde, entre otras cosas, a la cercana relación que existe entre el cerebro y la mente. Solms (2003) señala:

“No es difícil entender por qué la relación entre Psicoanálisis y Neurociencias nos debe interesar. El Psicoanálisis es una ciencia de la mente, y nosotros sabemos desde tiempos antiguos que las actividades de la mente están de algún modo íntimamente conectadas con los tejidos del cerebro” (p. 184).

Para Panksepp (2000) el Psicoanálisis necesita anclar su pensamiento de una manera que promueva la evaluación empírica de las ideas y la Neurociencia necesita tomar a las dinámicas emocionales más seriamente. Es decir, este autor rescata la complementariedad de ambas disciplinas. La teoría psicoanalítica puede ayudar a guiar el pensamiento neurocientífico que trata las dinámicas emocionales que acontecen dentro de los tejidos neuronales. La neurociencia, por otro lado, puede proveer hechos que ayuden a la teoría psicoanalítica a acercarse a los métodos objetivos para formar parte de la disciplina empírica que caracteriza a la ciencias verdaderas (Panksepp, 2000).

“Para que nuestros conceptos tengan una base científica, debe ser posible cuantificarlos (tanto directamente o indirectamente) y especificar relaciones sistemáticas con otras variables que también puedan ser cuantificadas” (Panksepp, 2000. p.1).

No es difícil darnos cuenta por qué ciertos sectores de psicoanalistas están en desacuerdo con la integración entre ambas “ciencias”, en particular André Green. Panksepp comienza hablando de una complementariedad entre disciplinas diferentes, con diferentes métodos de estudio y diferentes aproximaciones a la dualidad mente-cuerpo, pero termina planteado que el Psicoanálisis debe anexarse, y hasta mimetizarse de cierta manera, con los métodos utilizados en las Neurociencias.

Las Neurociencias, por otro lado, aún siguen ancladas en el estudio del cerebro y lo anatómico, a pesar de haber desarrollado muchas tecnologías en el campo de las neuro-imágenes, especialmente, pero no han tenido un desarrollo similar en los procesos psíquicos (mente).

Cibils (2002) señala que el fascinante progreso tecnológico en el campo de las neuro-imágenes afianza los desarrollo en la comprensión del “dónde” (locus) y distraen del encare del “cómo” (mecanismos). “Nuestra capacidad de estudio funcional del cerebro es: ‘de una función en algún lugar’” (Cibils, 2002).

El Psicoanálisis, en cambio, se separó tempranamente del estudio del cuerpo (cerebro), aunque nunca lo perdió de vista del todo, y se dedicó a explorar la mente.

Solms (2003) señala que Freud marcó esta separación entre el Psicoanálisis y las Neurociencias en la “Interpretación de los Sueños” (1900) al señalar que siempre recomendó que los psicoanalistas debían permanecer alejados de las neurociencias. Sin embargo, Freud había intentado explorar la relación entre la Neurología y la Psicología, lo que se observa claramente en el “Proyecto de una Psicología para Neurólogos” (1895), aunque no le fue posible integrar sus hallazgos clínicos con la Neurociencia debido al poco conocimiento neurocientífico de esos días y a la ausencia de un método adecuado para relacionar los datos neurológicos y psicológicos que existían.

Es por ello, que Solms (2003) propone continuar el interés del Freud inicial, del Freud anterior a la Interpretación de los Sueños, e integrar ambas disciplinas. Para ello, propone introducir un método por el cual se pueda lograr esta tarea científica.

Lo que nos planteamos acá es que si regresamos al punto en que Freud exploraba esta posible integración (1895), podríamos objetar que en ese momento aún no había nacido el Psicoanálisis. ¿En qué momento podemos hablar de Psicoanálisis? Muchos dirían que desde 1897 con el abandono de la teoría de la Seducción, otros dirían que desde 1900 con la interpretación de los Sueños. Sea uno u otro, creemos que lo que marcó el inicio del Psicoanálisis fue el objeto de estudio, es decir la mente y el inconsciente específicamente. Esto llevó al consiguiente alejamiento del cuerpo.

Dado esto, ¿es posible hablar de una integración entre el Psicoanálisis y las Neurociencias sin que el Psicoanálisis pierda su objeto de estudio, o lo que Green (2000) llamaría el “espíritu” del psicoanálisis?

Creemos que una integración entre el Psicoanálisis y las Neurociencias es muy difícil, ya que la aproximación a la mente y el cuerpo es distinta en cada una de las disciplinas. Una integración, con un método de estudio único que refleje la relación mente-cuerpo, todavía no es posible sin que una disciplina quede subsumida en la otra. Sobretodo, tomando en cuenta que desde el Psicoanálisis hay un interés en esta empresa que no es correspondido totalmente en las Neurociencias (Panksepp, 2000).

Sin embargo, considerando la relación indisoluble entre mente y cuerpo y la importancia de acceder a un entendimiento holístico del ser humano, es necesario intentar vínculos entre ambas aproximaciones, promoviendo estudios interdisciplinarios que nos ayuden a enriquecer uno y otro campo. En este sentido, Paniagua (2002) señala que a la luz de nuevos hallazgos de investigación en Neurociencias, los psicoanalistas han cambiado algunas nociones que consideraban establecidas y a su vez, las observaciones de la psicología profunda, obtenibles sólo en la clínica psicoanalítica, han contribuido a la interpretación de los hallazgos de la Neurociencia.

Es indiscutible en este sentido, el avance en el estudio de las emociones por ejemplo, que nos ayudan a entender las bases biológicas y evolutivas de algunos procesos que ya se conocían a través de la práctica clínica.

Creemos que lo más adecuado no sería una integración, por lo menos no como la plantea Panksepp (2000), ya que podría implicar la pérdida de la identidad y objeto de estudio del Psicoanálisis, o como plantea Solms (2003) un método único de estudio; sino más bien una complementariedad entre disciplinas. Esta enriquecería uno y otro lado con estudios interdisciplinarios y una comunicación continua que permitirían dar otra mirada a los hallazgos de cada uno de los campos, integrando resultados, pero sin abandonar los métodos de estudio y técnicas particulares.
Referencias Bibliográficas
Cibils, D. (2002). Neurociencias y Psicoanálisis: aproximaciones posibles. Conferencia presentada en el 2° Congreso de Psicoanálisis y XII Jornadas Científicas. “El Cuerpo en Psicoanálisis. Diálogos con la Biología y la Cultura”. Montevideo, 10-12 de Mayo.
Green, A. (2000). What Kind of Research for Psychoanalysis? En: Sandler, J., Sandler, A., Davis, R. (Eds.). Clinical and Observational Psychoanalytic Research: Roots of a Controversity. London: Karnac Books.
_______. (2003). The pluralism of Sciences and Psychoanalytic Thinking. En: Leuzinger-Bohleber, M., Dreher, A., Canesgtri, J. (Eds.). Pluralism and Unity? Methods and Research in Psychoanalysis. London: The Internacional Psychoanalytic Association.
Leuzinger-Bohleber, M., Bürgin, D. (2003). Pluralism and Unity in Psychoanalytic Research: Some Introductory Remarks. En: Leuzinger-Bohleber, M., Dreher, A., Canesgtri, J. (Eds.). Pluralism and Unity? Methods and Research in Psychoanalysis. London: The International Psychoanalytic Association.
Paniagua, C. (2002). Neurobiología y Psicoanálisis. http://www.larebotica.es/larebotica/secciones/expertos/psicoanalisis/index.html
Panksepp, J. (2000). Las Emociones vistas por el Psicoanálisis y la Neurociencia: Un ejercicio de Conciliación. En:
http://www.genaltruista.com/notas/00000169.htm
Solms, M. (2004). Freud Returns. En: Scientific American, May, 2004.

domingo, 3 de mayo de 2009

Orientación Vocacional

Como psicólogas muchas veces escuchamos a padres quejarse de que la evaluación vocacional no sirve, que las opciones que recomiendan los tests son muy amplias o que no representan la vocación real de sus hijos.
En ocasiones esto es cierto, ya que las evaluaciones que se basan únicamente en los tests vocacionales solo recogen los intereses y aptitudes manifestados por los adolescentes y jóvenes, los que pueden ser diversos. Sin embargo, hay muchos otros factores que deben tomarse en cuenta para evaluar la vocación de una persona.
Es necesario, entre otras cosas, conocer el contexto familiar en el que vive el o la adolescente, las fantasías relacionadas a su futuro, a sus aptitudes, al estudio y al trabajo, su nivel de motivación y los estereotipos que expresa frente a las profesiones, entre otras cosas.
Además de ello, debemos analizar las fantasías que tienen los padres respecto a la carrera de su hijo o hija y la apertura hacia opciones diferentes a las suyas.
No es una tarea fácil ni rápida. Es más un proceso de búsqueda personal que debemos acompañar en un espacio de confianza, neutralidad y apertura. Es por ello que consideramos que la mejor opción para ayudar a una persona que se encuentra en este proceso es trabajar en un espacio terapéutico breve, ya sea individual o grupal.

viernes, 1 de mayo de 2009

Comentarios sobre el debate Green – Wallerstein

El objetivo de este ensayo es revisar dos posiciones diferentes, casi antagónicas, sobre la investigación dentro del psicoanálisis y analizar las implicancias epistemológicas al respecto.
Antes de plantear las dos posiciones es necesario señalar el contexto general de la investigación en psicoanálisis. La concepción de ésta está íntimamente ligada a la concepción de la ciencia o las ciencias.
En ese sentido, Leuzinger-Bohleber y Bürgin (2003) expresan que hay un entendimiento uniforme de la ciencia (entendida como unidad) que presume volverse la única y dominante definición de ciencia, debido a que aparentemente posee los criterios válidos universales de calidad científica. Este entendimiento de ciencia destruye la riqueza y variedad de algunos conceptos claves en psicoanálisis como las fantasías inconscientes y los conflictos, ya que éstos no son observables directamente debido a su ambigüedad y complejidad.
Esto ha llevado a que los miembros de las diferentes sociedades psicoanalíticas critiquen esta uniformidad de las ciencias, postulando, en algunos casos, una pluralidad de ciencias y métodos de comprobación.
Es cada vez más claro que no es posible concebir una unificación teórica para todas las ciencias. Este pluralismo conduce, de acuerdo a Hampe (2000) a un pluralismo de teorías, de experiencias, de valores epistémicos y de métodos (Leuzinger-Bohleber y Bürgin, 2003).
El contacto directo con aproximaciones empírico-cuantitativas en investigación, han desatado críticas de muchos miembros de la IPA. Entre los críticos, uno de los más acalorados es sin duda André Green. Las críticas de uno y otro lado, se relacionan y están influidas también, por las diferentes tradiciones locales en investigación, que diferencian, por ejemplo, a anglosajones de franceses y estadounidenses. Ello se refleja en los diferentes tipos de investigación que se realizan dentro del psicoanálisis.
De acuerdo a Leuzinger-Bohleber y Bürgin (2003) dentro del campo de la investigación en psicoanálisis, podemos distinguir tres clases de investigación:
1. Investigación Clínica
2. Investigación Conceptual
3. Investigación Empírica

La primera puede entenderse como el proceso circular de reconocimiento y generación de insights y conocimientos. Se compara continuamente el material clínico con los conceptos y modelos teóricos existentes. Este tipo de investigación plantea problemas metodológicos debido a su proceso circular. Las principales críticas están dirigidas a la influencia de la sugestión.
La investigación conceptual se define por la materia de investigación, es decir, los conceptos psicoanalíticos. Esa es la principal diferencia con la investigación clínica. Para ésta, los conceptos son herramientas, no el objetivo de su estudio.
La investigación conceptual se basa en la investigación sistemática de usos y significados de los conceptos psicoanalíticos, incluyendo los cambios que se den, tanto en el contexto de la clínica como fuera de ella.
La investigación empírica evalúa fuera de la clínica, teorías y modelos que son generados en la situación clínica, así como la evaluación de la eficacia de los tratamientos y de nuevas teorías producidas en la observación empírica, entre otras.
Esta última clase de investigación es la que más debates y discusiones ha gestado dentro de la comunidad psicoanalítica. Se suele oponer, en este sentido, la investigación clínica a la extra-clínica.
Sin embargo, éstas están íntimamente relacionadas como señala la siguiente cita:

“Las teorías o modelos que son evaluados extra-clínicamente (experimentalmente) han sido generados siempre en la situación clínica, por lo tanto basados en la investigación clínica” (Leuzinger-Bohleber y Bürgin, 2003, p.19).

Green y Wallerstein representan dos posiciones opuestas respecto al estatuto epistemológico del psicoanálisis, lo que implica el dato clínico, la teoría, los criterios de validación y comprobación. Examinaremos las ideas de cada uno a continuación.
Green (2000) muestra una posición clara frente a la investigación. Señala que junto a la riqueza de la experiencia clínica y el psicoanálisis, los descubrimientos de los investigadores son muy magros. La investigación, para este autor, resulta en una simplificación del conocimiento psicoanalítico.
Green (2000) expresa que hay una gran confusión en los descubrimientos de lo que está etiquetado como “Investigación”.

“No pude resistir abrir el Volumen 24 de la Edición Estándar, en el índice general de materias. El resultado no fue sorprendente para mí. No hay mención, en la búsqueda de textos de Freud, del término ‘Investigación’ (‘research’) “(Green, 2003, pp. 26).

Green (2003) señala que hay dos posibilidades por las que Freud no utilizó el término investigación (research). Una razón puede ser que no lo hiciera porque considerara todo su trabajo como investigación. Otra posible respuesta es que esa clase de investigación sobre la actividad psíquica fuera casi inexistente en su época. Creemos que ambas opciones pueden ser verdaderas.
Sin embargo, en el 2000 Green había señalado que Freud, en muchas circunstancias, contradijo los criterios científicos de su época con su investigación específica (specific investigation). Dado esto, no queda claro qué entiende Green por “investigación”. A primera vista, parece que no está de acuerdo con ningún tipo de investigación e incluso rechaza el término. Sin embargo, notamos que es muy cuidadoso con el lenguaje, al jugar con dos términos que básicamente señalan algo similar: ‘investigate’ y ‘research’.
¿No está definido el Psicoanálisis en primer término como un “método de investigación”? (Laplanche y Pontalis, 1993).
Para Green esto es cierto pero sólo para el tipo de investigación que está asociada al término “investigate”. Por otro lado, el término “research” es el que no considera parte del psicoanálisis, ya que se hizo vigente después a mediados del siglo XX y surgió como parte de las ciencias empíricas con las que no está de acuerdo para el psicoanálisis.
Aunque Green (2000, 2003) no lo menciona explícitamente, está de acuerdo con la investigación en psicoanálisis, pero sólo con la investigación que proviene de la clínica y que va de acuerdo a lo que él llama el ‘espíritu’ del psicoanálisis (“investigate”). Con ello, se refiere a la identidad esencial del trabajo psicoanalítico, que cualquier psicoanalista de tiempo completo puede entender, según señala.
Sin embargo, indica con respecto a la investigación clínica que los psicoanalistas deben ocuparse primero de lo que son, antes de investigar en sus pacientes. En cuanto a la investigación conceptual, para Green ésta es imposible si no está enraizada en la historia del psicoanálisis. Enfatiza que la investigación conceptual debe ser realmente conceptual y no descriptiva.
En relación a la investigación empírica, especialmente la observación de infantes, Green expresa que los datos genéticos y conductuales son para los conductistas, no para los psicoanalistas. A pesar que acepta el valor de otras disciplinas como la biología, sociología o psicología, expresa que éstas no están relacionadas con el psicoanálisis. La observación no es un método apropiado para el psicoanálisis.

“La observación madre-bebe o cualquier otra observación sólo puede observar las manifestaciones externas de cada participante. Lo que es expresado fuera y puede ser observado no es la traducción de lo que ocurre dentro, en el mundo interno inconsciente” (Green, 2003, p. 43).

En relación a la cita anterior, Green explica que la única cosa que se puede “observar” en psicoanálisis es el fenómeno psíquico. Para ello no se tienen herramientas directas, sólo recursos indirectos como el material verbal, los sueños, las fantasías.
Es claro entonces que para Green el único tipo válido de investigación es la que se deriva de la situación clínica. Sin embargo, es muy específico al separar lo que para él es investigación psicoanalítica y lo que no es, como observamos con la investigación conceptual. Plantea entonces que la investigación psicoanalítica debe respetar las particularidades del pensamiento psicoanalítico.
Propone entonces, introducir el concepto “pensamiento clínico”, debido a que considera erróneo considerar a la clínica solamente como la aplicación de otros factores básicos que deben ser científicamente investigados y alcanzar un estatus teórico. Para Green el núcleo central de la investigación debe ser el inconsciente y sólo la experiencia analítica, y más específicamente la sesión analítica, que es la condición indispensable para el estudio del inconsciente. Sin embargo, esta práctica, que puede ser vista como una investigación permanente, no encaja en los criterios usuales del método científico.

“Pienso que había una clase de causalidad específica en el pensamiento clínico el cual no puede ser reducido a otros modos de pensamiento que están más ligados a la ciencia” Green, 2003, p. 28).

Es decir, este tipo de pensamiento particular al psicoanálisis no puede operacionalizarse para formar parte de una ciencia general. Es más, la cita anterior nos remarca la posición de Green con respecto al estatuto científico del psicoanálisis. Este está alejado de la ciencia, por lo menos de la ciencia como se la entiende tradicionalmente.
Sin embargo, el pensamiento clínico crea conceptos capaces de tratar con las razones del inconsciente y sus parámetros, sus transformaciones, racionalizaciones, entre otras. Una de las características del pensamiento clínico, es que es dialógico. Es decir, no sólo trata con el paciente sino con el analista que tiene como tarea escuchar al paciente.

Wallerstein (2000) por su lado, señala que Freud mencionó que el psicoanálisis pertenecía propiamente a las ciencias y no a las humanidades. Sin embargo, para Green el psicoanálisis tiene un origen doble: por un lado la medicina y psiquiatría, y por otro la cultura: literatura, arte, historia de la civilización, entre otras.
Wallerstein (2000) expresa que si se va a progresar en el conocimiento construyéndolo en base a la observación y conceptualización, la investigación científica, en el sentido de idear métodos para evaluar las formulaciones y fenómenos inferidos es más plausible, y está más de acuerdo con la observación que las formulaciones alternativas.
Wallerstein (2000) señala además, que la ciencia no se define por su contenido sino por sus métodos de indagación, y que el reto de la investigación en psicoanálisis es conseguir progresos en el conocimiento, a través de métodos encaminados a mantener el ‘espíritu’ del psicoanálisis y no yendo en contra de éste. Expresa que a veces puede darse una sobresimplificación en la investigación, como señala Green (2000), pero por ello la búsqueda métodos adecuados es una meta por alcanzar.
En relación a ello, acepta que la investigación extra-clínica es útil e importante, aunque tienen sus propios problemas conceptuales y metodológicos, sobre todo en áreas interesantes como el estudio de la situación analítica. A pesar de ello, ésta no se debe dejar de lado y señala la importancia a volcarse más intensamente a verificar los datos derivados del consultorio, en consonancia con los requisitos de la ciencia empírica.
Es decir, encontrar métodos particulares dentro de la ciencia empírica que sean capaces y sensibles para evaluar los datos y conceptos provenientes de la práctica y teoría psicoanalítica.
Wallerstein (1997) se interesa particularmente por el concepto de predicción como principio básico para la investigación en psicoanálisis. Señala la importancia de seguir desarrollando un cuerpo de conocimientos científicos del psicoanálisis, defendiendo su estatus de ciencia. Expresa la importancia de esta tarea en la siguiente cita:

“Nuestra confianza en nuestra tarea tendrá que basarse no en el recuerdo de héroes del pasado sino en datos derivados de la observación, cuidadosamente reunidos, pues la pretensión del psicoanálisis de ocupar un lugar entre las ciencias empíricas se basa precisamente en este conjunto de procedimientos” (Wallerstein, 1997, p. 74).

Lo que está buscando Wallerstein, entonces es en cierta manera adecuar las particularidades del psicoanálisis a una ciencia general, que esté normada por una metodología empírica con criterios de verificación y comprobación, validez y confiabilidad, entre otras.
Green (2000) reclama que el proceso psíquico no puede ser observado y se refiere específicamente a la observación de infantes, señalando que el problema de ésta es que no puede separarse el marco teórico en el que son formalizados los descubrimientos. Es decir, no está de acuerdo con utilizar un marco general de ciencia unívoca para interpretar los datos, ya que se pierde la esencia del psicoanálisis. Se debe buscar entonces, otra manera de investigar en psicoanálisis.

“Nosotros seguimos en búsqueda de un método de investigación que sea coherente, no con el contenido del psicoanálisis sino con el tipo de pensamiento que es su verdadero objeto” (Green, 2000, pp. 37).

Estas dos posiciones representan a dos grupos, los que apuestan por una manera particular de investigar en psicoanálisis integrando todas las características y complejidades de esa disciplina, y los que buscan adaptar los métodos científicos empíricos a las complejidades del psicoanálisis con el fin de darle un estatus de ciencia dentro de una concepción científica general.

Creemos más plausible la primera, ya que permitiría conservar todas las particularidades y peculiaridades del psicoanálisis. Sin embargo, no creemos que por ello, se deba abandonar la pretensión de ciencia en psicoanálisis. Más bien se debe trabajar en encontrar los métodos de investigación específicos a este tipo de ciencia particular y definir un marco conceptual y epistemológico que ayude a demarcar claramente el psicoanálisis. Esto es particularmente importante, ya que se pueden señalar una diversidad de tendencias y escuelas psicoanalíticas. Por ello, antes de ocuparse de la diversidad de las ciencias los psicoanalistas deben preocuparse de la diversidad del psicoanálisis.
Sin embargo, no estamos de acuerdo con Green al señalar que la investigación empírica, y específicamente la observación de infantes, no puede enriquecer al psicoanálisis. Si bien la investigación empírica, puede simplificar en algunas ocasiones, los procesos y datos psicoanalíticos, ésta puede ser útil para validar de manera externa conceptos y procesos dentro del psicoanálisis.
Es decir, es muy importante encontrar los caminos adecuados para establecer la validez interna del psicoanálisis. Sin embargo, la investigación empírica nos permite acceder a una suerte de validez concurrente. Esto es, evaluar el mismo concepto o hecho desde dos métodos diferentes, para valorar las similitudes o diferencias en los resultados. Esto valida ambos métodos a la vez, lo que llevaría a una interdisciplinariedad que enriquecería sin duda al psicoanálisis.
Por otro lado, creemos que Green tiene una actitud cerrada ante nuevas formas de trabajar en psicoanálisis, ya que para él sólo pertenece a la disciplina lo que viene del “diván” como señala en varias ocasiones. Nos preguntamos qué es lo que piensa del trabajo con familias y con grupos desde el psicoanálisis.
Pensamos que el potencial del psicoanálisis va más allá de la situación analítica, si bien ésta es la situación característica.
Además, tampoco estamos de acuerdo con su posición ante la observación. Creemos que sí se puede hacer observación dentro del psicoanálisis, y efectivamente se ha hecho. La experiencia de Freud con el niño del Fort Da, nos lo señala. Green astutamente recoge esta experiencia tomando en cuenta sólo la importancia del lenguaje en la situación para Freud. Sin embargo, es indudable que si Freud no hubiera observado la conducta del niño, no habría sido posible la elaboración de su explicación.
Lo mismo ocurre, creemos, en el mecanismo de la actuación. ¿Cómo puede dejar de lado Green la importancia de la observación en este mecanismo?
Wallerstein, por su lado, tiende a apoyarse en los inicios del psicoanálisis y su pretensión de ser una ciencia como la psiquiatría, medicina o biología.
Creemos que tanto Green como Wallerstein, tienden a tomar los pasajes de los textos que apoyan su punto de vista y dejar de lado los demás. Tal vez, el que ambos puedan referirse a Freud y psicoanalistas posteriores para apoyar sus ideas, nos señala que ambos tienen parte de razón y pueden ser parte de la misma “ciencia”.

Referencias bibliográficas
Green, A. (2000). What Kind of Research for Psychoanalysis? En: Sandler, J., Sandler, A., Davis, R. (Eds.). Clinical and Observational Psychoanalytic Research: Roots of a Controversity. London: Karnac Books.
Green, A. (2000). Science and Science Fiction in Infant Research. En: Sandler, J., Sandler, A., Davis, R. (Eds.). Clinical and Observational Psychoanalytic Research: Roots of a Controversity. London: Karnac Books.
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Freud, S. (1920). Más Allá del Principio del Placer. En: Obras Completas (Traducción López Ballesteros, 1981). Madrid: Biblioteca Nueva.
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