Cuando una pareja se casa o decide convivir, la rutina de ambos sufre irremediablemente una adaptación. Se modifican hábitos, se dejan algunas actividades individuales y se privilegian otras para compartir en pareja. Empiezan a frecuentar amistades que tienen cosas en común con ellos: otras parejas vecinas o del trabajo, que tienen hijos de la misma edad o que estudian juntos. Sin embargo, algunas diferencias de género aparecen. Mientras las mujeres tienden a dedicarse casi exclusivamente a su relación, muchas veces dejando de lado a las amigas que frecuentaban cuando eran solteras, los hombres mantienen los vínculos con sus amigos. Ellos continúan juntándose para jugar fulbito, salir a tomar, jugar póker, o ahora, playstation. Algunas mujeres reclaman que sus esposos mantengan esos espacios a pesar de estar casados. Sin embargo, lo más saludable es que ambos dediquen tiempo a sus amigos y tengan espacios propios para realizar las actividades que les gustan. Por ello es importante que las mujeres se preocupen de mantener o recuperar su grupo de amigas. En este, ellas no solo se ponen al día y comparten un momento de distracción. Muchas veces estos grupos se convierten en un espacio terapéutico que brinda soporte emocional, en el que todas se escuchan y aconsejan para analizar sus problemas, tomar decisiones difíciles o simplemente sentirse acompañas.
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