Hace pocos días se celebró el Día Internacional de la Mujer lo que motivó una vez más la reflexión sobre las desigualdades que aún existen entre hombres y mujeres, en términos de derechos y oportunidades como ciudadanos y ciudadanas que merecen un trato igualitario más allá de sus diferencias biológicas. Muchas veces las diferencias constitutivas se toman como excusas para señalar que no puede haber igualdad. Nadie niega las diferencias, pero es justamente por ello que se requiere buscar una equidad que asegure un trato de respeto entre unos y otros. Ello no es tarea fácil. La búsqueda de igualdad constituye una batalla larga que se sigue luchando en varios frentes. También desde lo psicológico estamos enfocados en la diferencia. Desde el inicio, nuestro desarrollo psíquico está centrado en diferenciarnos como personas y constituir una identidad propia, original e individual. ¿Podemos entonces superar nuestra tendencia a resaltar las diferencias? El énfasis en éstas nos aleja polarizando los aspectos masculinos y femeninos. ¿Cómo lograr enfocarnos en los aspectos comunes para lograr una sociedad más justa de respeto para todos? Jessica Benjamin señala que la dificultad reside en asimilar la diferencia sin repudiar la igualdad. El centrarnos en la igualdad y no en las diferencias nos permitiría enfatizar la comunalidad entre seres humanos, como hombres y mujeres. Es decir, buscar lo que nos une y nos acerca. Tal vez así sea más sencillo ponernos en el lugar del otro.
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