María piensa todo el día en comer, no se salta ninguna comida y a menudo tiene un bocadillo en la mano. Generalmente come de más y sin hambre, más bien lo hace cuando se siente aburrida, triste, molesta o frustrada. Sin embargo, luego de hacerlo siente culpa y arrepentimiento. Estas características parecen encajar con una conducta adictiva, ¿pero se puede ser adicta a la comida? Una adicción se define como la dependencia a una sustancia o situación de modo excesivo, la que resulta perjudicial para la salud física o mental. Ahora, la adicción a la comida generalmente pasa desapercibida porque no solo es legal comer, sino que es necesario para vivir.
Añadido a ello, desde la infancia se aprende a asociar la comida con bienestar. Durante la lactancia el alimento va relacionado con la seguridad y el cariño, luego los dulces son la recompensa ante una dificultad. Por si fuera poco, la comida en el Perú es el pasatiempo preferido, expresión cultural de afecto y orgullo nacional, lo que hace más difícil el problema a personas como María. Sin embargo, hay solución. Lo primero es aceptar que se tiene un problema y reconocer que se necesita ayuda. Es importante además tomar la decisión de hacer algo al respecto y analizar qué está detrás de esa relación adictiva con la comida. Así que la próxima vez que coma sin hambre, pregúntese por qué lo hace y qué busca satisfacer.
*Publicado en el suplemento Mi Hogar de El Comercio el domingo 2 de octubre de 2011.
Es difícil dejar de comer en el Perú, tienes razón en decirlo. Para quienes comen sin control eso es un peligro aunque también no es muy fácil darse cuenta de eso me parece.
ResponderEliminarA propósito, yo conozco a María! :)