Esta semana se celebró el día mundial de la salud mental con el lema: “invirtamos en la salud mental”. Y es que muchas veces nos ocupamos del bienestar físico y dejamos de lado el bienestar mental. En el Perú además, es casi un lujo poder incluir en el presupuesto familiar la inversión en salud mental. Paradójicamente si no nos sentimos bien psicológicamente, se afectan otras áreas de nuestra vida: el trabajo, las relaciones familiares, las de pareja, nuestra satisfacción personal, y hasta nuestro cuerpo, si tomamos en cuenta que muchas enfermedades físicas tienen orígenes psicológicos. Pero, ¿qué es salud mental? La definición de ésta dependerá del contexto socio cultural y el momento histórico en el que se vive. Lo que se considera hoy saludable en términos psicológicos, difiere mucho de lo que se pensaba en otros momentos de la historia y en otras culturas. Es difícil establecer un criterio delimitador claro entre salud y enfermedad. Los especialistas señalan que es mejor entender la salud mental como un continuo y no solamente como la ausencia de enfermedad. Sin embargo, hay ciertas pautas que podemos tomar como referencia: equilibrio emocional, adaptación a las convenciones sociales y al entorno, satisfacción personal. Una definición sencilla que puede brindarnos una guía inicial es la de Freud: la capacidad de reír, amar y trabajar. Es decir, una persona que logra disfrutar de las experiencias cotidianas, entablar vínculos profundos y producir laboralmente, es una persona saludable en términos psicológicos.
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