lunes, 11 de julio de 2011

La ilusión de las películas de desastres

¿Por qué nos gustan tanto las películas de desastres? Slavov Zizek señala que este tipo de historias nos permiten unirnos como seres humanos frente a un enemigo común o fatalidad. Nuestras diferencias y disputas culturales se diluyen y se resalta nuestra naturaleza humana, todos somos hermanos, colaboramos entre nosotros para vencer a lo que nos amenaza como especie. Lo que nos atrae de estas películas es que solo en esas circunstancias es posible cumplir nuestro deseo de comunalidad, de ser todos iguales y luchar por lo mismo.
Estas películas tienen un patrón similar en general: una amenaza latente que debe ser combatida para asegurar la supervivencia humana. Ahora, habría que diferenciar las películas en las que el enemigo es otra especie como alienígenas en donde la agresión y las diferencias se proyectan en los otros, los extraños, los invasores. Esto permite diluir los odios que se dan entre diferentes grupos humanos (por ideologías, creencias, razas, etc.). Así, las diferencias entre las personas se acortan porque hay un “otro” más lejano a nosotros. Las discrepancias se trasladan hacia ese “otro” con mayores diferencias frente a nosotros como humanos.
En otras películas, de desastres naturales, el enemigo, si se puede llamar así, es la naturaleza. Tenemos que combatir también para preservar nuestra existencia pero aquí la cuestión es más compleja, no podemos destruirla porque dependemos de ella, más bien debemos soportar la inclemencia de su fuerza destructiva y tratar de minimizar los daños, al mismo tiempo que la salvamos y nos salvamos como especie. Lo paradójico es que en la mayoría de casos, los responsables de los cambios que traen desastres somos los humanos. Entonces, a diferencia de un enemigo externo que viene a destruirnos, como los extraterrestres, aquí los causantes somos nosotros mismos. Esto complica la situación y la vuelve ambivalente: somos los buenos y los malos, somos los causantes del daño a la naturaleza y también los posibles salvadores.
De acuerdo a Klein, nuestro aparato psíquico se funda en dos posiciones: la esquizoparanoide y la depresiva. En la posición esquizoparanoide tendemos a dividir nuestro sí mismo y el mundo entre bueno y malo. Así proyectamos fuera de nosotros lo malo y nos quedamos solo con los bueno, pero si lo malo está fuera de nosotros resulta peligroso y nos amenaza, de allí el componente paranoide. En la posición depresiva en cambio, logramos integrar las partes en un todo, comprendemos que lo malo y lo bueno son parte de nosotros mismos, conviven dentro y fuera de nosotros. Ello nos lleva a la ambivalencia y a buscar reparar el posible daño que hicimos expulsando lo malo fuera, proyectándolo en otros. Esta integración es necesaria para el desarrollo mental, para relacionarnos con otros adecuadamente.
Si analizamos las dos clases de películas descritas antes, pareciera que en el primer caso, en las películas de invasión alienígena, está funcionando un mecanismo de escisión y proyección; en el segundo, en cambio, frente a las catástrofes naturales, tenemos que aceptar que somos la causa y la posible solución, lo bueno y lo malo. Se asemeja más al funcionamiento de la posición depresiva, lo que prima es la ambivalencia y la búsqueda de reparación. Y es hacia eso que van dirigidas las películas. El mensaje es que nos queda poco tiempo para reparar el daño a la naturaleza, debemos aceptar la culpa por los daños ocasionados y hacer algo para remediarlos. El argumento generalmente es el mismo, una voz solitaria fuera del “establishment” político que alerta sobre la inminente catástrofe y por supuesto no es escuchado a tiempo. Este héroe debe vencer diversos obstáculos para ser escuchado hasta que algún representante del poder es capaz de realizar un análisis crítico (aceptar la responsabilidad de lo que ocurre, integrar lo bueno y lo malo que se ha hecho) y darle la oportunidad de demostrar su teoría y su propuesta para salvar a la humanidad y al planeta. En estas películas, una vez que la élite política comprende que estamos en peligro y pone en marcha las acciones necesarias para salvarnos a todos, la humanidad se une dejando de lado diferencias y trabajamos juntos por el bien común. Aparece entonces la ilusión de unidad y comunión con la naturaleza, la posibilidad de integración y reparación como especie. Necesitamos creer en ello, nos da esperanza en que el futuro es prometedor y que hay posibilidad de un desarrollo ulterior.

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