domingo, 1 de enero de 2012

Año viejo, año nuevo

En los últimos días del año no se puede evitar hacer un balance personal de los éxitos y los fracasos, las metas que se lograron y las que no se pudieron concretar. Ello propicia que el grado de ansiedad se incremente, sobre todo si añadimos a esto el ajetreo de la Navidad y la casi imposible tarea de alternar las responsabilidades laborales con los almuerzos, lonches y cenas de fin de año. Es un mes intenso, tanto física como emocionalmente, que plantea un reto a la estabilidad y los recursos personales de muchas personas. Algunas de ellas pueden tener la sensación de que se acabó el tiempo para alcanzar sus objetivos y no pudieron dar el siguiente paso, como en un videojuego. Otras tal vez tomen las cosas con más calma, sin hacerse problemas. Esto dependerá de la evaluación que cada persona realice sobre los resultados obtenidos y el grado en que estos se acercan a las metas que se trazaron. Tal vez lo más saludable sea cerrar el año felicitando los logros y aprendiendo de los fracasos, evitando ser muy severos consigo mismos, ya que esto solo bloqueará el avance a futuro.
Es el fin de un año, pero también el inicio de otro con nuevas posibilidades, planes y propósitos y es imprescindible tener la convicción de que se podrán alcanzar todas las metas que uno se proponga para tener más posibilidades de lograrlas.
*Publicado el domingo 1 de enero de 2012 en el segmento Mi Hogar de El Comercio.http://elcomercio.pe/impresa/notas/ano-viejo-ano-nuevo/20120101/1355081

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