lunes, 20 de mayo de 2013

Hábitos alimenticios


Cada familia tiene sus propias costumbres. Algunas son muy deportistas o playeros, otras tienen miembros que son ávidos lectores, fanáticos de la televisión o cinéfilos, trasnochadores o madrugadores, entre otras muchas características que describen a un grupo familiar.
Asimismo, los hábitos de alimentación también son particulares a cada familia. Por ejemplo, en algunos hogares se acostumbra comer verduras todos los días y en otros, rara vez las incluyen en las principales comidas. Algunos privilegian el desayuno, otros prefieren saltarlo y esperar hasta el almuerzo. Si bien la mayoría conoce cuál es la manera más adecuada de alimentarse, no es sencillo cambiar algunos hábitos poco saludables. Ello toma tiempo y esfuerzo, y en el caso de la alimentación el cambio suele ser más difícil aún, ya que ella está ligada a lo afectivo.
La comida no solo es fuente de alimentación sino que está conectada a las emociones. Comer satisface el hambre pero también brinda placer y esa conexión está presente desde que nacemos. El bebé se alimenta y se calma al mamar. Se nutre de cariño a la vez que sacia su apetito. Por ello, no es extraño que la comida sea también fuente de gratificación emocional durante toda nuestra vida.
Esta conexión emocional se refleja también en los hábitos alimenticios de las familias. La comida es también una manera de compartir tiempo en familia y brindar cariño.
Es común que las personas se reúnan a comer fuera de casa periódicamente y no siempre se escogen las opciones más saludables, sino más bien las más sencillas. Lamentablemente en la mayoría de casos, las comidas más atractivas resultan casi siempre las menos adecuadas como es el caso de la “comida chatarra”. Esta es disfrutada por grandes y chicos por igual, aunque son estos últimos los que son incentivados por las empresas que incluyen juguetes en los menús infantiles.
A pesar que no es la opción más recomendable, consumir comida chatarra de vez en cuando, no tendría que ser un problema a menos que su familia sea muy cuidadosa en la alimentación. Cada familia tiene sus preferencias y estas suelen ser parte de las costumbres alimenticias que poseen. No obstante, si desea eliminar la comida rápida de su alimentación, puede cambiar sus hábitos si se lo propone seriamente. El secreto está en ser constantes y consecuentes. Si no quiere que sus hijos se habitúen a comer comida poco saludable, acostúmbrelos desde pequeños a otro tipo de alimentación. No la compre ni la consuma usted porque les estará dando el ejemplo a seguir. 

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