Hace unos días, en el consultorio, un niño tomó un pomo de plastilina y empezó a moldear diferentes personajes. Luego de unos momentos volteó y me dijo que le encantaba esa masa porque nunca se ponía dura, a diferencia de las otras, que se endurecían al dejarlas expuestas durante un tiempo al ambiente, a tal punto que se quebraban en pedazos. Algo parecido sucede con las personas. Esa capacidad para adaptarse y luego regresar a su estado original puede encontrarse también en algunos individuos. Otros, por el contrario, son como la plastilina común, se adaptan, pero pueden endurecerse si se exponen a ciertas circunstancias desfavorables. Esa dureza los protege aparentemente, ya que será difícil alterar su forma de ser, pero cualquier dificultad que supere sus fuerzas podría quebrarlos en pedazos. En cambio, cuando las personas logran adecuarse al contexto y seguir manteniendo su estado natural, como la plastilina blanda, están mejor preparadas para soportar los problemas y obstáculos, así como los diferentes cambios del entorno. La flexibilidad en las ideas, en el modo de comportarse y de relacionarse permite a las personas desenvolverse con espontaneidad y ser creativas. La rigidez puede proteger como una armadura, pero tiene la desventaja de restringir el movimiento y no permitirá el crecimiento como persona.
http://elcomercio.pe/impresa/notas/adaptarse/20111113/1332633
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