Comienza diciembre y es
inevitable empezar a pensar cómo ha resultado este año en términos de logros. En
este sentido, es usual que al acercarse el fin de año cada persona haga un
balance de lo logrado y lo que quedó pendiente respecto a los propósitos que se
plantearon en enero de 2012.
Al cerrar un ciclo es
natural revisar lo avanzado y plantearse nuevas metas para el siguiente año. Es
saludable proponerse cambios para mejorar las condiciones de vida y promover el
crecimiento personal y profesional. Estos propósitos pueden ser diversos y cada
uno definirá los que considere más importantes para los próximos doce meses: personales,
laborales, familiares o económicos. Lo importante de este ejercicio es que nos brinda
una ruta a seguir, una imagen de lo que se quiere lograr y una visión de llegada.
Sin embargo, todos estarán
de acuerdo con que no es fácil cumplir lo que se promete a inicio de año, sobre
todo si se trata de metas que son muy ambiciosas o deseos que no necesariamente
dependen de nuestro control.
Por ejemplo se pueden
establecer algunas metas generales que, muchas veces, están contrapuestos a nuestros
hábitos cotidianos como dejar de fumar, bajar de peso, hacer ejercicio, entre
otras. Este tipo de objetivos serán difíciles de cumplir si uno no hace cambios
radicales en sus actitudes, conductas y actividades; y fácilmente llevarán al
desánimo y desmotivación.
El no cumplir las metas
puede ser difícil de asumir pero es necesario hacer una evaluación y preguntarse
qué tan realistas fueron nuestras metas y si fuimos lo suficientemente
constantes durante el año para alcanzarlas.
Cuando los objetivos son muy
altos corremos el riesgo de abandonarlos a mitad de camino o posponer el inicio
del cambio. Seguramente estará pensando que el próximo año sí las cumplirá. No
se preocupe, pasa a la mayoría pero ¿Cómo hacer para lograr resultados
efectivos el próximo año?
Primero es necesario escoger
metas específicas y reales. Si una persona se propone correr una maratón cuando
ni siquiera tiene el hábito de caminar será un objetivo desproporcionado a sus
posibilidades. Tal vez deba empezar por plantearse una rutina diaria de
caminata y luego empezar a correr poco a poco e ir midiendo su resistencia mes
a mes. Es conveniente plantearse metas que puedan ser medidas cuantitativa o
cualitativamente. De esta manera, los resultados parciales obtenidos incrementarán
nuestra motivación y nos empujarán a seguir adelante con lo que se ha
propuesto. Sea cual sea la meta que se haya trazado no olvide que la constancia
será siempre la clave.
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