Lo que ha sucedido hace unos
días en una escuela primaria de Connecticut, EEUU ha vuelto a levantar la
polémica sobre el control de las armas y el nivel de violencia social al que se
puede llegar en la actualidad.
Es difícil entender qué
puede llevar a un muchacho de 20 años a entrar a una escuela para matar a niños
y profesores. Cualquier intento de explicación parece insuficiente porque hay
diversos factores involucrados que interactúan de manera compleja y sería irresponsable
hacer un diagnóstico apresurado.
Sin embargo, se puede hacer
un análisis de los aspectos que más se mencionan cuando ocurren tragedias como
esta. Se dice que la sociedad norteamericana tiene características particulares
que favorecen la violencia como el deficiente control de acceso a las armas.
Efectivamente ello puede incrementar la ocurrencia de episodios violentos pero otros
países como Suiza tienen también un porcentaje alto de personas que portan
armas y no ocurren matanzas recurrentemente como en EEUU.
También se ha relacionado a
estos hechos el uso constante de juegos de video violentos como factor causal
de actos violentos en jóvenes. Si bien los juegos de video expresan altos
índices de violencia, estos son jugados por millones de niños y adolescentes
sin llevarlos necesariamente a imitar en la vida real lo que hacen en la
realidad virtual. Desde siempre los juegos agresivos han sido parte de la vida
de los niños, antes con pistolas de juguete y ahora con armas guiadas por
mandos remotos, sin llevar necesariamente a los niños a actos de violencia.
Incluso podría decirse que, en algunos casos, ciertos juegos pueden permitir a
los niños expresar sus impulsos agresivos canalizándolos adecuadamente.
Lo individual no puede
dejarse de lado. Se ha mencionado una necesidad de destacar a cualquier costo
pero ello es solo un aspecto, otro intento de explicación unidimensional y
simplista. Las características personales y familiares, las experiencias
vividas, las dificultades, los temores, las frustraciones y necesidades
insatisfechas de cada persona son particulares, complejas y diferentes en cada
caso. Estas deben ser analizadas profundamente para entender lo ocurrido.
No obstante, las conductas
violentas en general tienen un aspecto común: la falla en control de impulsos y
la imposibilidad de expresar las vivencias, las emociones o frustraciones por
una vía adecuada. Cuando una persona no puede hablar de lo que le preocupa,
afecta o duele emocionalmente, corre el riesgo de llevar a la acción lo que no
puede elaborar, tramitar o resolver. Es imprescindible tener la posibilidad de
hablar de lo que sentimos, expresar nuestros
estados internos, las vivencias subjetivas, para no llegar a la violencia.
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