martes, 3 de septiembre de 2013

Espacio de expresión

La niñez siempre se asocia con una etapa idílica de juegos, sueños y fantasías. Una fase en la que todo es diversión y no existen responsabilidades ni problemas; pero la niñez, como cualquier otra etapa, viene también con dificultades, preocupaciones y temores.
No obstante, cuando los niños viven en hogares funcionales en los que se ha construido un vínculo de apego seguro, la comunicación entre padres e hijos es fluida y la contención emocional es adecuada; las crisis de desarrollo típicas de la infancia serán atendidas y minimizadas. En un clima de afecto y confianza es posible hablar si se presenta un problema.
Lamentablemente, en otros hogares ser niño no es nada fácil y las vivencias diarias de algunos se alejan muchísimo de lo requerido para un desarrollo emocional saludable. El maltrato emocional y físico, la negligencia e incluso la violencia sexual, pueden ser parte de la vida cotidiana de un grupo de  niños.

¿Cómo lidiar con algo así? ¿Cómo entender que tus propios padres o familia te maltraten? ¿Cómo hablar de lo que ocurre en la escuela? La situación de estos niños es delicada ya que dependen completamente de esos padres que los tratan mal o que están tan alejados emocionalmente de ellos que no se dan cuenta de lo que les ocurre dentro o fuera de casa. Unido a ello, el temor a hablar de algo que avergüenza o que puede traer consecuencias negativas como perder el cariño de los padres o perjudicar a su familia de alguna forma, también está presente.

Sin embargo, la necesidad de expresar lo vivido es urgente. Para ello se requiere de un espacio en el que puedan confiar, con adultos que le brinden seguridad y soporte emocional. Esto es lo que puede ofrecer un proceso psicoterapéutico pero para eso, es necesario que los padres detecten algún malestar en el niño y se preocupen por buscar la ayuda necesaria.

¿Y quién socorre a los niños que tienen problemas que no se atreven a contar a sus padres o que son fruto de la relación con estos? Un espacio de escucha gratuito como el que ofrece el Teléfono de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR) les da la posibilidad a esos niños de expresar sus dificultades, hablar de sus vivencias y recibir una contención emocional momentánea. Además les brinda algunas herramientas para afrontar sus problemas y buscar salidas adecuadas a sus recursos. Para todos esos niños que sienten que nadie los escucha, una llamada a este teléfono puede hacer la diferencia.

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