La buena comunicación es fundamental para mantener una adecuada interacción social. De hecho, la mayoría de los conflictos en cualquier ámbito surge por problemas en ella. Cada persona tiene diferentes percepciones, creencias, intereses e incluso estereotipos que van a influir en cómo interpreta el mensaje que se recibe del interlocutor, así como las respuestas que se brinden a este.
En el caso de la relación entre padres e hijos, la comunicación efectiva será básica para lograr un vínculo estrecho entre estos. La buena comunicación implica respeto, comprensión y afecto de ambos lados. Ello por supuesto, no es sencillo; se debe construir paso a paso.
Uno de los factores que puede dificultar la comunicación entre padres e hijos es la brecha generacional, que está siempre allí aunque se hace más explícita cuando los hijos crecen. Cuando son pequeños, la comunicación tiende a ser imperativa: los padres ponen las normas y los hijos obedecen. Sin embargo, es importante que se incentive a los niños a dar su opinión, a formar un juicio crítico y expresar sus ideas e intereses. Es preciso recordar que la comunicación es un proceso bidireccional. Solo de esa manera mejorarán sus habilidades de comunicación.
En la adolescencia, por otro lado, pueden presentarse más dificultades entre padres e hijos y será imprescindible lograr una comunicación efectiva para solucionar los problemas y las diferencias de opinión que existan. Los adolescentes empiezan a tomar sus propias decisiones, están descubriendo quiénes son y qué quieren hacer con su vida, y los padres deben adaptarse a los nuevos retos que esto implica. El mundo cambia constantemente, y las maneras de comunicarse de hoy son completamente diferentes a las utilizadas hace 20 años. Los canales de comunicación que utilizan los jóvenes hoy son, en muchos casos, completamente extraños para los padres. Si bien compartimos el mismo lenguaje, la jerga, las abreviaturas que se utilizan en los mensajes de texto y redes sociales, entre otras; hacen que los padres se sientan completamente ajenos al mundo de su hijo. Y lo que se siente ajeno, causa temor, suspicacia y generalmente busca ser reprimido. Ello ocurre con muchos padres que intentan evitar que los hijos pasen demasiado tiempo en la computadora, con el celular u otros dispositivos electrónicos de comunicación. No obstante, reprimir no logrará que la comunicación mejore, al contrario. Por ello, es importante promover la comunicación encontrando códigos comunes. Trate de acercarse afectivamente a su hijo, intente ver las cosas desde su punto de vista, escúchelo y respete su opinión. Negocie, no imponga ideas.
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