Los terremotos pueden causar
gran impacto emocional en las personas. Ello se debe, en gran parte, a que no
hay manera de anticipar el momento en que sucederá algún sismo, y cuando se
presenta, se experimenta un shock emocional que impide procesar lo vivido inmediatamente.
Es natural por ello, que luego del suceso algunas personas experimenten
ansiedad, miedo, pesadillas, ataques de pánico, entre otras. El organismo está
tratando de recuperarse del trauma emocional sufrido y necesita tiempo para elaborarlo.
Algunas personas tal vez estén más preparadas para tolerar situaciones de
estrés elevado; sin embargo otras, especialmente los niños, pueden ser más
vulnerables. Por ello, es imprescindible estar lo más preparado posible para
esa situación. Es recomendable que toda la familia tenga conocimientos sobre lo
que se debe hacer frente a un sismo, se puede aprovechar los pequeños temblores
para practicar las recomendaciones de defensa civil y sobre todo, tratar de mantener
la calma si se da un terremoto. Generalmente lo que causa más temor en los
niños es la ansiedad de los adultos que están a su cuidado. Por ello, durante
y después del suceso, trasmítales tranquilidad, sosténgalos para que se sientan
protegidos, permítales expresar lo que sienten y explíqueles que probablemente habrá
algunas réplicas para que estén preparados.
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