jueves, 22 de noviembre de 2012

Cuando las mascotas mueren ...


Todos los que han tenido una mascota en algún momento de su vida saben el vínculo especial que puede formarse entre las personas y los animales. Sea cual sea su animal preferido, ellos se vuelven parte importante de la familia. Esos pequeños compañeros son fieles amigos que comparten los paseos, juegos, y en algunos casos, las travesuras durante la infancia. No hay duda que ellos brindan un cariño incondicional difícil de igualar.
Además de la compañía y las muestras de afecto que proporcionan día a día, las mascotas traen diversos beneficios físicos y psicológicos para todas las edades. En la infancia permiten desarrollar el sentido de la responsabilidad y cuidado de otro ser, favorecen la confianza y las relaciones sociales con otros. Además contribuyen al desarrollo de la empatía, la ternura y la expresión de afecto. Los niños también aprenden sobre los procesos vitales de los seres vivos y las necesidades básicas que deben ser cubiertas para mantenerlos saludables. En las personas mayores, ayudan a disminuir la tensión provocada por el estrés diario, alivian la sensación de soledad e incluso ayudan a mejorar hipertensión arterial.
Las mascotas forman parte importante de nuestra vida y dejan un vacío emocional cuando mueren. La partida de estas puede ser difícil de entender para los niños, especialmente para los más pequeños, que aún no entienden la noción de muerte con claridad.
En esta situación, es importante dar a los niños la contención emocional necesaria y explicarles lo ocurrido de manera sencilla pero sin mentirles, ya que ello podría crearles más confusión. Decirles que la mascota se escapó o fue llevada a algún lugar donde vivirá más cómoda puede alimentarles la fantasía de que volverá en algún momento.
Será necesario que los niños atraviesen el proceso de duelo y entiendan que la muerte es parte de la vida. Hablar de ello y favorecer la expresión de sentimientos los ayudará a sobreponerse a la pérdida. Los padres deben brindarles cariño, acompañamiento y responder a todas las preguntas que los pequeños hagan. Realizar un ritual de despedida, hacer dibujos, un álbum de fotos u otras maneras de recordar a la mascota puede también facilitar la aceptación de lo ocurrido.
Cada niño o niña tendrá su propio tiempo para procesar la muerte de su mascota y hay que respetarlo. Reemplazar al animalito inmediatamente no siempre es lo más recomendable. Cuando ellos estén listos se lo harán saber.

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