Dos personas sentadas
tomando café en silencio, cada una atenta a su celular comunicándose virtualmente
con otras personas. Esta escena es cada vez más común. Las relaciones virtuales
ocupan buena parte de nuestra vida diaria. Los celulares con conexión a
internet son ahora los compañeros permanentes de las personas, sobre todo de
los más jóvenes.
¿Cuáles son las posibles
consecuencias de la conectividad permanente? Es cierto que el internet y las
nuevas tecnologías están al servicio de las personas y facilitan la
comunicación y el trabajo; pero en ocasiones, se tiende a depender demasiado de estas, a tal punto que
algunas personas pueden experimentar niveles altos de angustia cuando no están
conectadas a la red o a su celular.
Estar siempre conectados,
incluso cuando se realizan otras actividades como trabajar, compartir tiempo
con alguien o mientras se ve una película, lleva a dividir la atención que
prestamos. Se tiende a enfocarla en varias cosas a la vez, lo que implica que
no podamos concentrarnos en ninguna de manera óptima. En algunos casos, ello
puede ser peligroso, como cuando se contesta el celular mientras se maneja.
La conectividad permanente
además, plantea la sensación de ser omnipresentes, permite recibir información
instantáneamente, así como contestar y tomar decisiones al momento. Nadie se pierde
de nada de lo que ocurre, no hay descanso. Se está siempre presente y
disponible, y por supuesto, se pretende que los demás también lo estén. Ello
puede acortar nuestra tolerancia a la espera en el mundo real. Si no lo cree,
analice su conducta la siguiente vez que tenga que hacer un trámite presencial.
Por otro lado, estar
conectado con otras personas virtualmente, alivia en cierta medida la sensación
de soledad; pero esta no puede ser cubierta completamente porque no hay una
presencia real. Ver una imagen de la persona y escribirle o escucharla, es
parte del vínculo pero faltan otros aspectos como observar sus gestos, tocarla
y todo lo que implica relacionarnos de manera más profunda con otro ser. Cuando
el vínculo está limitado solo a lo virtual, la persona puede terminar sintiendo
un vacío, porque a pesar de que uno esté “conectado” con otros, está aislado. Al
final, paradójicamente, estar conectados permanentemente a las redes sociales,
el correo electrónico y el internet, puede generar mayor desconexión en los
contactos reales.
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