Algunos padres comentan con
preocupación que su hijo solo se dedica a jugar durante todo el día. “Parece
que está en otro mundo, en el que solo existen sus juguetes y muñecos”. En
cierta forma es verdad, está en otro mundo. El pediatra y psicoanalista Donald Winnicott
explica que el juego se desarrolla en una zona intermedia entre el mundo
interno del niño y el mundo exterior.
El juego es parte
imprescindible de la vida del niño. Es la expresión natural a través de la cual
conocen el mundo y aprenden nuevas habilidades. Les permite desarrollar su
imaginación y la capacidad para simbolizar. Es además, el lenguaje que utilizan
para expresar las fantasías, los deseos y todas las experiencias que viven
cotidianamente. La expresión verbal es la vía principal por la que los adultos
logran entender y resolver sus dificultades, pero los niños generalmente
expresan su malestar de otras maneras, que a veces se pasan por alto, como es el caso del juego
o la expresión gráfica.
Por ello, el juego es una
herramienta útil para entrar en el mundo infantil y conocer sus preocupaciones
y dificultades, así como sus fantasías e intereses. La terapia de juego se
centra en analizar el proceso lúdico del niño, acompañándolo y ayudándolo a
entender lo que le sucede. Mediante la representación de situaciones y la personificación
de diferentes roles, los niños elaboran aquellas situaciones difíciles que
pueden enfrentar, como la separación de los padres, los temores o las
enfermedades. Por ello es vital brindarles el espacio para jugar, para crear
personajes que puedan vivir lo que ellos están sintiendo o experimentando.
Es a través de la fantasía
del juego que los niños pueden ensayar una y otra vez diferentes soluciones a
una determinada situación y resolver sus dificultades. Por eso mismo, resulta
preocupante cuando un niño no juega o lo hace de manera repetitiva y rígida,
sin acceder a la capacidad simbólica. Cuando esto ocurre, el principal objetivo
de la terapia es ayudarlo a desarrollar su capacidad para jugar, brindándole un
espacio seguro para organizar su juego y a través de él, expresarse libremente.
Un niño que es capaz de
jugar es un niño saludable, y si además logra expresar en su juego todo aquello
que está viviendo en la realidad, está trabajando en su recuperación emocional.
*Publicado el jueves 26 de abril de 2012 en El Comercio.
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