¿Alguna vez se ha
sorprendido al ver a su hijo imitando las conductas de algún amigo o personaje de
televisión? Ello se debe a que gran parte de lo que aprendemos se da a través
de la observación de otras personas. Esto es positivo en la medida que permite
evitar riesgos innecesarios, si se ha visto a otros tener una consecuencia
negativa. Por ejemplo, si un niño o niña observa a alguien quemarse, aprenderá
que el fuego es peligroso sin tener que pasar por la misma experiencia. Sin
embargo, también se puede aprender algunas conductas negativas, si la persona
observada obtiene resultados deseados por el niño o niña. Por ejemplo, si su
hijo hace una pataleta y obtiene los dulces que quería, seguramente sus
hermanos menores imitarán el comportamiento.
El psicólogo Albert Bandura
llamó a este proceso Modelado o aprendizaje por observación. Ahora, hay ciertos
factores que favorecen que una conducta se imite. En primer lugar, se debe
prestar atención al modelo (persona observada) y ello dependerá de algunos
factores como qué tan atractivo o prestigioso resulta este para la persona o
qué tanto se identifica con él o ella. La retención de lo observado y la
capacidad de reproducción de la conducta también son pasos necesarios para
imitarla. Pero quizás el factor más importante es la motivación. Se imitará la
conducta que obtenga un refuerzo, es decir, la que obtenga una consecuencia
positiva para el modelo. Por el contrario, la conducta que lleve a un castigo o
consecuencia negativa en la persona observada, no será imitada y se evitará.
Ahora, ¿qué sucede cuando un
niño observa a su héroe de acción ganar la batalla y salvar el planeta
(consecuencia positiva) con actos de violencia (comportamiento inadecuado) o a
su estrella favorita de televisión drogada o anoréxica pero considerada una
figura prestigiosa?
Hay conductas que son
repetidas porque los resultados obtenidos son percibidos como positivos por la
sociedad, aunque sean riesgosos o dañinos. Felizmente las personas no son entes
que repiten automáticamente lo que ven. La auto-regulación y el juicio crítico
son factores vitales en el aprendizaje por observación. Sin embargo, en el caso
de los niños, que aún no han desarrollado la capacidad de auto-regularse o
evaluar juiciosamente lo que ven, es imprescindible ayudarlos regular su
conducta (con pautas claras) y a formar el juicio crítico que les permita
evaluar de manera adecuada el comportamiento de un modelo. De esta manera,
aprenderán a discernir qué conductas valen la pena imitar y cuáles no.
*Publicado el jueves 03 de mayo de 2012 en El Comercio.
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