Tener un grupo de amigos es
necesario a cualquier edad, especialmente durante la adolescencia, en la que el
desarrollo social es crucial. Los y las adolescentes empiezan a formar
contactos interpersonales fuera del hogar por primera vez de manera autónoma en
esta etapa. El grupo de pares, es decir, compañeros de la misma edad, ofrece a
los jóvenes una red de apoyo social y emocional, así como la posibilidad de
identificación, en momentos en los que se sienten incomprendidos por la familia
y los adultos en general.
Dentro del grupo, los
adolescentes cuentan con un espacio en el que se sienten iguales, ya que todos
están pasando por cambios similares. El grupo ofrece seguridad y les provee una
identidad grupal mientras van consolidando la propia. Sin embargo, ello se
sostiene en la similitud de sus miembros. El grupo necesita que todos sigan las
mismas normas y se ciñan a los roles establecidos. Los que se apartan de estos
pueden quedar fuera del grupo. Por ello, muchas veces los jóvenes se dejan
influenciar para realizar determinadas conductas o tomar una actitud
particular. Esto es lo que caracteriza a la presión grupal.
La presión grupal puede darse
en diferentes aspectos, tanto positivos como negativos: un estilo de ropa en
particular, una manera de pensar, una afición específica, entre otras. Todas
las características del grupo están orientadas a darle cohesión a este y
diferenciarlo de otros grupos. Nadie quiere sentirse diferente o fuera del
grupo, por ello, la mayoría de adolescentes ceden a la presión. Por ser aceptados
o evitar que se burlen de ellos, pueden realizar algunas actividades que no
harían individualmente bajo el razonamiento: “todo el mundo lo hace”. Este
argumento tiene su contraparte en los padres de familia. Cuántas veces hemos
escuchado a madres preguntar: “¿Si tu amigo se tira del puente tú también lo
vas a hacer?”
Muchos padres tienden a
culpar a los amigos por determinada conducta de su hijo. Si bien es cierto que
la influencia y presión del grupo es intensa en la adolescencia, ello no
significa que se deba responsabilizar los amigos, o al grupo, de todo lo que
sucede y no se pueda hacer nada al respecto. Si los adolescentes tienen valores
y principios claros, fortalecen la seguridad en sí mismos y cuentan con redes
de soporte en otros ámbitos, ya sean los padres, otros familiares o incluso
otras personas significativas como los maestros; tendrán más posibilidades de
manejar la presión grupal, especialmente en situaciones en las que la consigna
del grupo pueda ser dañina o poner en riesgo su salud, como es el caso de
empezar a fumar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario