Es un dicho
común que del amor al odio hay un solo paso. El amor y el odio están presentes
en todas las interacciones humanas, aunque muchas veces es difícil aceptarlo.
Se tiende a idealizar las relaciones amorosas, parentales y fraternales,
separando lo negativo que irremediablemente está allí también. El psicoanálisis
señala que la convivencia de sentimientos contradictorios (ambivalencia) es
parte de todos los vínculos. Freud sostiene que es posible sentir amor y odio
hacia ambos padres y ello configurará las características del complejo de
Edipo. Klein también recuerda que la
lucha entre el amor y odio, con todos los conflictos que puede provocar,
aparece desde la primera infancia y opera activamente durante toda la vida. El
amor coexiste con sentimientos de rivalidad hacia los padres y también ocurre
lo mismo en los vínculos con los hermanos. En un primer momento se intenta
escindir ambos sentimientos protegiendo así a la persona amada pero la
idealización tiene su contraparte y cualquier frustración puede provocar agresión,
lo que transforma rápidamente el amor en odio. Solo cuando se logra integrar
ambos sentimientos y aceptar a la persona con los aspectos buenos y malos,
odiados y amados; es posible el logro del equilibrio emocional en las
interacciones con los demás.
Buen dia.
ResponderEliminarContacto con Ud. para proponerle un intercambio de enlaces mediante el cual vernos mutuamente beneficiados.
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Saludos cordiales,
Maju, Dr Johnny del castillo Staff
Hay que amarse a uno mismo y del mismo modo (más, igual, un poco menos) amar al projimo.
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