Los cuentos de hadas y las
películas de Hollywood muestran relaciones de pareja que son sencillas y
lineales. Un chico y una chica se encuentran, se enamoran, se casan y viven
felices para siempre. Nada más alejado de la realidad.
Las relaciones de pareja son
complejas, tienen altibajos, desencuentros pero también, por supuesto,
complementariedad, intimidad, compenetración. Cada pareja es diferente y tendrá
su propia dinámica interna. Sin embargo, hay algunas características que pueden
distinguir una relación de pareja saludable de las que no lo son.
En primer lugar es
importante el respeto mutuo y la valoración de uno hacia el otro. Se debe
aceptar a la otra persona integralmente, con defectos y virtudes. Intentar
cambiar a la pareja es inútil y solo lleva a la frustración. Las personas
cambian cuando sienten que necesitan hacerlo y es un proceso interno e
individual, que no puede ser obligado por otra persona.
La confianza, la
consideración y el afecto son las bases de cualquier relación saludable. Estos aspectos
favorecerán que los conflictos que eventualmente aparecerán se resuelvan
satisfactoriamente sin dañar al otro.
Es importante remarcar que cada
miembro de una pareja es una persona independiente con aspiraciones personales
y profesionales que deben ser respetadas por el compañero(a). En una pareja saludable
cada uno apoya el crecimiento y desarrollo de la otra persona sin intentar
controlar sus decisiones.
Ahora, si bien el apoyo
mutuo es imprescindible para que la pareja sea sólida, cada uno debe ser responsable
de sí mismo y no puede depender completamente del otro ni esperar que la pareja
resuelva todos sus problemas.
Lograr un vínculo saludable
requiere del trabajo constante de cada miembro de la pareja, así como del
compromiso y la voluntad de que la unión funcione, porque las crisis siempre
aparecerán y deberán ser afrontadas.
Algunas parejas tal vez
necesiten ayuda especializada en algún momento crítico para recuperar la
estabilidad de su relación y pueden beneficiarse de una terapia de pareja. Este
proceso psicoterapéutico está orientado a mejorar la comunicación de ambos,
elaborar los conflictos y restaurar el vínculo. El terapeuta funciona como un
tercero neutral que no interfiere ni da consejos directos, sino más bien ayuda
a la pareja a entender el tipo de interacción que se ha establecido y cómo
afecta la relación. Dependerá de ambos cambiar lo necesario para lograr un
entendimiento y mejorar como pareja.
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