viernes, 7 de septiembre de 2012

Habilidades sociales


“Buenos días”, “¿Cómo estás?”, “por favor”, “gracias” son algunas frases que se usan todos los días para interactuar con otras personas. Son convenciones sociales establecidas y compartidas por todas las personas de un mismo lugar. Estas frases facilitan el intercambio social con los demás y se incluyen dentro de las conductas necesarias de las habilidades sociales, ya que reflejan respeto y consideración hacia la otra persona.
No obstante, las habilidades sociales implican más aspectos que los buenos modales y las frases de cortesía. Se considera que una persona posee habilidades sociales cuando es capaz de relacionarse satisfactoriamente con otras personas, expresar y responder efectivamente de acuerdo al contexto social en el que se encuentra. Es decir, las habilidades sociales dependerán del lugar y cultura en el que uno vive. No hay un criterio absoluto para definirlas. Existen diversas definiciones que incluyen la expresión honesta de sentimientos, la expresión de cualquier emoción salvo la ansiedad, entre otras; pero en todos los casos, hay un acuerdo en que sirven para solucionar situaciones, tareas o conflictos sociales en un contexto determinado.
Las habilidades sociales, además, involucran diversas destrezas como saber escuchar, ser asertivo y poder ponerse en el lugar de la otra persona (empatía). No solo se trata de expresar lo que se piensa o se siente, es necesario hacerlo sin dañar a los demás. Esto es lo que se llama asertividad, la capacidad de decir lo que uno piensa de manera apropiada, sin ser pasivo o agresivo.
Saber escuchar también es una habilidad importante, ya que permite que el interlocutor se sienta cómodo y en confianza para mantener la interacción social y posibilita responder eficientemente a sus necesidades.
Por último, la empatía es quizá la habilidad más compleja pero es parte de nuestro potencial natural como seres humanos. Estamos programados para sintonizar con las emociones de los demás y ello se va desarrollando desde el vínculo temprano con la madre, en las interacciones diarias con esta, mucho antes que haya lenguaje verbal. A pesar de ello, a veces da la impresión que es una habilidad escasa. Son incontables las veces que se escuchan frases desatinadas, que no tienen en cuenta cómo puede sentirse la otra persona. Ser hábil socialmente implica esencialmente una relación bidireccional. Por eso es necesario hacer el esfuerzo de ponerse en el lugar del otro antes de expresar cualquier opinión y estar consciente de este aspecto en toda interacción social. 

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